Que
degollaron a nuestros soldados. Que combatían drogados. Que no les importaba
vivir o morir. Testimonios de soldados avalan este horror. ¿Qué es leyenda y
qué es verdad? El Mayor Mike Seear, Oficial de Operaciones y Entrenamiento del
Regimiento de Rifleros Gurkas, cuenta en primera persona qué hicieron estos
feroces combatientes nepaleses durante la guerra
Por
Gaby Cociffi
Con
sus cuchillos Kukris degollaron a los soldados argentinos. La sangre tiñó de
rojo la oscura y húmeda turba de Malvinas. Pocos sobrevivieron a esa carnicería
que practicaron los Gurkas en las batallas de la toma final de Puerto
Argentino.
Esto
es al menos lo que dice el mito, la leyenda. Una leyenda que creció y se
afianzó con algunos testimonios de combatientes argentinos que agregaron
detalles aún más escabrosos.
El
prestigioso escritor y periodista de guerras, Arturo Pérez Reverte, entrevistó
a un soldado argentino que dijo haber escapado de la furia asesina de estos
guerreros nepaleses, un ejército de mercenarios que luchan desde el 1800 para
la Corona británica.
"Estábamos
atrincherados cuando comenzó el ataque. Los ingleses venían gritando y subiendo
la ladera sin protegerse. Habían puesto delante a los Gurkas que avanzaban
drogados y escuchando música con sus Sony Walkman ajustados a los oídos,
riéndose y disparando. Les estuvimos tirando con todo lo que teníamos, pero les
daba igual. Se metieron en un campo de minas y saltaban por el aire, pero
seguían subiendo", le relató el joven argentino al periodista español.
Y
solo un segundo después agregó un final que horroriza: "Algunos chicos
tiraban sus armas y se rendían, pero los Gurkas los desollaban con sus
cuchillos (…)".
Los
Gurkas desembarcaron en Malvinas el 1ª de junio
El
relato de este soldado anónimo no es el único. En el libro Los chicos de la
guerra, el periodista Daniel Kon detalla la terrible vivencia de un combatiente
argentino: "Los Gurkas parecían completamente drogados. Se mataban entre
ellos mismos. Avanzaban gritando, sin apenas protegerse. Eran como robots: un
Gurka pisaba una mina y volaba por el aire, y el que venía detrás no se
preocupaba en lo más mínimo: pasaba por la misma zona sin inmutarse, y a lo
mejor también volaba. Parecían no tener instinto de supervivencia. Iban
barriendo zonas con sus ametralladoras Mag, que pesan más que un fusil. Si
encontraban alguna lata de ración de nuestras provisiones, las abrían por la
mitad de un cuchillazo, comían un poco y seguían peleando, siempre gritando. No
les interesaba nada, ni siquiera sus propias vidas".
El
autor afirma: "Ocho testigos más ratifican y amplían estos hechos".
Los
titulares de los diarios ingleses en 1982 ayudaron a fortalecer el mito. El
Daily Express publicó en letra catástrofe: "Los cuchillos de los Gurkas
están sueltos" y "Grupos mortales de Gurkas están sembrando el terror
entre los argentinos". Los cables de las agencias fechados en Londres
afirmaban que los soldados argentinos se rendían sin combatir por temor a los
feroces Gurkas.
La
propaganda creció al ritmo de las acciones bélicas. La acción psicológica
arrasó y salpicó la verdad histórica.
Integrantes
del 7° Regimiento de Fusileros Gurkas del Duque de Edimburgo
Más
serenos, dos oficiales argentinos contaron sus experiencias con los Gurkas. El
Capitán de Fragata Carlos Robacio, jefe del BIM 5, informó a sus superiores el
día de la rendición a las dos de la tarde: "…mis hombres, un batallón
reforzado con dos compañías, han luchado contra el segundo Batallón de guardias
Escoceses; 1º y 7º de Fusileros Gurkas y parte del Batallón de guardias
Galeses…".
El
Teniente Ugarte, de la Escuela de Aviación Militar, también dejó su testimonio.
