Infobae
accedió en exclusiva a los detalles de un arriesgado plan de los altos mandos
militares que significaba la última carta ante una derrota inminente y que
pretendía cambiar el curso de la guerra. La palabra de un protagonista clave.
La negociación de la capitulación del 14 de junio de 1982. Y un dato
sorprendente: las cenizas del General Menéndez regresaron a las islas
Por
Adrián Pignatelli
El
General del Ejército argentino Mario Benjamín Menéndez sentía que la Junta
Militar no estaba haciendo la lectura correcta de lo que ocurría en las islas
A
principios de junio, el destino de la guerra en el Atlántico Sur ya se había
escrito. La superioridad aérea de los ingleses y el dominio que poseían del mar
solo indicaban que la derrota argentina en tierra era cuestión de tiempo.
Así
lo pensaba el gobernador militar de las islas, General Mario Benjamín Menéndez,
quien no entendía por qué, en el continente, la Junta Militar estaba haciendo
una lectura equivocada de la guerra
Menéndez
no salía de su asombro sobre lo que difundían desde Buenos Aires los medios
periodísticos, como cuando éstos informaban que la cabeza de playa que los
ingleses habían establecido en San Carlos estaba rodeada por fuerzas
argentinas, y que se esperaba de un momento a otro el ataque final que arrojase
al mar a los británicos.
Operativo
Buzón
Cuando
ocurrió el desembarco inglés en San Carlos, el Jefe de Estado Mayor del Comando
Malvinas General Américo Daher y dos de sus oficiales, los Coroneles Isidro
Cáceres, de Operaciones y Francisco Cervo, de Inteligencia, le presentaron un
plan a Menéndez.
Ellos
aseguraron que se daban las condiciones mínimas para el empleo previsto de
paracaidistas sobre la base de San Carlos.
El
General Julio Fernández Torres, comandante de la IV Brigada de Infantería, dijo
que estaba dispuesto a llevar adelante esa operación a partir del día 12,
siempre y cuando tuviera cobertura aérea. "Apoyo aéreo necesario y continuo",
fue lo que entonces reclamó. Ellos estaban en Comodoro Rivadavia.
El
“Operativo Buzón” necesitaba el apoyo aéreo, aunque la Fuerza Aérea estaba al
límite de sus capacidades operativas
El
General Osvaldo García, comandante del Teatro de Operaciones, evaluó que la
operación era muy riesgosa, ya que la Fuerza Aérea se encontrara al límite de
su capacidad operativa.
Quedaba
una última carta. Que fuera el propio Leopoldo Galtieri quien aprobase dicho
plan, al que habían bautizado como "Operativo Buzón", y que Infobae
adelanta en exclusiva. Para ello contactó al único protagonista sobreviviente,
el Coronel Retirado Francisco Cervo.
En
la Casa Rosada
Menéndez
había dado el visto bueno para establecer un contacto cara a cara con Galtieri
y presentarle esta operación. El gobernador militar no quiso viajar a Buenos
Aires porque intuía que el ataque inglés a Puerto Argentino sería inminente.
Así fue que comisionó al General Daher, su segundo al mando, quien fue
acompañado por los Coroneles Cervo y Cáceres.
Cuando
se lo consultó telefónicamente, Galtieri estuvo de acuerdo con el viaje.
Galtieri
en Malvinas, en mayo de 1982. Cuando le presentaron el plan que podía frenar el
avance inglés, lo rechazó
Los
tres oficiales partieron el 9 de junio por la noche en un avión de la Armada,
burlando los sistemas de vigilancia británicos, justo cuando se desataba sobre
Puerto Argentino un violento bombardeo. Volando a baja altura arribaron a Río
Grande, allí abordaron una nave más pequeña que los llevó a Comodoro Rivadavia,
donde expusieron el plan en el TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur).
Francisco
Cervo recuerda la enigmática opinión brindada por el representante de la Fuerza
Aérea: "Era posible la ocurrencia de hechos significativos y nuevos
desafíos en el panorama estratégico general, que imponían la preservación de
los medios en capacidad de operar".
A
las 11 de la mañana del día siguiente, le expusieron el plan a Galtieri en su
oficina en Casa Rosada. Daher se refirió a la situación estratégica en el
archipiélago y su probable evolución. A su vez, Cáceres detalló la disposición
de las tropas en el terreno, haciendo hincapié en el desgaste sufrido y
limitaciones de abastecimiento, subrayando que, pese a todo, la moral era alta.
Por último, Cervo detalló lo que se conocía sobre la situación y capacidades
del enemigo, describiendo sus fortalezas y debilidades.
Los
oficiales coincidían en que debía hacerse algo distinto para intentar cambiar
el curso de la guerra, en un momento en que los ataques aéreos se habían
incrementado, los bombardeos navales y de artillería de campaña eran cada vez
más seguidos y el avance inglés registraba más de un frente.
-Yo
conozco las dificultades que tienen, ¡pero hay que aguantar! Los veo muy
pegados al terreno, tienen que tener más movilidad y agresividad -contestó
Galtieri.
