17 de noviembre de 2019

THE FALKLAND FORTRESS. EL PARADIGMA BRITÁNICO EN EL ATLÁNTICO SUR.



Por Federico Gómez

Finalizado el conflicto del Atlántico Sur el 14 de junio de 1982, el gobierno británico tomó la decisión de iniciar el fortalecimiento defensivo de las Islas Malvinas, Islas Georgias y Sándwich del Sur, mediante el establecimiento de una base aérea militar, con proyecciones a toda la zona en conflicto y con potencialidad a todo el Atlántico Sur.  La decisión tomada por el gobierno de Margaret Thatcher de iniciar la construcción de la misma, sería basamentada en pos de la iniciativa para el desarrollo de la economía de las islas, adoptando las recomendaciones obtenidas del Informe Shackleton[1].  Asimismo, la potencialidad de la base dentro del esquema de juego de la guerra fría habría de introducir una nueva variable: la proyección del conflicto este-oeste en el Atlántico Sur. Es así como Rodolfo Terragno describe la traspolación del conflicto este-oeste hacia el hemisferio sur al describir las características de la nueva base militar la cual coordinaría sus esfuerzos con otras bases militares del Reino Unido y de la OTAN como la existente en isla Ascensión.
                                                         
Terragno identifica asimismo que las mismas variables operativas de esta base no se hallaban en otras instaladas por el Reino Unido en el resto del globo, “Gran Bretaña no tiene otra base semejante. Aparte de las fuerzas estacionadas en Alemania Occidental, solo en Hong Kong hay un contingente militar británico tan numeroso. En relación al número de habitantes, el de Malvinas es el único: 7000 soldados cuidan a 1800 isleños”[2].  Es así que tomada la decisión de construir esta nueva base en las islas se iniciaría un nuevo proceso de concentración de fuerzas militares de última tecnología, creando un nuevo paradigma de seguridad y presencia imperial británica en el Atlántico Sur.

Antecedentes de la Falkland Fortress: la guarnición Malvinas antes de 1982.

Al producirse la recuperación del control de las Islas Malvinas, mediante la conocida Operación Rosario, el día 2 de abril de 1982, las fuerzas argentinas hallaron focos de resistencia, los cuales habían sido contemplados en el diseño de la operación original.  El destacamento militar que se hallaba asentado en las islas estaba compuesto por miembros de la infantería de marina británica, los cuales comprendían un total de 50 hombres, sumado a ello una suerte de tropa isleña, que componía la Fuerza de Defensa de las Islas Malvinas (hoy en actividad). Su base se encontraba cercana al arroyo Caprichoso y desde allí se diseñaron en base a las decisiones del gobernador de las islas en ese momento, Rex Hunt, las maniobras destinadas a frenar el desembarco de las fuerzas argentinas en las playas de las islas en la madrugada del 2 de abril. La presencia del HMS Endurance, en las proximidades de las islas, le permitió encontrar un refuerzo de tropas como así también de armamento para poder desarrollar una defensa, quizás no definitiva pero sí, que demorase el operativo argentino.
                                                      
Al producirse la rendición del gobernador, se observó que las pautas originarias de la Operación Rosario habían sido implementadas según fueron descriptas. Entre las mismas, la necesidad de no producir bajas fatales en las tropas británicas ni en la población isleña por parte de las fuerzas argentinas.  El análisis posterior, originado en parte del Informe Franks[3], realizado por el gobierno británico redundo en la necesidad imperiosa de articular un sistema de defensa ostensiblemente superior al que se contaba en 1982 en las islas, para poder desarticular cualquier amenaza al nuevo status en las Islas Malvinas.

La construcción y características de la Base en Mount Pleasant (1982 a 1985).

