En
abril de 1982 los británicos descubrieron que se encontraban huérfanos de
información sobre las fuerzas armadas argentinas. Debían recolectar todos los
datos posibles de sus aliados. Francia contaba con la información sobre los
aviones Mirage con misiles aire-aire Matra, y los Súper Etendard con sus mortíferos
Exocet. En secreto, comenzó el flujo de información sensible sobre estos
sistemas de armas y se realizaron ejercicios entre aviones británicos y
franceses
Por
Alejandro Amendolara
"Alló,
Monsieur President", fue el saludo de Margaret Thatcher a François
Mitterrand al responder su llamado telefónico al anochecer del sábado 3 de
abril de 1982. "Le estoy llamando para expresarle mi solidaridad. No deseo
que piense que Francia, como amiga cercana y vecina, no está con Usted",
le respondió el mandatario francés.
Luego
de que la Primera Ministra británica le agradeciera la comunicación y le
comentara sobre el difícil momento que atravesaba su país, Mitterrand expresó:
"Quiero que usted sepa que, si hay algo que podamos hacer para ayudar, nos
gustaría hacerlo. Por supuesto, sé que Gran Bretaña es lo suficientemente
grande para encontrar sus propias soluciones a este problema. Pero es
importante que usted sepa que otros comparten su oposición a este tipo de
agresión".
El
ofrecimiento de ayuda francés fue como música para los oídos de Thatcher. Este
parecía ser un primer paso promisorio en la relación entre ambos países durante
el conflicto de Malvinas. Francia era proveedor de armas del régimen militar
argentino, y la inteligencia militar se encontraba ansiosa en obtener la mayor
información posible.
En
sus memorias Los Años de Downing Street, Margaret Thatcher recordaría esta
conversación: "Estuve especialmente agradecida al presidente Mitterrand
quien, junto con los líderes del Viejo Commonwealth, estuvo entre los
incondicionales de nuestros amigos y quien me telefoneó personalmente el sábado
para comprometer su apoyo. (…) Nunca olvidé la deuda que teníamos con él por su
apoyo personal en esta ocasión y durante la crisis de las Falklands".
Unos
años después de finalizado el conflicto, el por entonces Ministro de Defensa
británico, John Nott, describió en su libro Here Today, Gone Tomorrow la manera
en que se materializaría ese apoyo: "De muchas formas, Mitterrand y los
franceses fueron nuestros más grandes aliados. En años anteriores nosotros
habíamos equipado a la Armada Argentina con destructores, mientras que los
franceses les habían suministrado aviones Mirage y Súper Etendard. Los buques,
especialmente el Belgrano, y los aviones estaban equipados con modernos misiles
Exocet". (Nota del autor: el crucero ARA General Belgrano no contaba con
misiles Exocet, sino que en una acción de engaño en 1978 se habían instalado
cajoneras de madera simulando los lanzadores de estos misiles).
En
su informe del 30 de junio de 1982 al Foreign Office sobre la actitud de
Francia en relación al tema Malvinas, el embajador británico en París, John
Fretwell, señaló: "La reacción inicial del gobierno francés fue admirable.
Mitterrand ordenó inmediatamente el apoyo total a Gran Bretaña, una orden que
se tradujo en la ayuda francesa para establecer el embargo de armas y sobre el
comercio de la Comunidad Europea, y en el apoyo francés en la Resolución 502.
Recibimos valiosa información práctica de las fuerzas armadas francesas
relacionada con la performance de los sistemas de armas franceses en servicio
con las fuerzas argentinas. Mitterrand merece el crédito sustancial por esta
reacción. Dudo si Giscard (o Chirac) hubieran respondido tan bien".
El
presidente Mitterrand saludando a la primera ministro Margaret Thatcher en una
visita oficial a Francia
No
pasó mucho tiempo desde la conversación entre los mandatarios para que el
Ministro de Defensa francés, Charles Hernú, actuando sobre expresas
instrucciones de Mitterrand, se pusiera en contacto con su colega británico
para poner a disposición un avión Súper Etendard y un Mirage, de modo que los
pilotos de la Real Fuerza Aérea pudieran entrenarse y obtener información
valiosa mientras que los buques de la Fuerza de Tareas se dirigía hacia el
Atlántico Sur. Los británicos esperaban con ansiedad estos entrenamientos, como
también toda la información técnica de detalle sobre el misil Exocet.