-Esas
son expresiones de deseos, pero la realidad es otra -le respondieron.
En
ese momento, Galtieri abandonó la oficina para atender otros asuntos y regresó
una hora después. Según le relató a Infobae el Coronel Cervo, Galtieri les
respondió que agradecía sobremanera la exposición porque pudo interiorizarse
con más profundidad y vivencias sobre la verdadera situación y el sacrificio de
las tropas en el terreno.
Los
oficiales coincidían en que debía hacerse algo distinto para intentar cambiar
el curso de la guerra, en un momento en que los ataques aéreos se habían
incrementado, los bombardeos navales y de artillería de campaña eran cada vez
más seguidos y el avance inglés registraba más de un frente, pero Galtieri no
los escuchó
El
jefe de la Junta sostuvo que la dura epopeya que se vivía marcaba un antes y un
después en la gestiones y negociaciones por los derechos argentinos y que era
un verdadero jalón en la historia que ningún dirigente político en el futuro
podría ignorar.
En
el mismo sentido, entendía la desigualdad de poder militar, pero lo ya
demostrado por nuestras tropas en la emergencia estaba a la altura de las
tradiciones y honor militar y que solo esperaba el último sacrificio, al
máximo, con las energías disponibles.
Galtieri
-siempre según Cervo- manifestó su orgullo por los éxitos casi inigualables de
la Fuerza Aérea y su aporte al desarrollo de la batalla y aclaró que conocía
que los británicos tenían ciertas limitaciones logísticas para el combate,
particularmente luego del hundimiento del Atlantic Conveyor.
Consideraba
que, si se lograba detenerlos en las alturas antes de Puerto Argentino y
ocasionarles sensibles bajas, se podría llegar a una situación favorable para
reiniciar una negociación por un cese de hostilidades que dejara a salvo su
amor propio y fuera conveniente para nuestros intereses.
Advirtió
que no era descabellado pensar que en cualquier momento que juzgaran favorable,
los vecinos chilenos -cuyo apoyo y simpatía por la causa británica eran
evidentes- podrían invadir el país en busca de reivindicaciones históricas. Era
su obligación no ignorar esa amenaza y en todo caso estar preparados para
enfrentarla. Agradecía emocionado el gesto de los hermanos peruanos que habían
advertido que no permanecerían impasibles ante dicha probable agresión.
Desembarco
ingles Bahía Agradable. Los ingleses sufrieron enormes pérdidas de vidas y
materiales el 8 de junio. La aviación se lanzó sobre ellos durante el
desembarco
Galtieri
dejó para lo último su opinión sobre el "Operativo Buzón".
Lo
consideró un desafío audaz, en principio factible y de consecuencias
estratégicas indudables, pero que atento a sus responsabilidades de conducción
e implicancias futuras, no podía autorizarlo.
Dijo
que significaría un esfuerzo de proporciones para la Fuerza Aérea que en ese
momento se encontraba al límite de su capacidad operativa. En las operaciones
en las islas era poco lo que podía hacerse en ese momento para influir en el
desarrollo de los acontecimientos. Todo estaba sujeto a la capacidad de los
esforzados defensores.
Reiteró
que era absoluta prioridad la posibilidad de intervención chilena, por lo que
tanto la IV Brigada como la capacidad remanente del poder aéreo, eran elementos
insustituibles para ser empleados en esa emergencia.
El
"Operativo Buzón" quedaba rechazado.
La
alerta Roja en Ross Road, Puerto Argentino, por un bombardeo británico (Eduardo
Farré)
Daher
y los dos oficiales, que tenían previsto regresar a las islas el 13, no
pudieron hacerlo. Menéndez no se enteraría de los detalles de la reunión sino
hasta mucho tiempo después. Intuyó que no había llegado a buen puerto porque
cuando habló telefónicamente con Galtieri, le preguntó si se había reunido con
Daher.
–
Ah, si, si, hablamos.. -se limitó a responder Galtieri, sin hacer comentarios.
Una
vez finalizada la guerra, se lo escuchó a Galtieri quejarse que Daher "lo
único que vino a pedirme fueron diez mil calzoncillos".
En
su fuero íntimo, Menéndez esperaba que la conducción política militar aceptase
la "Operación Buzón", para que una maniobra estratégica pudiera
revertir la situación táctica en el escenario aeronaval.
Cuando
comprendió que no tendría ayuda, decidió no sacrificar más vidas inútilmente.
La rendición era la salida más lógica.
La
rendición
La
mañana del 14 de junio, cuando tuvo en claro que tenía la guerra ganada, el
comandante británico Jeremy Moore le pidió a un Capitán inglés que hablaba
español, Rod Bell, que se contactase con los argentinos.
El
día anterior, cerca del mediodía, Moore había salvado su vida de milagro cuando
una escuadrilla de A-4B Skyhawk había atacado su campamento, al noroeste de
Monte Dos Hermanas.