El libro Con Dios en el alma y un halcón en el corazón, de Pablo Carballo, lo
recoge con lujo de detalles.
"Llegamos
a una casa abandonada. Aparentemente no había nadie. Pero atrás de una roca
apareció un oficial inglés y nos pidió que nos rindiéramos. Uno de nuestros
oficiales le disparó, y al instante nos vimos rodeados por cerca de 35 gurkas.
Pensé que estábamos perdidos y le dije a mis hombres: “Ya no hay nada que
hacer. Resistir es hacernos matar inútilmente. Arrojemos las armas”. El oficial
pegó un grito y los gurkas se nos vinieron encima. Pero el inglés pegó otro
grito en nepalés y los chinitos se frenaron como el perro cuando grita su amo.
Los gurkas empezaron a rodearnos. En una mano el fusil y en la otra el
cuchillo. Hacían gestos, como si fueran a degollarnos. Nos tiraron al suelo y
nos apuntaron a la cabeza. Me puse a rezar. Pasamos la noche con un gurka al
lado de cada uno de nosotros. Con la punta de su cuchillo en nuestro
cuello".
No
se consideran fuerza de elite, pero por su entrenamiento pelean en la primera
línea de fuego
¿Pero
quiénes son estos guerreros casi mitológicos que crearon tanta fantasía como
cruentos relatos reales después de la guerra de Malvinas? Hoy son 2.500 hombres
de origen nepalí, reclutados en su país por el ejército británico, quienes
desde 1816 luchan al servicio de la Corona incluso en la primera línea de fuego
en Afganistán e Irak.
Feroces,
con físicos privilegiados y entrenados, capaces de hazañas que ni las fuerzas
de elite realizan, su fama entrelaza su habilidad en el combate y su enorme
crueldad. Los gurkas pelean con todas las armas de un soldado de infantería
-fusil, bayoneta- pero en la lucha cuerpo a cuerpo agregan sus famosos Kukris,
los cuchillos curvos creados para degollar y desollar a los enemigos. Sus
méritos fueron reconocidos por las autoridades británicas que hasta ahora les
ha concedido 26 cruces de Victoria, la mayor distinción militar del Reino
Unido.
Pero
volvamos a Malvinas: ¿qué es mito y qué es verdad? ¿combatieron en las islas?
¿se drogaron en las batallas? ¿desollaron a nuestros soldados?
El
oficial británico Mike Seear en Malvinas
A
35 años de la guerra, Infobae entrevistó a Mike Seear, Oficial de Operaciones y
Entrenamiento del 1er Batallón, 7mo de Fusileros Gurkas del Duque de Edimburgo.
Retirado del ejército británico desde 1988, el Mayor Seear hoy vive en Oslo,
Noruega, y es consultor asociado de la Kenyon International Emergency Service,
una de las compañías más grandes del mundo en manejo de crisis ante emergencias
(como en el caso de la tragedia aérea de Germanwings en 2015).
Seear
viajó cinco veces a la Argentina desde la guerra "para conocer veteranos
del otro lado y pensar en la reconciliación". También para buscar
información para dos de sus libros, que se reeditan este mes en el Reino Unido:
"Con los Gurkas en las Falklands: un diario de guerra" y
"Regreso a Tumbledown".
Desde
Noruega, y mientras promete una nueva visita a la Argentina antes de fin de
año, Seear afirma: "Los Gurkas nunca entraron en combate. Estaban muy
frustrados porque nuestro Batallón jamás se involucró en una lucha con ningún
soldado argentino durante toda la guerra".
Tenían
la misión de tomar Monte William y avanzar hacia Puerto Argentino
Y
describe minuciosamente cuál fue la actuación de los soldados nepaleses durante
la guerra: "El 1° de junio aterrizamos en San Carlos. Por lo tanto,
participamos en los últimos 14 días de la campaña terrestre. La mayoría de los
soldados Gurkas fueron llevados en helicóptero hasta Darwin y Pradera del
Ganso, inmediatamente después de la primera batalla terrestre del 28 de mayo.