El
7 de abril por la tarde, uno de los agregados militares de la Embajada
Británica en París fue recibido en persona por Hernú, quien dijo que
"haremos todo lo que podamos para ayudarlos en cuanto a información dado
que estamos de su lado", ratificando el compromiso asumido por Mitterrand.
Luego de esta introducción, el oficial británico fue llevado a otra oficina por
dos funcionarios civiles de jerarquía e invitado a formular preguntas.
Textualmente fueron las siguientes:
A.
¿Podrían los franceses darnos la lista completa de ventas militares a la Argentina
y especificar cualquier modificación/limitación impuesta a los sistemas?
B.
¿Cuántos Súper Etendard están modificados para portar el AM-39; cuántos misiles
poseen y cuál es su estado operacional?
C.
¿Los argentinos, poseen Crotale y/o Roland, y en caso afirmativo, cuántos
sistemas y misiles?
D.
Radio de acción del Mirage 3 y 5, capacidad de armamento, sistema de navegación
de ataque, índice probable de funcionamiento, consumo de repuestos y
limitaciones conocidas, y aptitud de los pilotos argentinos si fueron
entrenados por los franceses.
Al
finalizar la entrevista los funcionarios enfatizaron que su gobierno apoyaba a
"les anglais" y que las respuestas estarían listas para el día siguiente
a las 19 horas. El oficial británico recalcó que toda la información provista
sería tratada con la mayor discreción y que no se revelaría su fuente.
Mensaje
del 7 de abril de 1982 del Agregado Militar de Defensa en la embajada británica
en Francia, dirigido al Ministerio de Defensa, dando cuenta de la reunión en
donde se solicitó información sobre armamento suministrado a la Argentina
Ese
mismo día, el Ministro de Relaciones Exteriores francés, Claude Cheysson obtuvo
la ratificación y respaldo del Consejo de Ministros a la decisión de imponer un
embargo al suministro de armamentos a Argentina adoptada inmediatamente tras la
invasión y que fuera aplicado en especial a los contratos en curso de ejecución
en relación a aviones y misiles.
El
9 de abril, Cheysson telefoneó a su par británico, Francis Pym, para expresar
su solidaridad con los británicos y comunicarle que estaría disponible en todo
momento si se necesitaba llamarlo por teléfono. Pym agradeció el apoyo recibido
de los franceses, mencionando especialmente la gratitud de la Primera Ministra
por el llamado que había recibido del Presidente Mitterrand el 3 de abril.
Sobre
la base de un ejercicio coordinado con anterioridad a la operación militar
argentina sobre Malvinas, pero que ahora tomaba vital importancia, se realizó
el encuentro entre las aeronaves de ambos países. Las tripulaciones británicas
del 1° Escuadrón de Caza podrían entrenar contra los tipos de aviones que
probablemente enfrentarían en pocos días. El Armée de l'Air envió dos aviones
Mirage III BE a la Base Aérea Militar de Coningsby desde Dijon-Longvic durante
la mañana del 22 de abril. Ese día y el siguiente, los Mirage biplaza
realizaron varias misiones contra los Harrier GR3, mientras que tres pilotos
británicos de Sea Harrier del Escuadrón Aeronaval 809 lograron volar, por
turnos, en el asiento trasero de uno de los Mirage. Al menos con ello se les
otorgó una oportunidad para evaluar las capacidades de combate del Mirage antes
de enfrentarse cara a cara con éste en el Atlántico Sur. También hubo involucrados
aviones Súper Etendard de la Aéronavale francesa en el entrenamiento, pero no
aterrizaron en el Reino Unido, para evitar que ojos indiscretos se percataran
de su presencia.
La
relación comienza a tensarse
Todo
parecía estar en orden entre los dos países. Fluía la información, se
realizaban los ejercicios, se mantenían los embargos comerciales y de
armamento. Sin embargo, pocos minutos después de las 11 de la mañana del 4 de
mayo se produciría un evento que cambiaría la historia y las tácticas de la
guerra aeronaval. Un misil Exocet impactaba en la banda de estribor del
destructor HMS Sheffield, provocando su hundimiento pocos días después mientras
era remolcado hacia aguas más seguras.