La política de seguridad para los isleños, adoptada por el Reino Unido, creando una instancia física de defensa, se concibió como obligatoria en relación a la situación de enfrentamiento y la no declaración del cese de hostilidades por parte de la República Argentina.  La construcción de esta base requeriría contar con la presencia de personal que fuese acorde a las etapas de construcción y a las cantidades necesitadas; es por ello que el personal que se hallaba como dotación durante la construcción de la misma, nunca fue menor a 3000 soldados, sumado a ellos, los que se hallaban embarcados en las naves que circundaban las aguas de las islas.  De esta manera la inversión de 300 millones de libras esterlinas, como índice de la magnitud del esfuerzo presupuestario final para la construcción de esta nueva base aérea, fue estimada por el gobierno británico. La misma reemplazaría al anterior aeropuerto cercano a Puerto Argentino, el cual como consecuencia del conflicto había finalizado su operatividad a causa de los bombardeos británicos ante la presencia de aeronaves y personal militar argentino durante el desarrollo del conflicto.  La construcción de este nuevo aeropuerto, con la arquitectura de una base militar, tendría dos proyecciones claras hacia las islas y su población; una de las proyecciones era dirigida al mantenimiento del contacto de los habitantes de las islas con el Reino Unido, ya que el mismo era apto para el aterrizaje de aeronaves de transporte (aeronaves como y la otra referida a su potencial como elemento de disuasión hacia la Argentina. Esta arista se referenciaba a que el mismo gobierno argentino, había planificado esta estrategia de adoptar “un estado de tensión lo suficientemente alto para que ésta (Gran Bretaña) construyera una base militar que fuera muy costosa de mantener”[4]. Según el análisis realizado por Gustafson (1988, 184), esta estrategia seguida por el gobierno radical del Dr. Alfonsín fue abandonada hacia inicios de 1984, ante la actitud británica de continuar con las inversiones hacia la construcción y finalización de la misma demostrando su predisposición a enfrentar dichas erogaciones.  En el proceso de construcción de la base, la presencia aeronaval en las islas era exorbitante; alrededor de doce naves entre fragatas y destructores de un total de cincuenta naves en condiciones reales de enfrentar un conflicto; submarinos con propulsión nuclear, se llegaron a identificar cuatro o cinco de esta clase de un total de catorce en la marina británica. En relación al poder aéreo, se contaba con cuatro interceptores F4, entre cuatro y seis Sea Harrier y Phantom además de los correspondientes aviones cisternas y de reconocimiento marítimo tipo Hércules, como así también helicópteros Chinook, Sea King, Lynx, Scouts y Gazelle.  Las unidades antiaéreas estaban compuestas por unidades Rapier y Blowpipe, contando para su apoyo e identificación de objetivos con tres estaciones de radares ubicados en línea, sumados a estas, líneas de comunicación y sistema computarizados de alerta temprana.  En declaraciones realizadas a la prensa británica de ese momento, el subsecretario adjunto John Peters declaró “que aun cuando el aeropuerto actual es adecuado para los aviones de la guarnición y puede servir como terminal de un puente aéreo (…) es necesario disponer de pistas más largas a fin de operar transporte estratégico a y desde las islas”[5].  Con el objetivo principal de su pronta inauguración, como base estratégica de las fuerzas armadas británicas, el gobierno de Margaret Thatcher continuó con la reestructuración financiera para hacer frente a los insumos necesarios.  Próximo a su inauguración, el Canciller argentino Dante Caputo, ideó una estrategia de denuncia múltiple en cuanto organismo regional e internacional tuviese eco, como así también los foros donde pudiese expresar estas denuncias, sobre la amenaza que la Fortaleza Falkland representaba para la paz institucionalizada de la región, con el posicionamiento del conflicto Este-Oeste en ese sector puntual del hemisferio; varios analistas interpretaron y reflexionaron sobre la cuestión en dos grandes dimensiones, uno dimensionaban la amenaza de la presencia de tropas de un país ajeno a la región y en otra instancia el análisis hacía referencia a la condición política del Reino Unido se debía a un condicionamiento establecido por la Argentina al negarle transporte y logística para continuar con el desarrollo de las islas.  La inauguración final el día 12 de mayo, contó con la presencia del Ministro de Defensa británico, Heseltine y el mismo Príncipe Andrés quien estuvo en el campo de batalla en 1982, como piloto de armada. Con la inauguración de la base aérea y de sus instalaciones, el potencial de la misma y su proyección comenzaban a develarse.
                                                         