Patrullamos mucho el área y sólo nos topamos con una patrulla de 10 soldados
argentinos a quienes les habían asignado una posición en una casa abandonada de
un pastor, conocida como Egg Harbor House. Los capturamos sin pelea. Siete
fueron tomados prisioneros el 7 de junio y tres el 8", relata y su
testimonio coincide con el del teniente Ugarte.
"El
9 de junio nos trasladamos cerca de Puerto Argentino y marchamos 12 kilómetros
al Este por la costa. En la tarde del 10 estuvimos bajo el fuego de artillería
de un solo cañón de 155 milímetros, localizado en Sapper Hill. El cañón siguió
disparándonos hasta la mañana del 12 de junio. Luego paró. Ahí nos pusimos a
concentrar el plan para tomar Monte William y también el nordeste de
Tumbledown", relata como si lo vivido hubiese ocurrido solo unos días
antes.
Recuerda
que el 13 de junio llegaron al lado norte de Tumbledown. Y que allí vivió un
infierno: "Quedamos bajo un masivo ataque de artillería argentina y
bombardeo de mortero. Creo que nadie del batallón olvidará esa noche y ese
bombardeo porque fue extremadamente preciso y tuvimos ocho bajas. Ocho Gurkas y
alguna de nuestra gente de la artillería británica fueron alcanzados por fuego
enemigo durante ese ataque argentino".
Mike
Seear junto a su regimiento en las islas en 1982
¿Cuántos
gurkas murieron en las islas? En las listas oficiales del lado británico figura
un solo caído del regimiento de soldados nepaleses: Budhaaparsad Limbu, de la
Compañía D, el 24 de junio de 1982.
"Ese
día Lance estaba llenando trincheras argentinas cerca de Burntside House, en la
parte norte del Istmo de Darwin-Goose Green. Su pala golpeó accidentalmente una
granada no detonada M-79, que había sido disparada por un paracaidista del 2º
Batallón del Regimiento de Paracaídas durante la Batalla de Darwin el 28 de
mayo. La explosión posterior de la granada voló la mitad de la cabeza de
Budhaparasad e hirió a otros dos Gurkhas cercanos", recuerda Seear.
El
militar inglés da la lista de las bajas del batallón "por acción del
enemigo": 4 heridos por fuego de proyectiles de 155 mm en Wether Ground el
11 de junio de 1982; 6 Gurkas y 2 soldados británicos (artillería) en las
laderas de Tumbledown el 14 de junio; 1 oficial de la artillería real británica
herido por un disparo de bala ejecutado por un miembro de la Guardia Escocesa
en Tumbledown, el 14 de junio.
"No
hay otros Gurkas muertos o heridos", afirma.
Desmienta
enfáticamente que hayan existido 60 bajas gurkas en la guerra como siempre se
sostuvo del lado argentino: "No hubo 31 muertos gurkas en el Sir Galahad y
en el Tristam como se dice en la Argentina".
Interesado
en dar su versión de la historia, Mike Seear afirma que los dichos del Teniente
Ugarte sobre la patrulla de 35 gurkas que lo capturó son inexactos: "La
historia fue así: 7 soldados de su grupo fueron capturados por 5 gurkas en Egg
Harbor House el 7 de junio. Ugarte y dos más fueron capturados al día
siguiente, pero no por un grupo de 35 gurkas sino por uno solo: Lance Corporal
Sukrim Rai. El soldado gurka los amenazó con su kurki para tomarlos como
prisioneros y no hubo disparos".
Sukrim
Rai años después de la guerra se convirtió en integrante del elenco de la obra
"Minefield / Campo Minado" creada por la directora de teatro Lola
Arias. Seear fue asesor en el guion, quien le sugirió a Arias a Rai como parte
del proyecto e incluyó la historia de Egg Harbour House en la obra.
El
ex Mayor británico vuelve ahora a los recuerdos de sus días en las islas.
Afirma que cuando se alistaron para tomar Monte William, a las 3 de la tarde
del 14 de junio, lo que vieron "fue a los defensores argentinos
retirándose y moviéndose hacia la capital. En otras palabras, no hubo contacto
o combate entre los soldados argentinos y los Gurkas. Luego vino un alto el
fuego y listo".