Los
franceses habían asegurado a los británicos que el mismo 2 de abril sus
técnicos recibieron la instrucción de suspender la ayuda a la Argentina, y que
el sistema de armas Súper Etendard–Exocet no se encontraba operativo. En Gran
Bretaña, miembros del Parlamento y algunos medios periodísticos comenzaban a
plantear dudas sobre la actitud y lealtad francesa, comenzando los primeros
resquemores en la relación.
Con
ello sucedió lo inevitable. Comenzó a filtrarse información a los periódicos en
ambas márgenes del Canal de la Mancha.
El
asesor de gabinete del Ministerio de Defensa francés, François Heisbourg,
reclamó al agregado naval británico sobre el informe periodístico del The Mail
on Sunday del 23 de mayo, titulado "Pilotos Británicos probaron aviones
enemigos", detallando la ayuda militar francesa al Reino Unido. Insistió
en que el artículo citaba que la información provenía de "una fuente de
alto nivel en el Ministerio de Defensa británico", y que era probable que
en Francia hubiera una tormenta con esto.
Por
otro lado, con las acciones británicas en las islas Georgias del Sur sobre
finales de abril, trascendió que el Teniente de Fragata Alfredo Astiz había
sido tomado prisionero. Inmediatamente de conocida la noticia, los franceses
solicitaron al gobierno británico su extradición para hacerlo comparecer en los
juicios por su participación en la desaparición de las religiosas Alice Domon y
Lèonie Duquet. Sin embargo, desde un primer momento, los británicos asumieron
que no podrían cumplir con el pedido francés sin violar los Convenios de
Ginebra referidos al tratamiento de prisioneros de guerra, por lo que
decidieron dilatar su respuesta lo máximo que fuera posible.
Carátula
de la Carta Rogatoria librada por el Juez Philippe Texier al Gobierno británico
con el interrogatorio para Alfredo Astiz en relación al arresto ilegal y
secuestro de personas con las religiosas francesas como víctimas
Francia
insistió requiriendo la entrega del prisionero, por lo que la demora en obtener
una respuesta concreta solo logró tensar aún más la relación que comenzaba a
transitar por un camino crítico. Finalmente, debieron conformarse con el envío
de un cuestionario para que el prisionero fuera interrogado por la policía
militar británica en los cuarteles de Sussex.
Perú
entra en escena
Si
bien los franceses habían impuesto un embargo a la entrega de misiles Exocet a
la Argentina, los británicos realizaron un inmenso despliegue de inteligencia y
espionaje a escala mundial tendiente a impedir que más misiles llegaran a manos
argentinas. Perú tenía una orden de compra de misiles AM 39 Exocet en firme y
pendiente de entrega, y ahora exigía a la fábrica su entrega.
El
13 de mayo, el Agregado de Defensa en la Embajada Británica en París informó al
Ministerio de Defensa, en respuesta a un pedido del día anterior, que había
confirmado con el gabinete del ministro Hernú que el gobierno peruano había
alquilado un avión para recoger en Chateauroux la orden de cuatro misiles AM 39
lista para su entrega.
Los
funcionarios del ministerio confirmaron que habían logrado detener el embarque,
pero preguntaron por cuánto tiempo se estimaba que duraría el conflicto, ya que
se sentían incapaces para demorar la entrega por más tiempo o cancelarla en
modo definitivo. Argumentaron que perderían credibilidad como proveedores de
armas y que se arriesgaban a un posible aprieto político al mostrar que no
confiaban en Perú. Si bien los certificados de usuario final impedían la
transferencia de los misiles a otros países, estos funcionarios buscaban
justificar que el gobierno peruano sabía bien que si desconocían las
condiciones del certificado se arriesgarían a una completa suspensión de
entrega de armas en el futuro. Además, aventuraban que con un Secretario
General peruano en la Organización de las Naciones Unidas no habría posibilidad
para ellos de pasárselos a los argentinos sin comprometer a su persona.
De
todas formas, dieron a entender que los misiles serían enviados por vía
marítima y que ello sería recién a fines del mes de mayo, lo que claramente
justificaba la pregunta sobre la duración del conflicto.