La modificación del modo de proceder en la esfera ictícola de negociaciones y de manejo de la cuestión desde el gobierno argentino, conllevó a un endurecimiento ante cualquier variable que introdujese una modificación en el status de la cuestión.  Como ejemplo de ello, se visualizan dos instancias una militar y una diplomática; el incidente con un buque pesquero de origen taiwanés, el cual desconoció la soberanía argentina sobre las islas y sus aguas circundantes; ante las negociaciones dilatadas por su tripulación, el mismo fue hundido por la Prefectura Naval Argentina, produciendo el fallecimiento de uno de sus tripulantes[6]; este incidente claramente se traduce hacia la instancia militar. Esto fue denunciado por el gobierno inglés como “patrullaje agresivo”.   En relación a la instancia diplomática el establecimiento de una zona de exclusión unilateral, denominada Zona Interina de Conservación y Administración Pesquera (FICZ), la misma comprendería un área circundante a las islas de 150 millas desde el territorio de las mismas. El rechazo argentino no tardaría en llegar. El accionar unilateral británico, fue consecuencia de los acuerdos de licencias de pesca originados entre la Argentina y la URSS y Polonia, los cuales podrían acceder a las zonas pesqueras en conflicto. Desde allí se iniciaría un impasse, en lugar de generar un continuum en las negociaciones pacíficas, entre el gobierno de Raúl Alfonsín y el gobierno de Margaret Thatcher y su sucesor. La constitución, el 27 de octubre de 1986 de la Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZPCAS), mediante la resolución 42/16 de las Naciones Unidas, se estructuró hacia la búsqueda de un área libre de conflictividad donde se hallase prohibido la presencia de material y armas nucleares, como así también la consecución de la paz. La Argentina hizo referencia exacta a la potencial imposibilidad de no existir esa instancia temporoespacial buscada como consecuencia de la presencia militar inglesa en el mismo Atlántico Sur y ante las noticias y denuncias crecientes, originadas en ONG´s y científicos de Europa, pero sin comprobar, al menos hasta el momento en esa época[7], sobre la existencia de material nuclear hundido junto a los buques que fueron atacados y hundidos por la Fuerza Aérea y la aviación de la Marina Argentina.  Ya iniciado el año 1988, el Ministerio de Defensa británico formula y da a conocer la noticia referida a la realización de un ejercicio militar de combate conjunto de las tres fuerzas, aproximadamente para el mes de marzo. El mismo adoptaría el nombre de Fire Focus, mediante el cual se desarrollaría el poder de desplazamiento de tropas, y la implementación de un sistema defensivo moderno ante un ataque armado, proveniente desde un territorio cercano; este fue el objetivo principal del ejercicio Fire Focus, disuadir cualquier intento militar de uso de la fuerza, desplegando el potencial defensivo y de contraataque propio de la base, en la cual las tres armas llevan adelante sus funciones. En números la presencia del ejército real se manifestó por las acciones de mil hombres de esta fuerza, sumados los aviones propios de la base, desplegando las armas de la Fuerza Aérea y completando la tercera arista del ejercicio militar, la Marina Real proveyendo los buques que se verían involucrados en las maniobras de despliegue.  Ante esta intervención y modificación del status, contrariando las resoluciones de Naciones Unidas, la Cancillería por orden del Poder Ejecutivo inicio un proceso sistemático de denuncias ante los organismos internacionales. La OEA y las Naciones Unidas fueron el ámbito propicio donde el reclamo argentino históricamente tuvo lugar, y desde donde se hallaron los caminos a la denuncia del accionar británico.  El Canciller Dante Caputo presento dichas denuncias describiendo que “la situación creada en el Atlántico Sur por la decisión del Gobierno Reino Unido de conducir maniobras militares en las Malvinas…”[8] representaba un quiebre a la voluntad argentina de allanar los caminos de diálogo y paz, propuesto por el gobierno de Alfonsín; asimismo el gobierno argentino dispuso la movilización de tropas en respuesta a la realización de estos ejercicios.  Un punto de vital importancia que debemos resaltar en esta sección del presente trabajo es sobre el desarrollo misilístico argentino, bajo el proyecto Cóndor II[9]; el mismo representaba una amenaza a la seguridad militar y civil británica en las islas, su particular desarrollo y final, con la asunción de Menem como presidente de la República, son potenciales puntos clave para comprender como se desarrollarían las relaciones militares entre el continente y las islas.

La década de 1990, marcado por la seducción y atraído por la bilateralidad.

El inicio de la gestión de Carlos Menem y su política exterior hacia la Cuestión Malvinas, es caracterizado por la concreción de los acuerdos de Madrid I (octubre de 1989) y Madrid II (febrero de 1990). Por medio de estos la consecución del restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Reino Unido fue lograda, con el surgimiento de la ingeniería del “paraguas de soberanía”, consistente en la protección de los derechos de cada parte en lo que respecta a los archipiélagos y espacios marítimos circundantes, pero a su permitió la reanudación de las relaciones diplomáticas, consulares y económicas[10]. Estos mismos acuerdos generarían instancias de distención en la esfera militar ante la implementación de instrumentos diplomáticos políticos, tales como monitoreo y aviso previo de transito de naves militares de ambos estados en la zona como otras medidas de coordinación y generación de confianza.  La vinculación con los Estados Unidos, mediante las relaciones carnales, avizoró la mejora de las relaciones con el Reino Unido, hacía la búsqueda de acuerdos y cooperación, dando lugar a la instancia temporoespacial de concreción de los acuerdos en materia de hidrocarburos y pesca. Sumado a ello, la posterior finalización del proyecto Cóndor II, como la participación argentina como socio extra-OTAN, generarían vínculos de confianza mutua hacia el Reino Unido. La Declaración Conjunta sobre Cooperación en actividades petroleras en el Atlántico Sud Occidental de 1995, tuvo gran repercusión a nivel nacional, siendo duramente atacada desde la oposición política, sobre los beneficios que la misma tendría y los perjuicios que acarrearía. La cuestión pesquera, fue abordada desde la construcción de una comisión científica, la cual velaría por la protección y el estudio de esa riqueza, para su aprovechamiento sustentable, mediante misiones conjuntas y la administración responsable en el otorgamiento de licencias para su explotación. El diseño de una política propia dirigida hacia los isleños, fue la concretada durante la presente gestión, más conocida como política de “seducción a los Kelpers”, la cual debe ser reinterpretada claramente como peligrosa, debido al grado de valorización que le era reconocida a los isleños en la posibilidad de interactuar con el gobierno argentino, más allá de lo simpático e irrisorio que la misma representará mediante el envío de ositos Winnie the Pooh, para los niños en las islas y otros regalos como tarjetas de salutaciones para fin de año, de parte del Canciller, Guido Di Tella. Dos acontecimientos de repercusión nacional se sucederían a mediados de la década de 1990; en la Reforma Constitucional de 1994, se incorporó por primera vez la Cuestión Malvinas, por medio de la Disposición Transitoria N° 1 de dicha constitución, como un mandato nacional al declarar de manera legítima e imprescriptible nuestra soberanía nacional sobre las Islas Malvinas, Islas Georgias y Sándwich del Sur y sus aguas circundantes, posicionándola como un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino; en la cuestión humanitaria, la autorización del viaje de los familiares de caídos en el conflicto del Atlántico Sur, fue permitida por el Reino Unido y concretada  por la gestión de ese entonces. Promediando la segunda gestión de Menem, la política de seducción a los isleños, claramente había comenzado a demostrar sus características paupérrimas de abordaje a dicha cuestión; motivados por estas consecuencias el gobierno inicio dos caminos, el reposicionamiento de la cuestión mínimamente en los foros internacionales y la posibilidad concreta de iniciar la promoción del tema mediante acciones judiciales y la indemnización de los kelpers.  La concreción para julio de 1999, al finalizar la gestión, del acuerdo de Vuelos Aéreos, que conectaran y comunicaran al continente con las islas y viceversa, no fue el producto de las gestiones nacionales, sino la consecuencia de un acontecimiento internacional, el arresto de Augusto Pinochet por parte del gobierno británico, lo que causo el cese de los vuelos a las islas desde Chile, como represalia de este último. De esta manera los ciudadanos argentinos podrían volar nuevamente a las islas, cumplimentando ciertos requisitos, entre ellos uno muy importante, la utilización del pasaporte internacional.