La
cruenta batalla de Monte Longdon: los ingleses avanzaban hacia Puerto Argentino
Ese
14 de junio a las 9 de la mañana, los ingleses le hicieron llegar a los
argentinos el siguiente mensaje: "No vale la pena seguir combatiendo. El
honor argentino ha sido comprobado. Es hora de terminar con la lucha y evitar
más bajas. Les ofrecemos iniciar conversaciones de rendición".
Los
británicos aguardarían una respuesta para antes de las 13 horas. De lo
contrario, reiniciarían las hostilidades.
Con
el visto bueno de Menéndez, quien antes lo había consultado con el General
Oscar Jofré, comenzaron las negociaciones. A las cuatro de la tarde, los jefes
ingleses bajaron de un helicóptero Sea King, con cinta adherente blanca en su
panza, que aterrizó cerca de la casa del gobernador.
Jeremy
Moore aceptando la rendición del jefe militar argentino en Malvinas, Mario
Benjamín Menéndez
Un
despacho de United Press International que citaba como fuente a Radio
Rivadavia, informaba que ese día a las 15:30 hs el General Mario Menéndez había
sido autorizado a encontrarse con el comandante de campo británico, Jeremy
Moore. "Fuentes militares en Londres aseguran que la resistencia argentina
parece estar desmoronándose y que el fin de la guerra salvaje de diez semanas
por el control de las islas puede estar cerca".
El
telegrama que Jeremy Moore envió a Londres anunciando la rendición de Mario
Benjamín Menéndez como gobernador de las islas
Moore,
acompañado de siete oficiales de su estado mayor, fue a la reunión en el
despacho de Menéndez con un documento preparado de antemano. Los argentinos
lograron que quitasen de las condiciones el término de "rendición
incondicional"; también exigieron que no hubiera una ceremonia pública de
rendición, que los regimientos conservasen sus banderas y que los oficiales
fueran autorizados a portar su arma reglamentaria. Sin embargo, los ingleses no
le permitieron a Menéndez permanecer con sus tropas hasta que hubieran
abandonado Malvinas.
A
los argentinos les llamó la atención que los británicos accediesen a todo.
Ellos ignoraban que dos cuestiones preocupaban especialmente a Moore: el poder
de la aviación argentina y el hecho de que sus propias tropas estaban muy
escasas de municiones.
A
las 23:59 de ese largo 14 de junio comenzaron a regir los términos de la
capitulación.
Mediante
una comunicación el Brigadier Ernesto Crespo, que estaba en Comodoro Rivadavia,
dio su palabra de honor que los aviones no harían más ataques, pero se negó a
rubricar la rendición, ya que su nombre figuraba en el acta de capitulación.
A
las 23:59 de ese largo 14 de junio comenzaron a regir los términos de la
capitulación.
En
la puerta de la casa de gobierno, Moore agitó el acta de rendición ante la
presencia de los isleños que lo estaban esperando. Hasta lo llevaron en andas.
Hubo festejos hasta bien entrada la noche.
Aun
cuando en Puerto Argentino se había estipulado un alto el fuego y se habían
iniciado las negociaciones de rendición, hubo argentinos que continuaron
peleando. Fue el caso del Batallón de Infantería de Marina 5, al mando del
entonces Capitán de Fragata Carlos Robacio quien, junto a efectivos dispersos
del Ejército, frenó a los Guardias Escoceses, que eran tropa de elite.
En
libros escritos por ingleses se lee que "…se podía oír a los argentinos
gritar e incluso cantar mientras luchaban".
Robacio,
con cerca de 150 hombres, efectuó un feroz contraataque contra un millar de
ingleses. Tuvo que resignarse a replegarse no por inferioridad numérica, sino
porque se había quedado sin municiones. Así y todo, entró a Puerto Argentino en
perfecta formación con su armamento, ante la admiración de los propios
británicos.
Jeremy
Moore con la rendición argentina
El
15, UPI informaba que "las tropas argentinas de ocupación, bombardeadas y
de espaldas al agua, formalmente se rindieron para terminar con 74 días de
guerra y regresar el desolado archipiélago al dominio británico".
En
Londres, Margaret Thatcher se sumó a un grupo de gente que cantaba "Rule
Britannia", una canción patriótica, frente a su casa.
En
Buenos Aires, el humor era muy distinto. En la noche del 14, Galtieri les propuso
a sus Generales que estudiasen diversas hipótesis, que iban desde continuar la
guerra hasta negociar con los ingleses.
Volver
a las islas
El
General Mario Benjamín Menéndez falleció en Buenos Aires el 18 de septiembre de
2015. El 7 de noviembre del año siguiente moriría su hijo, que se llamaba
igual, quien combatió en Malvinas como Subteniente del Regimiento 5. En viajes
que veteranos de guerra hicieron a Malvinas, en forma reservada llevaron las
cenizas de ambos a las islas.
De
esta manera el entonces gobernador, a quien los ingleses no le permitieron
acompañar a sus tropas hasta que abandonasen las islas, está de regreso con
ellos, ocupando el lugar que deseó en aquel trágico y lejano 1982.
Fuente:
https://www.infobae.com
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