En
tanto, el 25 de mayo, el Exocet se cobraría una nueva victoria en el Atlántico
Sur. Dos misiles impactaron en el buque portacontenedores Atlantic Conveyor,
ocasionando el mayor desastre logístico de la campaña para los británicos. Y la
perspectiva que Argentina recibiera más misiles franceses a través de Perú,
resultaba inaceptable para Margaret Thatcher.
Un
nuevo llamado de Mitterrand
El
29 de mayo el presidente Mitterrand llamó telefónicamente a la Primera Ministra
para discutir el problema del contrato de Francia para suministrar misiles
Exocet a Perú. Expresó que había demorado el asunto tanto como lo había
prometido y que recientemente un buque peruano había llegado a Francia para
recibir los misiles, pero había sido despedido vacío. Ahora Perú estaba
protestando a Francia por el incumplimiento de un contrato firmado, y anticipó
que otro buque llegaría el próximo martes.
La
Primera Ministra preguntó si había una condición en el contrato de que los
misiles no fueran pasados a terceros países. Mitterrand confirmó que éste era
el caso y que naturalmente Francia le haría el seguimiento. Thatcher le
respondió que tenía buenas razones para creer que Perú estaba ofreciendo amplia
ayuda a la Argentina y que sería un tema muy serio si los Exocet fueran
entregados a la Argentina vía Perú. Mitterrand dijo que tenía poca fe en que
Perú observara la prohibición de transferencia.
Mitterrand,
por su lado, continuó explicando sobre el problema francés ante el
incumplimiento de un contrato y sugirió que pasarían varios días antes que los
misiles pudieran ser utilizados en contra de los británicos, asumiendo que los
peruanos se los transfirieran. Insistió en tener una idea de cuán pronto podría
tomar Puerto Stanley, esperando que ello fuera el fin de las hostilidades y que
quería, en lo posible, retener la entrega hasta entonces.
Fue
entonces que cambió el tono de la conversación. La Primera Ministra expresó su
gran preocupación sobre la cuestión y que como estaban hablando por línea
abierta, dijo que prefería enviarle al Presidente un mensaje por otros medios.
Concluida
la conversación, Margaret Thatcher discutió el tema con varios de sus colegas
del gabinete y con el Jefe de Estado Mayor de Defensa. Todos estuvieron de
acuerdo en que era esencial que los misiles fueran retenidos por un plazo
mayor.
Fue
entonces que se decidió enviar un mensaje a París al embajador Fretwell para
entregar en forma urgente a Pierre Bérégovoy, Secretario General de la
Presidencia, con el pedido de que se pusiera inmediatamente en conocimiento de
Mitterrand. La Primera Ministra había decidido que su mensaje fuera contundente
de modo de convencer al presidente que los misiles no debían salir de Francia.
El texto fue el siguiente:
Estimado
Señor Presidente:
1.
Se habrá dado cuenta de lo seriamente preocupada que estaba por su llamado
telefónico sobre la posible entrega de misiles Exocet a Perú. Esta tarde
discutí el asunto con mis colegas del gabinete más estrechamente involucrados
en la disputa de las islas Falkland y con el Jefe del Estado Mayor de Defensa.
2.
Debo decirle que todos quedaron consternados ante la perspectiva que Francia
entregue estos misiles a Perú cuando, como usted reconoció, no puede dudarse
que Perú los transferirá a la Argentina. Usted habrá visto desde que hablamos
sobre la resolución adoptada en la Organización de Estados Americanos, que
específicamente requiere de los Estados parte brindar a la República Argentina
el apoyo que cada uno considere apropiado para asistirla en esta seria
situación. Perú lo tomaría como una completa justificación para pasar los
Exocet que usted propone entregar. Ya han sido empleados con efecto mortífero
contra nuestros buques.
3.
Entiendo el problema que usted enfrenta en relación al contrato con Perú, pero
debo solicitarle con todo el énfasis y urgencia a mi alcance, que encuentre un
medio para demorar la salida de estos misiles de Francia al menos por un mes.
Naturalmente, preferiríamos que no sean entregados, pero las próximas semanas
van a ser particularmente cruciales: no podemos estar seguros de cuán rápido
serán las operaciones hacia Puerto Stanley, o si la Argentina aceptará un cese
del fuego completo, aún si se vieran forzados a retirarse de las Falkland.
4.
Quedé muy tranquila cuando usted me dijo en el N° 10 que había decidido que el
cumplimiento del contrato de Exocet sería demorado todo lo necesario y, como
usted sabe, hemos estado muy alentados por el apoyo incondicional de Francia
tanto en público como en privado. Si esto se supiera, como seguramente lo será,
que ahora Francia está entregando armas a Perú que seguramente serán pasadas a la
Argentina para usar en nuestra contra, un aliado de Francia, esto tendría un
efecto devastador en la relación entre nuestros dos países. En verdad, tendría
un desastroso efecto en toda la alianza. Esto es lo último que cualquiera de
los dos desearíamos. En consecuencia, espero enormemente que por el momento
usted pueda encontrar alguna forma para mantener estos misiles en Francia.
Con
los mejores deseos, Margaret Thatcher.
El
mensaje fue entregado inmediatamente, y la dura advertencia de Thatcher logró
que Mitterrand se las ingeniara para demorar la entrega de los misiles a Perú
hasta julio.
Entrenamiento
para defensa de las "Falkland"
Producida
la rendición argentina en Puerto Argentino, los británicos aceleraron la
planificación de las medidas de defensa de las islas ante la negativa de la
declaración formal del cese de hostilidades. Entre esas medidas se encontraba
la reparación y prolongación de la pista de la base aérea para permitir la
operación de los caza-bombarderos F-4 Phantom. Estos aviones habían sido
desplegados a la isla de Ascensión, y ahora aguardaban la finalización de los
trabajos en Malvinas para comenzar su despliegue.
La
amenaza argentina seguía latente, y en la Real Fuerza Aérea previeron la
necesidad de reeditar los entrenamientos con los aviones franceses, esta vez
para los pilotos de los Phantom.
El
23 de junio se elevó un requerimiento al Ministerio de Defensa con la idea para
calificar un grupo de 16 pilotos en la base aérea de Coningsby, con un mínimo
de 8 salidas, idealmente 16, por cada tipo de avión. El avión debería ser
representativo de aquellos de primera línea con la misma firma de radar y
capacidades de las aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina en el teatro. En la
consulta al Foreign Office, el ministerio de Defensa solicitaba "opinión
sobre las implicancias políticas de estas propuestas, ya que los franceses aún
podrían estar algo sensibles como resultado de la nota en The Mail on Sunday
sobre su asistencia en suministrar entrenamiento para los Harrier".
El
3 de julio, el Agregado de Defensa Británico en París se comunicó con el General
Bernard Capillon, Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Francesa para
consultarle "si era posible preparar un destacamento de F4 contra Mirage/Súper
Etendard en el futuro próximo para entrenamiento de combate aéreo". La
respuesta del General francés fue alentadora, "pero debería tener
aprobación política", y que tendría que solicitar a la Aéronavale por los Súper
Etendard, pero que estimaba no habría problemas para arreglarlo.
Tal
vez por simple coincidencia, o cumpliendo el presagio de Thatcher en que se
sabría públicamente si Francia entregaba armas, mientras que se preparaba la
entrega de los misiles Exocet a Perú, el 25 de julio el The Sunday Times
publicó un informe de Isabel Hilton en el que se afirmó que expertos franceses
prosiguieron mostrando a los argentinos cómo utilizar los misiles Exocet aún
después de comenzado el conflicto.
La
noticia golpeó duro en la opinión pública y enfureció a las autoridades
francesas. El informe revelaba que un equipo de nueve técnicos franceses de
Dassault y Aérospatiale había ayudado a la Armada Argentina para preparar para
el combate los Súper Etendard, colaborando y supervisando los trabajos de
alistamiento de los misiles Exocet. Más embarazosa resultaba la mención de que
el presidente de Aérospatiale era el General Jacques Mitterrand, hermano del
presidente de Francia. "Estoy seguro que el señor Mitterrand nunca se lo
habrá dicho a la señora Thatcher, pero en el fondo de su corazón debe haber
estado muy, pero muy feliz", declaró un oficial naval argentino a la
periodista británica.
“Equipo
francés ayudó a ajustar los Exocet asesinos”, Informe publicado por “The Sunday
Times” el 25 de julio de 1982, que provocó la furia de los franceses
En
una entrevista radial el 26 de julio a Geoffrey Pattie, Subsecretario de Estado
de Defensa, acerca de la controversia sobre los Exocet, el periodista Chris
Lowe formuló una serie de preguntas cuyas respuestas por parte del funcionario
comprometían a los franceses.
Pattie
afirmó al aire que los franceses "enviaron aviones para que nuestros
Harrier se entrenaran contra ellos antes que partiera la Fuerza de Tareas
porque no estábamos familiarizados, particularmente con uno de los dos tipos de
aeronaves que tenían los argentinos. (…) Bien, no estábamos particularmente
familiarizados, en particular, con el Súper Etendard, y la Fuerza Aérea
Francesa estaba preparada para proveernos una de estas aeronaves para
permitirnos familiarizarnos con la performance de ese avión, de modo que
nuestros pilotos supieran exactamente qué hacer y qué no y, como digo, ese es
el tipo de actividad que uno podría esperar de un amigo y aliado". Ante la
pregunta de si los franceses habían trabajado para ambos bandos, Pattie
respondió en forma evasiva, pero sin negar la información: "Bueno, esas
son… esas son sus palabras, no las mías. Quiero decir, yo no… ah… repito que el
gobierno francés ha manifestado su posición. Se rehusaron a enviar más armas a
la Argentina o suministrar algún personal. Si hubo alguna gente en la Argentina
que permaneció allí, no estoy en posición de decirlo".
Fue
entonces que Heisbourg, asesor del ministro de defensa francés, dijo a uno de
los agregados militares británicos en París que Hernú se había sorprendido ante
las recientes declaraciones del Sr. Pattie sobre la asistencia francesa a la
Real Fuerza Aérea durante la crisis de Malvinas y consideró lamentable que un
tema confidencial haya sido mencionado públicamente.
Heisbourg
dijo que esperaba que el affaire del The Sunday Times ahora quedara cerrado y
que la investigación realizada en Francia ya había terminado. Aun cuando su
gobierno deseaba dar una vuelta de página al episodio, los fabricantes de armas
franceses habían quedado señalados como los responsables, quienes sintieron que
habían sido injustamente acusados. El funcionario francés advirtió a su
interlocutor que los industriales comprometidos invocaban tener elementos que,
si eran conocidos, desviarían la culpa hacia otro lado.
En
privado alegaban que, durante el conflicto, una firma italiana que fabricaba
bajo licencia de una compañía británica había suministrado repuestos para los
asientos eyectores de los Mirage argentinos; que un equipo de Rolls Royce ya
había regresado a la Argentina para discutir la venta de turbinas de aviones; y
que la misión de adquisiciones argentina desplazada desde Londres se había
establecido en Hamburgo y estaba muy ocupada en negociaciones con compañías de
armas alemanas. Existía considerable rencor en la industria francesa de
armamentos sobre lo que fue visto como un trato mezquino por la prensa
británica después de todos los esfuerzos realizados.
El
The Sunday Times volvió a la carga. El 1° de agosto publicó un nuevo informe
señalando las omisiones y dudas que quedaban luego de la desmentida del
gobierno francés, y que ésta no hacía más que confirmar el reporte original.
Bajo el título "Cortina de humo en París" el editorial del diario
señalaba: "La declaración oficial francesa sobre el informe, en realidad
no resulta ser una negativa. En cambio, recurre a insultos, utilizando frases
como 'erróneos' y 'tendenciosos', sin indicar los supuestos errores y
prejuicios. Las autoridades francesas debieron actuar con mejor elegancia si
hubieran admitido en ellos duplicidad o incompetencia. Esas son las dos únicas
conclusiones para sacar".
Pero
la paciencia tenía un límite. El Ministro de Defensa francés había decidido
postergar sin fecha los entrenamientos con aviones de ambos países.
El
4 de agosto, el Vicejefe del Estado Mayor de Defensa francés, General del aire
Jean Paul Arbelet, visitó personalmente al Agregado de Defensa en la embajada
en París para explicar la decisión tomada por Hernú. Estaba directamente
motivada en la saga de artículos del The Sunday Times sobre la ayuda francesa a
los argentinos y el fracaso del gobierno británico en la negación de las
afirmaciones allí contenidas.
Arbelet
explicó que Hernú estaba muy molesto con las declaraciones del Sr. Pattie
revelando que los Súper Etendard habían estado disponibles para entrenamiento
con los Harrier británicos antes de su partida para reunirse con la Fuerza de
Tareas. Hernú lo consideró una ruptura de confianza y un intento deliberado
para comprometer el comercio de armas de Francia con América del Sur.
El
embajador Fretwell envió su sugerencia al Foreign Office: "No estoy seguro
que podamos persuadir a Hernú de cambiar de parecer luego que nos ha comunicado
formalmente su decisión a través del Agregado de Defensa, pero usted podría
considerar con el Ministerio de Defensa si podría enviarse un mensaje
ministerial explicando nuevamente el contexto en el cual habló el Sr. Pattie y
expresando la esperanza de que el entrenamiento de combate aéreo pueda ser
reestablecido en una fecha próxima".
El
Comodoro del Aire J M A Parker, Agregado de Defensa y Aéreo en la Embajada
Británica en París, remitió una copia de la carta entregada por el General
Arbelet confirmando la postergación indefinida del ejercicio, señalando que
"la situación es sensible en este momento y considero que no se aplacará
sino hasta que sea demasiado tarde para realizar este ejercicio antes que el
escuadrón parta hacia el Atlántico Sur".
En
el Ministerio de Defensa, el secretario R J Harding concluía el 6 de agosto que
"esta es una peculiar reacción francesa a la situación y que nada se
obtendrá continuando la discusión del asunto. En estas circunstancias,
decepcionante como resulta ser, creo que debemos dejar que el tema descanse por
un tiempo".
Una
relación especial a punto de quebrarse
En
su informe sobre la "Actuación de Francia sobre Malvinas", el
embajador John Fretwell destacó que "la mayor presión sobre el gobierno
para romper filas con el Reino Unido provino del lobby de la industria de
armas. También debieron haber existido presiones de otros sectores del gobierno
debido a la importancia de la venta de armas en la balanza de pagos de
Francia", y que para evaluar la actitud de Francia durante el conflicto
"también debemos tener en cuenta que en el momento de máxima preocupación
británica durante la crisis de las Malvinas, Mitterrand eligió ponerse en
contra nuestra algo despiadadamente en la Comunidad, sobre el tema de los
precios agrícolas y el presupuesto; y siguió amenazándonos gratuitamente con una
crisis sobre la naturaleza de la participación británica. Entonces, sin tener
que ser groseros, deberíamos estar en guardia en contra que los franceses
saquen ventaja indebida de nuestra gratitud por el apoyo que nos
extendieron".
Tal
vez de mayor relevancia, resultaba su apreciación sobre la posición francesa
sobre la soberanía de las islas: "Los franceses no aceptan el reclamo
británico sobre las Malvinas. Es probable que nuevamente nos soliciten negociar
con Argentina si allí surge un gobierno estable. Probablemente no quedarán
convencidos por los argumentos que les adelantaremos para justificar nuestra
posición sobre la soberanía, pero podría responder a las advertencias sobre el
peligro de socavar los acuerdos territoriales de larga data y el argumento
simple que asumimos que los franceses no esperan que les digamos qué hacer con
sus posesiones de ultramar".
La
relación entre Gran Bretaña y Francia durante el conflicto, si bien parecía ser
óptima en abril, se fue deteriorando progresivamente a partir del
funcionamiento operativo del binomio Súper Etendard–Exocet. Con el hundimiento
del destructor HMS Sheffield comenzaron los recelos que persistieron aún
finalizado el conflicto, con los británicos presionando al gobierno francés
para que suspendiera las entregas de misiles, primero a Perú, y luego a la
Argentina, tras levantar el embargo de armas. Francia terminó frustrando esos
deseos, cumpliendo –aunque tardíamente- con los contratos firmados.
A
pesar de las protestas británicas, en el puerto de Saint-Nazaire se embarcaron
secretamente nueve aviones Súper Etendard, mientras que un cargamento de cinco
misiles Exocet salía por medio aéreo hacia su destino en la Argentina en la
noche del 20/21 de noviembre de 1982.
Los
franceses lo hicieron con gran discreción a fin de "evitar interferencias
británicas".
Fuente:
https://www.infobae.com
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