El reposicionamiento de la base de Mount Pleasant en la década del noventa.

Descripta la política exterior de los años noventa hacia la Cuestión Malvinas, a manera de aproximación, debemos interpretar el reposicionamiento de la Fortaleza Falkland, en su proyección ante el Nuevo Orden Mundial, luego de la desaparición de la Unión Soviética y en su rol de comunicación de las islas con el mundo. Cuál debería ser la proyección de la misma y su desarrollo, sería los interrogantes planteados en aquellos años, por el gobierno británico en el poder.

La necesidad de reposicionar a la base en función de las necesidades de desarrollo económico, social y político de las islas, proyectaría las nuevas instancias de formulación de la misma. Es así que, como instrumento comunicacional de los habitantes de las islas con el continente, como así también como actor estratégico, la base iniciaría un nuevo proceso de conformación interna, la cual devendría en una estación itinerante de oficiales de las fuerzas armadas británicas, punto nodal de las comunicaciones de las islas y como nuevo paradigma constituido de la presencia extranjera militar en América Latina. 

La Alianza: diplomacia multilateral e instancias de confianza mutua.

La construcción de un andamiaje diplomático hacia la Cuestión Malvinas, durante el gobierno de la Alianza, fue estructurada desde el Instituto Programático de la Alianza, el cual se constituyó como el think tank, desde el cual se generarían las pulsiones necesarias para la construcción de un abordaje hacia la Cuestión Malvinas. El mismo estuvo constituido por grandes diplomáticos, políticos, académicos y especialistas en la cuestión[11]. La decisión de restablecer la cuestión en la agenda internacional, tanto en los foros como ámbitos donde la cuestión sería tratada, se contraponía al proceso anterior, abandonando la seducción y reimpulsando la histórica resolución 2065 de las Naciones Unidas, todo ello aspirando “a dar continuidad a la acción y fortalecer la capacidad negociadora regional. Una política de Estado sobre Malvinas, no debe reducirse a un ejercicio en el que el Gobierno propone y la oposición acepta, retoca o rechaza las ideas. Se trata en cambio, de la construcción conjunta de una estrategia sobre los problemas que abarca la cuestión. Hay que avanzar en el diálogo con el Reino Unido, con el objeto de lograr acuerdos que contengan los procedimientos, los tiempos y etapas para construir y fortalecer las medidas de confianza recíproca entre las partes. Se debe actuar en dos planos, mutuamente condicionados: el de las comunicaciones, el económico y el de la circulación de personas entre las islas y el territorio continental, por un lado y el político que debe conducir a diálogos amplios que incorporen la cuestión de la soberanía. La continuidad de las negociaciones dependerá del acuerdo de las partes. La Alianza está abierta a la consideración de diversas fórmulas que puedan facilitar estos objetivos. La construcción de la confianza es un proceso que requiere tiempo y una profundización paulatina”[12].  En relación a la construcción en el plano de ámbitos de confianza entre ambos gobiernos, la creciente cooperación y el diálogo fueron traducidos en varios gestos y acciones simbólicas; el retiro de la guarnición militar británica en las Islas Georgias fue aplaudido por el gobierno nacional. La misma se hallaba activa desde finalizada la guerra en 1982. Sumado a este repliegue militar y luego de duras negociaciones y diálogos, el retiro del veto para que la Ciudad de Buenos Aires se convirtiese en la Sede del Tratado Antártico, sería la culminación de años de negociación referidos a ese tema. La cooperación para la realización del Estudio de Factibilidad de Desminado de las islas, como obligación del Tratado de Ottawa de 1997, del cual ambos estados son partes, quedaría latente ante la convulsión interna que sufriría el gobierno nacional, y con su posterior caída la crisis y eclosión nacional en diciembre de 2001.

El inicio de la evolución de la Fortaleza Falkland: el segundo Orden Mundial post 11 de septiembre.

Producidos los ataques el 11 de septiembre de 2001, contra los Estados Unidos y los posteriores ataques producidos ya en Londres y en Madrid, por parte de grupos islámicos vinculados o miembros de la red de Osama Bin Laden, la decisión del gobierno de Tony Blair, de ser partícipes de la cruzada contra el terrorismo islámico internacional, produciría una evolución propia de la base. Iniciado en nuestro país el gobierno de Néstor Kirchner, las relaciones entre la Argentina y el Reino Unido serían enfriadas drásticamente, como consecuencia de diversas medidas adoptadas por ambos estados.  El reclamo de soberanía nacional tendría como vocero, al Canciller Rafael Bielsa, desarrollando sus funciones desde la XXIII Reunión de la Comisión de pesca del Atlántico Sur (2003), como así también en el ámbito de foros internacionales, como el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, o en el marco de la OEA o el Mercosur. La posición intransigente del gobierno británico ante la renuencia isleña de no permitir vuelos de bandera argentina a las islas, lo que derivó en el cese de vuelos chárter permitidos hasta ese momento por la Argentina, solo permitiendo los vuelos que se constituyeron en el acuerdo de julio de 1999. En relación con la cuestión ictícola, el claro deterioro del recurso por la sobreexplotación y las excesivas ventas de licencias pesqueras de manera unilateral por parte del gobierno de las islas, produjo consecuentes roces, perjudicando las negociaciones en esa materia. El cese de las reuniones del comité de pesca del Atlántico Sur, como así también el subcomité científico para la preservación del recurso, sería el resultado de estas acciones.  En la instancia de negociación de humanitaria, la finalización en el año 2005 de la construcción del cenotafio en el cementerio, como fue analizado anteriormente, abrió una nueva instancia de negociación para su inauguración; dentro de esta misma esfera, la humanitaria, el diálogo para la concreción del Estudio de Factibilidad de desminado de las islas, tendría grandes avances, en función de las fechas límites impuestas a los estados partes del Tratado de Ottawa.  Con el cambio de Canciller y la asunción de Jorge Taiana, la continuidad de la política exterior hacia Malvinas, con sus características y variables, sería acrecentada.

En el año 2007, año de la conmemoración del vigésimo quinto aniversario de la finalización del conflicto del Atlántico Sur, la decisión de finalizar la Declaración Conjunta sobre Cooperación en actividades petroleras en el Atlántico Sud Occidental de 1995, fue el reflejo de la política exterior hacia la Cuestión Malvinas, durante la gestión de Néstor Kirchner, momento en el cual el Canciller Taiana declaró que “el Reino Unido ya no podrá pretender justificar, desde la letra y espíritu del acuerdo, su ilegitimo accionar unilateral en nuestra plataforma continental que llevara a la parálisis, hace ya siete años, a la comisión bilateral creada por el entendimiento…”[13]. Esta decisión fue motivada por el constante accionar unilateral isleño, pero con el apoyo británico, de desarrollar políticas tendientes a la exploración y explotación de los potenciales recursos petroleros en las aguas circundantes a las islas, determinando efectos negativos en los intereses argentinos. Es en esa precisa instancia temporal, donde diversos medios de comunicación argentinos y británicos, con motivo del 25° aniversario del conflicto de 1982, viajaron a las islas y pudieron contemplar la magnitud e importancia estratégica de la base, como así también su potencial proyección militar hacia Sudamérica, el Atlántico Sur y sobre una porción del continente antártico. Allí se apreció el verdadero potencial de la base. En diversas publicaciones y programas periodísticos se hacía referencia a las instalaciones militares, las cuales eran propias de una base de la OTAN y por demás avanzadas en comparación con bases militares de los países latinoamericanos.

La potencialidad de la FORTALEZA MALVINAS en el nuevo sistema internacional y su proyección a la región.

Durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, la continuidad de una política de gobierno hacia la Cuestión Malvinas, originada en la elaborada e implementada por su antecesor Néstor Kirchner, se visualizó mediante la continuidad de una agenda de exposición de la cuestión en diversos foros regionales e internacionales; asimismo las diversas instancias de encuentro bilateral con el Primer Ministro británico Gordon Brown, fueron propicias para destacar el reclamo argentino sobre las islas y sus aguas circundantes. Debiendo observar la actualidad del sistema internacional, como así también la realidad regional, un abordaje en una instancia no mayor a dos años con anterioridad, nos permite analizar como la instancia militar se ha proyectado en mientras que otras variables como la económica, la diplomática o la referida a cooperación se han mantenido sino han disminuido en función de los medios de comunicación. La actual situación de complejidad referida a cuestiones de seguridad, desarrollo económico estratégico, potencial desarrollo energético, explotación off shore de recursos propios, han posicionado a Brasil como un actor no ya regional sino continental, de manera de visualizar la potencialidad que el Atlántico Sur, comporta para el mismo. La actual agenda de cooperación SUR-SUR, la cual crea nuevas instancias de encuentro como la conformada en el marco de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur, nos devela nuevas agendas en las que el desarrollo de nuevas energías, como la nuclear para su uso pacífico y la cooperación para la conservación y desarrollo de recursos ictícolas, no son coincidentes con la presencia militar británica en el Atlántico Sur. Debemos claramente analizar el comportamiento de Estados Unidos en ésta ecuación; la reactivación de la IV Flota desde hace dos años (la cual fue creada en el año 1943 teniendo como objetivo contrarrestar la presencia de naves del eje nazi fascista, durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial) con el propósito, según las declaraciones del propio gobierno norteamericano, de brindar asistencia humanitaria en aquellas regiones del hemisferio sur donde sean requeridos. La potencialidad real del IV Flota es en función de remarcar la presencia norteamericana en la región, para la observación de los flujos navieros de los estados ribereños al Atlántico.  A mediados de mayo del año 2009, un documento originado en el Directorio General de Políticas Externas de la Unión Europea, perteneciente al Parlamento Europeo, fue dado a conocer sobre temas de seguridad y defensa de la Unión Europea. Más allá de ser un documento, no reservado ya que el mismo tuvo difusión, vemos la real significación que las Islas Malvinas y la base de Mount Pleasant representa para la Unión Europea, además del Reino Unido.   Este documento denominado “The Status and Location of the Military Installations of the Member States of the European Union and their Potential Role for the European Security and Defense Policy (ESDP)”, realiza una gran y explicita descripción de las bases de los Estados miembros de la Unión Europea en todo el globo, destacando la necesidad para satisfacer y fortalecer la defensa y seguridad de la misma, europeizando estas bases en su mayoría de dominio británico y francés. Inmediatamente la Cancillería argentina rechazó de forma categórica esta presentación y el informe mismo, esgrimiendo que los estados miembros de la Unión Europea antes lo son de las Naciones Unidas y que deben respetarlas resoluciones referidas a la existencia de un conflicto en torno a la soberanía de las islas. En un pasaje de dicho informe se hace referencia a la necesidad de esta acción, ya que  "en un mundo cada vez más multipolar, dar un enfoque renovado a estas bases es una prioridad apremiante para Europa, particularmente en una época de creciente competencia geopolítica"[14].Este rechazo argentino se suma a los realizados en el año 2004 donde la Argentina protestó ante las Naciones Unidas, por la re jerarquización de la base en las islas y más recientemente, mediante las denuncias de los años 2008 y 2009 por ensayos misilísticos. Mount Pleasant hoy: potencialidades y proyecciones,

En un sistema internacional donde la consecución de recursos energéticos no renovables como el petróleo y la búsqueda de recursos esenciales para garantizar la vida de la población (alimentos y agua) ha desatado una carrera por el posicionamiento a estas fuentes de recursos, vitales y estratégicos para los Estados.

Las potencias globales o regionales demarcan y potencian su presencia en los mares y océanos del mundo (la IV Flota, por ejemplo), expresando su vocación de detentores del poder global; los estados ribereños tienen a su alcance herramientas jurídicas como la presentación ante el organismo de las Naciones Unidas que dictaminará sobre la expansión a 350 millas de soberanía sobre cada mar en particular. Asimismo, las acciones particulares de cada estado en pos de detentar un natural poder y presencia sobre los mares es la herramienta ideal, como Brasil en su búsqueda de recursos hidirocarburíferos en el Atlántico y el desarrollo conjunto con Francia en el corto plazo de submarinos (uno de ellos nuclear) para posicionarse en este nuevo sistema internacional.  La Fortaleza Falkland, ubicada en Mount Pleasant, hoy es una realidad no una potencialidad militar. Ubicada a 60 kilómetros de Puerto Argentino, cuenta con una extensión importante de avenidas que comunican cada una de las dependencias de la base sumadas a la red de túneles, que comunican hangares, cuarteles, centros de operaciones, centros logísticos y galpones. La vinculación con otra área militar de suma importancia en las islas como es Mare Harbour, se realiza por rutas y túneles que conectan y mantienen libre los accesos ante una emergencia. Mare Harbour, es apto para la recepción de navíos militares como el HMS Endurance o HMS Clyde, como así también de submarinos de estación no permanente en las islas, pero que en la actualidad si se hallan allí, como respuesta a la actual situación conflictiva por el envío de la plataforma de exploración petrolera. La presencia de dos pistas aéreas, una de 2590 metros de longitud y la otra perpendicular a la primera de 1525 metros de extensión, son apropiadas para el aterrizaje de aviones de gran porte, y aptos para el aterrizaje de aviones militares capaces de realizar vuelos trasatlánticos. Asimismo, es la pista y base aérea, perteneciente al grupo reducido de bases aptas para el aterrizaje de naves espaciales, como el Endeavor.  El 7 % del presupuesto de la OTAN está destinado a la base en Mount Pleasant[15].
                                                         
La proyección regional hacia el continente, se ve manifestado por la potencialidad bélica que la base misma detenta. Entre sus aeronaves de combate se encuentran cuatro aviones Typhoon, de última generación, que llegaron como reemplazo de los anteriores Panthom que se hallaban en las islas desde 1982. Sumados a estos hallamos aviones Hércules, de configuración tanqueros para el reabastecimiento en vuelo, como también aeronaves para traslado de tropas. Diversos helicópteros, de configuración ataque y traslado de tropa, completan el equipamiento aéreo. Sistema de alerta temprana, materializados en aquellos tres radares instalados en 1984, los cuales con tecnología moderna son capaces de detectar a varias millas dentro del continente aviones en vuelo. Sistema de comunicaciones de última generación, completan el equipo para alrededor de 1500 tropas permanentes en las islas y otras 1500 rotatorias, ya que esta base sirve como base de entrenamiento e instancia previa de ser enviados a combatir a Irak o Afganistán. La capacidad antiaérea de la base en las islas, se representa en el sistema de misiles antiaéreos como posiciones de artillería antiaérea, capaces de triangular el fuego y disuadir cualquier ataque.

Conclusiones:

La capacidad militar de la base en Malvinas, claramente excede la necesaria para representar una acción de disuasión hacia la Argentina, ante un intento manu militari de esta de recuperar la soberanía sobre las mismas y sus aguas circundantes. En las declaraciones formuladas por el oficial a cargo del ejercicio el Mayor Fieldhouse, quien estuvo a cargo de las últimas operaciones y ejercicios militares realizados en las islas en el mes de diciembre de 2009, se presenta el objetivo fundamental del ejercicio: "Estamos aquí en apoyo a la misión que deben cumplir las fuerzas británicas en el Atlántico Sur que es disuadir la agresión militar contra estas Islas”[16].  La observación de los mismos, nos permite interpretar que la configuración no era de defensa sino de desembarco, similar al producido en mayo de 1982 sobre Bahía de San Carlos. La potencialidad energética de la región, tanto Brasil y sus hallazgos en la costa de nuevos núcleos de petróleo, Bolivia y sus recursos gasíferos, como también Venezuela sumados al potencial del Atlántico Sur mismo, representan el verdadero objetivo de la presencia militar en el Atlántico Sur. La diversidad de recursos naturales que el subcontinente cuenta es el objetivo puntual de la existencia de la Falkland Fortress, ya sea para su accesibilidad y/o para su futuro resguardo.  La base militar en Malvinas hoy representa una amenaza para la República Argentina, y un gran desafío para la comunidad sudamericana, ya que la misma se halla bajo la esfera de proyección y alcance de las potencialidades militares de la base.  Como hizo referencia Juan Carlos Puig, ex Canciller argentino, en un artículo suyo de 1985, donde plantea que “la Falkland Fortress se convertiría en un plazo (dos años aproximadamente) en la base aeronaval más poderosa del Atlántico”[17]. Debemos destacar esta frase, reconociendo la existencia de Ascensión, otra isla bajo dominio británico y alquilada a los Estados Unidos donde los mismos tienen una base aérea monumental, desde la cual en el conflicto de 1982 los británicos se reaprovisionaban y preparaban para continuar su viaje al Atlántico Sur.  Continuando con el artículo de Puig, el mismo se pregunta si transcurrido un tiempo y posterior a negociaciones ¿Será posible luego desandar el camino y desmantelarla para llegar a una solución?[18] En la coyuntura actual imposible advirtiendo el status quo británico a negarse a dialogar con la República Argentina y continuar con su accionar unilateral. Debemos sumar la experiencia de la Isla Diego García[19] como ejemplo de esto.  Como final aportamos la reflexión en forma de pregunta del propio Juan Carlos Puig, quien tomando una idea de Pablo Tello[20], advierte sí “¿Se admitirá la presencia militar y militante de las grandes potencias occidentales en una zona que hasta ahora todos los gobiernos latinoamericanos han tratado de mantener al margen de las confrontaciones operativas interbloques?”. Esta es ahora la cuestión, no se trata de debatir la soberanía sobre el archipiélago, sino de reorientar la política internacional de la Argentina y, en general, de América Latina[21].

Bibliografía:

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Terragno, Rodolfo H. “Des-militarizar”. Memorias del presente. Editorial Nueva Información. 1985. Pág 267-275.

Diarios: 

“Malvinas: la Alianza quiere un rol activo en la política de Estado”. Clarín, 6 de febrero 1999. Pág. 5.
Taiana, J. “El diálogo como único camino posible”. En: Clarín, 1 de abril de 2007. Pág. 35.
“Malvinas: el Parlamento europeo estudia "europeizar" la base militar”. La Nación, 26 de mayo de 2009. 
“Ejercicios militar británico de disuasión a las amenazas extranjeras”. Federico Martín Gómez. Boletín N° 11 diciembre de 1009. Departamento de Islas Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur. IRI. UNLP.

Trabajo presentado en el 1er Congreso de Relaciones Internacionales – La Integración Latinoamericana frente a nuevos desafíos. 25/26 de junio de 2010. Mendoza. Argentina


[1] También conocido como Falkland Islands Economic Survey, es un documento surgido de la empresa de investigación realizado a mediados de la década de 1970, en función de la crisis del petróleo sufrida por el sistema internacional hacia la búsqueda de nuevas fuentes de recursos petroleros.
[2] “Des-militarizar”. Memorias del presente. Rodolfo H. Terragno. Editorial Nueva Información. 1985. Pág 267-275.
[3] El Informe Franks, fue realizado por un Comité designado por el Parlamento británico y encabezado por Lord Franks. En el mismo se analizan las diversas instancias que comprendieron al conflicto del Atlántico Sur, entre ellos sus antecedentes, causas, desarrollo, consecuencias y conclusiones obtenidos por el desempeño de las fuerzas armadas, la diplomacia y el poder político inglés.
[4] Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina. Capítulo 58: Las relaciones anglo argentinas después del conflicto de Malvinas. Julio de 1982 a julio de 1989. Obra dirigida Por Carlos Escudé y Andrés Cisneros. Grupo Editor Latinoamericano. 2000.  http://www.argentina-rree.com/home_nueva.htm Consultada entre el 2de marzo y el 28 de marzo de 2010.
[5] “Des-militarizar”. Memorias del presente. Rodolfo H. Terragno. Editorial Nueva Información. 1985. Pág. 269.
[6] El desarrollo histórico del incidente se desarrolla con detalles del mismo en “Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina”. Capítulo 58: Las relaciones anglo-argentinas después del conflicto de Malvinas. Julio de 1982 a julio de 1989. Obra dirigida Por Carlos Escudé y Andrés Cisneros. Grupo Editor Latinoamericano. 2000. http://www.argentina-rree.com/home_nueva.htm Consultada entre el 2de marzo y el 28 de marzo de 2010.
[7] Sería durante el desarrollo de la gestión del ex Presidente Néstor Kirchner, cuando el Primer Ministro británico reconoció la existencia y potencial amenaza de armamento nuclear Atlántico Sur, ante su deterioro en las particulares aguas del Atlántico Sur. El reconocimiento británico hace referencia sobre los buques que estuvieron dentro de la zona en conflicto cargaban cargas de profundidad no convencionales, siendo esto reconocido mediante comunicado el 5 de diciembre de 2003.
[8] Carta dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, entre la semana del 11 al 18 de febrero de 1988.
[9] Para un desarrollo histórico certero del Proyecto Cóndor y Cóndor II, referenciamos la obra de Eduardo Barcelona y Julio Villalonga “Las relaciones carnales” La verdadera historia de la construcción y destrucción del misil CONDOR II. Editorial Planeta. 1992.
[10] Entrevista al Dr. Alejandro Simonoff. EN: Guerra de Malvinas. Veinticinco años después. Cuadernos Argentina reciente. N°4/ Julio-agosto 2007. Pág. 142-147.
[11] Algunos de los miembros de este núcleo epistémico de la Alianza eran: Raúl Alfonsín, Graciela Fernández Meijide, Carlos Álvarez, Rodolfo Terragno, Fernando De La Rúa, Horacio Jaunarena, José Luis Machinea, Lucio García del Solar, Oscar Shuberoff, Nilda Garré y Dante Caputo.
[12] “Malvinas: la Alianza quiere un rol activo en la política de Estado”. Clarín, 6 de febrero 1999. Pág. 5.
[13] Taiana, Jorge. “El diálogo como único camino posible”. En: Clarín, 1 de abril de 2007.Pág 35.
[14] “Malvinas: el Parlamento europeo estudia "europeizar" la base militar”. La Nación, 26 de mayo de 2009. 
[15] “La OTAN y las Malvinas”. Publicación realizada por el Movimiento por la Paz, la soberanía y la solidaridad entre los Pueblos. Marzo de 2009. Pág. 2.
[16] “Ejercicios militar británico de disuasión a las amenazas extranjeras”. Boletín N° 11 diciembre de 1009. Departamento de Islas Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur. IRI. UNLP.
[17] “Malvinas: tres años después”. Juan Carlos Puig. Revista Nueva Sociedad N° 77. Mayo-junio. 1985. Pág. 13 a 20.
[18] Ibídem.
[19] Ibídem.
[20] Tello, Ángel “L´Argentine et les iles Malouines”. Polítique Etrangére, N° 4, 1982. Pág. 1013.
[21] “Malvinas: tres años después”. Juan Carlos Puig. Revista Nueva Sociedad N° 77. Mayo-junio. 1985. Pág. 13 a 20.

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