Y
agrega con indisimulable orgullo: "Los Gurkas son los mejores soldados de
infantería del mundo, por eso fueron a las islas".
–¿Por
qué son los mejores del mundo?
–Buena
pregunta. Si le provees el liderazgo correcto, el Gurka literalmente puede
atravesar una pared de ladrillos por vos. Está en una forma física increíble.
El soldado británico está a años de luz del soldado Gurka en cuanto a su estado
físico. Además, el Gurka es un tirador fantástico, tiene una precisión
increíble. Parecen tener una visión especial para la noche, donde pueden ver en
la oscuridad… Serví 21 años en el ejército británico y nunca me he cruzado con
un regimiento como el de los Gurkas.
Seear
afirma. “Nunca entramos en combate y nos sentimos frustrados por eso”
–¿Cuál
fue la misión de los Gurkas en Malvinas?
–El
objetivo principal era tomar Monte William después de la batalla de Tumbledown.
El plan lo iba a realizar nuestra compañía D, compuesta por un poco más de 100
Gurkas. Ellos iban a hacer todo lo que un soldado del ejército británico hace,
pero mucho mejor.
–¿Y
los cuchillos Kurkis?
–Te
cuento cómo los usan: los Gurkas atacan su objetivo usando sus armas como
cualquier soldado de infantería -sus rifles, sus bayonetas-, pero tienen un
arma adicional en su equipamiento oficial que es el cuchillo corvo. Cuando se
involucran en combate cuerpo a cuerpo, ellos tienen esa pieza adicional que
usarán si sienten que la situación es apropiada.
–Hay
testimonios que afirman que los Gurka degollaron soldados argentinos con sus
Kurkis.
–Sí,
lo sé. Y creo que es increíble. Es muy fascinante cómo el mito de los soldados
Gurkas vive su propia vida en la Argentina. Te puedo asegurar que los medios
argentinos han contado esta historia 101 por ciento mal. No hubo combate entre
los soldados Gurkas del batallón en donde yo serví y los soldados argentinos. Y
hubo un solo soldado Gurka que amenazó a los argentinos con usar su cuchillo
Kukri si ellos no se rendían. Y los soldados inmediatamente se rindieron. No
hubo pelea.
Los
Gurkas participaron de los últimos 14 días de la campaña terrestre en Malvinas
–Usted
habla de los Gurkas como soldados, ¿pero acaso no son mercenarios?
–Escuché
el término "mercenarios" en mis visitas a la Argentina. El año
pasado, 2016, fue el 200° aniversario del servicio Gurka con la Corona
británica. Los términos de servicio con el ejército británico están gobernados
por lo que se conoce como el Acuerdo Trípode, firmado en 1948 por India, Nepal
y el Reino Unido de Gran Bretaña. Y puedo decir categóricamente que los Gurkas
no son soldados mercenarios.
–¿Qué
siente que aprendió en la guerra y qué mensaje dejaría usted hoy, a 35 años del
conflicto armado?
–Creo
que es mejor dialogar en vez de pelear. Creo que es mejor convertirse en amigos
que ser enemigos. Y si te convertís en amigo, luego ¿cómo podés enfrentarte
otra vez en nuevas guerras? Yo siento que todos hemos aprendido algo del
conflicto de 1982. Fue un punto de no retorno en nuestras vidas, tanto para los
veteranos de la Argentina como para los veteranos de Gran Bretaña. Para mí fue
una increíble experiencia que me cambió la vida. Sin dudas, aquellas 10 semanas
en 1982 fueron las más notables de mi vida y algo que jamás voy a olvidar.
Antes
de despedirse, Mike Seer pide agregar unas palabras sobre su experiencia al
mando de los gurkas: "No son solo los mejores soldados del mundo. Son
también personas maravillosas, alegres, muy amables y educados, siempre bien
vestidos, orientados a la familia y aman a los niños. Mis dos años con ellos
fueron lo más destacado de mis veintiún años de servicio en el ejército
británico".
Fuente:
https://www.infobae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario