Finalizado
el conflicto del Atlántico Sur el 14 de junio de 1982, el gobierno británico
tomó la decisión de iniciar el fortalecimiento defensivo de las Islas Malvinas,
Islas Georgias y Sándwich del Sur, mediante el establecimiento de una base
aérea militar, con proyecciones a toda la zona en conflicto y con potencialidad
a todo el Atlántico Sur. La decisión
tomada por el gobierno de Margaret Thatcher de iniciar la construcción de la
misma, sería basamentada en pos de la iniciativa para el desarrollo de la
economía de las islas, adoptando las recomendaciones obtenidas del Informe
Shackleton[1]. Asimismo, la potencialidad de la base dentro
del esquema de juego de la guerra fría habría de introducir una nueva variable:
la proyección del conflicto este-oeste en el Atlántico Sur. Es así como Rodolfo
Terragno describe la traspolación del conflicto este-oeste hacia el hemisferio
sur al describir las características de la nueva base militar la cual
coordinaría sus esfuerzos con otras bases militares del Reino Unido y de la
OTAN como la existente en isla Ascensión.
Terragno
identifica asimismo que las mismas variables operativas de esta base no se
hallaban en otras instaladas por el Reino Unido en el resto del globo, “Gran
Bretaña no tiene otra base semejante. Aparte de las fuerzas estacionadas en
Alemania Occidental, solo en Hong Kong hay un contingente militar británico tan
numeroso. En relación al número de habitantes, el de Malvinas es el único: 7000
soldados cuidan a 1800 isleños”[2]. Es así que tomada la decisión de construir
esta nueva base en las islas se iniciaría un nuevo proceso de concentración de
fuerzas militares de última tecnología, creando un nuevo paradigma de seguridad
y presencia imperial británica en el Atlántico Sur.
Antecedentes
de la Falkland Fortress: la guarnición Malvinas antes de 1982.
Al
producirse la recuperación del control de las Islas Malvinas, mediante la
conocida Operación Rosario, el día 2 de abril de 1982, las fuerzas argentinas
hallaron focos de resistencia, los cuales habían sido contemplados en el diseño
de la operación original. El
destacamento militar que se hallaba asentado en las islas estaba compuesto por
miembros de la infantería de marina británica, los cuales comprendían un total
de 50 hombres, sumado a ello una suerte de tropa isleña, que componía la Fuerza
de Defensa de las Islas Malvinas (hoy en actividad). Su base se encontraba
cercana al arroyo Caprichoso y desde allí se diseñaron en base a las decisiones
del gobernador de las islas en ese momento, Rex Hunt, las maniobras destinadas
a frenar el desembarco de las fuerzas argentinas en las playas de las islas en
la madrugada del 2 de abril. La presencia del HMS Endurance, en las
proximidades de las islas, le permitió encontrar un refuerzo de tropas como así
también de armamento para poder desarrollar una defensa, quizás no definitiva pero
sí, que demorase el operativo argentino.
Al
producirse la rendición del gobernador, se observó que las pautas originarias
de la Operación Rosario habían sido implementadas según fueron descriptas.
Entre las mismas, la necesidad de no producir bajas fatales en las tropas
británicas ni en la población isleña por parte de las fuerzas argentinas. El análisis posterior, originado en parte del
Informe Franks[3],
realizado por el gobierno británico redundo en la necesidad imperiosa de
articular un sistema de defensa ostensiblemente superior al que se contaba en
1982 en las islas, para poder desarticular cualquier amenaza al nuevo status en
las Islas Malvinas.
La
construcción y características de la Base en Mount Pleasant (1982 a 1985).
La política de seguridad para los isleños,
adoptada por el Reino Unido, creando una instancia física de defensa, se
concibió como obligatoria en relación a la situación de enfrentamiento y la no
declaración del cese de hostilidades por parte de la República Argentina. La construcción de esta base requeriría
contar con la presencia de personal que fuese acorde a las etapas de
construcción y a las cantidades necesitadas; es por ello que el personal que se
hallaba como dotación durante la construcción de la misma, nunca fue menor a
3000 soldados, sumado a ellos, los que se hallaban embarcados en las naves que
circundaban las aguas de las islas. De
esta manera la inversión de 300 millones de libras esterlinas, como índice de
la magnitud del esfuerzo presupuestario final para la construcción de esta
nueva base aérea, fue estimada por el gobierno británico. La misma reemplazaría
al anterior aeropuerto cercano a Puerto Argentino, el cual como consecuencia
del conflicto había finalizado su operatividad a causa de los bombardeos
británicos ante la presencia de aeronaves y personal militar argentino durante
el desarrollo del conflicto. La
construcción de este nuevo aeropuerto, con la arquitectura de una base militar,
tendría dos proyecciones claras hacia las islas y su población; una de las
proyecciones era dirigida al mantenimiento del contacto de los habitantes de
las islas con el Reino Unido, ya que el mismo era apto para el aterrizaje de
aeronaves de transporte (aeronaves como y la otra referida a su potencial como
elemento de disuasión hacia la Argentina. Esta arista se referenciaba a que el
mismo gobierno argentino, había planificado esta estrategia de adoptar “un
estado de tensión lo suficientemente alto para que ésta (Gran Bretaña)
construyera una base militar que fuera muy costosa de mantener”[4].
Según el análisis realizado por Gustafson (1988, 184), esta estrategia seguida
por el gobierno radical del Dr. Alfonsín fue abandonada hacia inicios de 1984,
ante la actitud británica de continuar con las inversiones hacia la
construcción y finalización de la misma demostrando su predisposición a
enfrentar dichas erogaciones. En el proceso
de construcción de la base, la presencia aeronaval en las islas era
exorbitante; alrededor de doce naves entre fragatas y destructores de un total
de cincuenta naves en condiciones reales de enfrentar un conflicto; submarinos
con propulsión nuclear, se llegaron a identificar cuatro o cinco de esta clase
de un total de catorce en la marina británica. En relación al poder aéreo, se
contaba con cuatro interceptores F4, entre cuatro y seis Sea Harrier y Phantom
además de los correspondientes aviones cisternas y de reconocimiento marítimo
tipo Hércules, como así también helicópteros Chinook, Sea King, Lynx, Scouts y
Gazelle. Las unidades antiaéreas estaban
compuestas por unidades Rapier y Blowpipe, contando para su apoyo e
identificación de objetivos con tres estaciones de radares ubicados en línea,
sumados a estas, líneas de comunicación y sistema computarizados de alerta
temprana. En declaraciones realizadas a
la prensa británica de ese momento, el subsecretario adjunto John Peters
declaró “que aun cuando el aeropuerto actual es adecuado para los aviones de la
guarnición y puede servir como terminal de un puente aéreo (…) es necesario
disponer de pistas más largas a fin de operar transporte estratégico a y desde
las islas”[5]. Con el objetivo principal de su pronta
inauguración, como base estratégica de las fuerzas armadas británicas, el
gobierno de Margaret Thatcher continuó con la reestructuración financiera para
hacer frente a los insumos necesarios.
Próximo a su inauguración, el Canciller argentino Dante Caputo, ideó una
estrategia de denuncia múltiple en cuanto organismo regional e internacional
tuviese eco, como así también los foros donde pudiese expresar estas denuncias,
sobre la amenaza que la Fortaleza Falkland representaba para la paz
institucionalizada de la región, con el posicionamiento del conflicto Este-Oeste
en ese sector puntual del hemisferio; varios analistas interpretaron y
reflexionaron sobre la cuestión en dos grandes dimensiones, uno dimensionaban
la amenaza de la presencia de tropas de un país ajeno a la región y en otra
instancia el análisis hacía referencia a la condición política del Reino Unido
se debía a un condicionamiento establecido por la Argentina al negarle
transporte y logística para continuar con el desarrollo de las islas. La inauguración final el día 12 de mayo,
contó con la presencia del Ministro de Defensa británico, Heseltine y el mismo
Príncipe Andrés quien estuvo en el campo de batalla en 1982, como piloto de
armada. Con la inauguración de la base
aérea y de sus instalaciones, el potencial de la misma y su proyección
comenzaban a develarse.
La
modificación del modo de proceder en la esfera ictícola de negociaciones y de
manejo de la cuestión desde el gobierno argentino, conllevó a un endurecimiento
ante cualquier variable que introdujese una modificación en el status de la
cuestión. Como ejemplo de ello, se visualizan
dos instancias una militar y una diplomática; el incidente con un buque
pesquero de origen taiwanés, el cual desconoció la soberanía argentina sobre
las islas y sus aguas circundantes; ante las negociaciones dilatadas por su
tripulación, el mismo fue hundido por la Prefectura Naval Argentina,
produciendo el fallecimiento de uno de sus tripulantes[6];
este incidente claramente se traduce hacia la instancia militar. Esto fue
denunciado por el gobierno inglés como “patrullaje agresivo”. En relación a la instancia diplomática el
establecimiento de una zona de exclusión unilateral, denominada Zona Interina
de Conservación y Administración Pesquera (FICZ), la misma comprendería un área
circundante a las islas de 150 millas desde el territorio de las mismas. El
rechazo argentino no tardaría en llegar. El accionar unilateral británico, fue
consecuencia de los acuerdos de licencias de pesca originados entre la
Argentina y la URSS y Polonia, los cuales podrían acceder a las zonas pesqueras
en conflicto. Desde allí se iniciaría un impasse, en lugar de generar un
continuum en las negociaciones pacíficas, entre el gobierno de Raúl Alfonsín y
el gobierno de Margaret Thatcher y su sucesor. La constitución, el 27 de
octubre de 1986 de la Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZPCAS),
mediante la resolución 42/16 de las Naciones Unidas, se estructuró hacia la
búsqueda de un área libre de conflictividad donde se hallase prohibido la
presencia de material y armas nucleares, como así también la consecución de la
paz. La Argentina hizo referencia exacta a la potencial imposibilidad de no
existir esa instancia temporoespacial buscada como consecuencia de la presencia
militar inglesa en el mismo Atlántico Sur y ante las noticias y denuncias
crecientes, originadas en ONG´s y científicos de Europa, pero sin comprobar, al
menos hasta el momento en esa época[7],
sobre la existencia de material nuclear hundido junto a los buques que fueron
atacados y hundidos por la Fuerza Aérea y la aviación de la Marina Argentina. Ya iniciado el año 1988, el Ministerio de
Defensa británico formula y da a conocer la noticia referida a la realización
de un ejercicio militar de combate conjunto de las tres fuerzas,
aproximadamente para el mes de marzo. El mismo adoptaría el nombre de Fire
Focus, mediante el cual se desarrollaría el poder de desplazamiento de tropas,
y la implementación de un sistema defensivo moderno ante un ataque armado,
proveniente desde un territorio cercano; este fue el objetivo principal del
ejercicio Fire Focus, disuadir cualquier intento militar de uso de la fuerza,
desplegando el potencial defensivo y de contraataque propio de la base, en la
cual las tres armas llevan adelante sus funciones. En números la presencia del ejército
real se manifestó por las acciones de mil hombres de esta fuerza, sumados los
aviones propios de la base, desplegando las armas de la Fuerza Aérea y
completando la tercera arista del ejercicio militar, la Marina Real proveyendo
los buques que se verían involucrados en las maniobras de despliegue. Ante esta intervención y modificación del
status, contrariando las resoluciones de Naciones Unidas, la Cancillería por
orden del Poder Ejecutivo inicio un proceso sistemático de denuncias ante los
organismos internacionales. La OEA y las Naciones Unidas fueron el ámbito
propicio donde el reclamo argentino históricamente tuvo lugar, y desde donde se
hallaron los caminos a la denuncia del accionar británico. El Canciller Dante Caputo presento dichas
denuncias describiendo que “la situación creada en el Atlántico Sur por la
decisión del Gobierno Reino Unido de conducir maniobras militares en las
Malvinas…”[8]
representaba un quiebre a la voluntad argentina de allanar los caminos de
diálogo y paz, propuesto por el gobierno de Alfonsín; asimismo el gobierno
argentino dispuso la movilización de tropas en respuesta a la realización de
estos ejercicios. Un punto de vital
importancia que debemos resaltar en esta sección del presente trabajo es sobre
el desarrollo misilístico argentino, bajo el proyecto Cóndor II[9];
el mismo representaba una amenaza a la seguridad militar y civil británica en
las islas, su particular desarrollo y final, con la asunción de Menem como
presidente de la República, son potenciales puntos clave para comprender como
se desarrollarían las relaciones militares entre el continente y las islas.
La
década de 1990, marcado por la seducción y atraído por la bilateralidad.
El
inicio de la gestión de Carlos Menem y su política exterior hacia la Cuestión
Malvinas, es caracterizado por la concreción de los acuerdos de Madrid I
(octubre de 1989) y Madrid II (febrero de 1990). Por medio de estos la
consecución del restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Reino Unido
fue lograda, con el surgimiento de la ingeniería del “paraguas de soberanía”,
consistente en la protección de los derechos de cada parte en lo que respecta a
los archipiélagos y espacios marítimos circundantes, pero a su permitió la reanudación
de las relaciones diplomáticas, consulares y económicas[10].
Estos mismos acuerdos generarían instancias de distención en la esfera militar
ante la implementación de instrumentos diplomáticos políticos, tales como
monitoreo y aviso previo de transito de naves militares de ambos estados en la
zona como otras medidas de coordinación y generación de confianza. La vinculación con los Estados Unidos,
mediante las relaciones carnales, avizoró la mejora de las relaciones con el
Reino Unido, hacía la búsqueda de acuerdos y cooperación, dando lugar a la
instancia temporoespacial de concreción de los acuerdos en materia de
hidrocarburos y pesca. Sumado a ello, la posterior finalización del proyecto
Cóndor II, como la participación argentina como socio extra-OTAN, generarían
vínculos de confianza mutua hacia el Reino Unido. La Declaración Conjunta sobre
Cooperación en actividades petroleras en el Atlántico Sud Occidental de 1995,
tuvo gran repercusión a nivel nacional, siendo duramente atacada desde la
oposición política, sobre los beneficios que la misma tendría y los perjuicios
que acarrearía. La cuestión pesquera, fue abordada desde la construcción de una
comisión científica, la cual velaría por la protección y el estudio de esa
riqueza, para su aprovechamiento sustentable, mediante misiones conjuntas y la
administración responsable en el otorgamiento de licencias para su explotación.
El diseño de una política propia dirigida hacia los isleños, fue la concretada
durante la presente gestión, más conocida como política de “seducción a los
Kelpers”, la cual debe ser reinterpretada claramente como peligrosa, debido al
grado de valorización que le era reconocida a los isleños en la posibilidad de
interactuar con el gobierno argentino, más allá de lo simpático e irrisorio que
la misma representará mediante el envío de ositos Winnie the Pooh, para los
niños en las islas y otros regalos como tarjetas de salutaciones para fin de
año, de parte del Canciller, Guido Di Tella. Dos acontecimientos de repercusión
nacional se sucederían a mediados de la década de 1990; en la Reforma
Constitucional de 1994, se incorporó por primera vez la Cuestión Malvinas, por
medio de la Disposición Transitoria N° 1 de dicha constitución, como un mandato
nacional al declarar de manera legítima e imprescriptible nuestra soberanía
nacional sobre las Islas Malvinas, Islas Georgias y Sándwich del Sur y sus
aguas circundantes, posicionándola como un objetivo permanente e irrenunciable
del pueblo argentino; en la cuestión humanitaria, la autorización del viaje de
los familiares de caídos en el conflicto del Atlántico Sur, fue permitida por
el Reino Unido y concretada por la
gestión de ese entonces. Promediando la segunda gestión de Menem, la política
de seducción a los isleños, claramente había comenzado a demostrar sus
características paupérrimas de abordaje a dicha cuestión; motivados por estas
consecuencias el gobierno inicio dos caminos, el reposicionamiento de la
cuestión mínimamente en los foros internacionales y la posibilidad concreta de iniciar
la promoción del tema mediante acciones judiciales y la indemnización de los
kelpers. La concreción para julio de
1999, al finalizar la gestión, del acuerdo de Vuelos Aéreos, que conectaran y
comunicaran al continente con las islas y viceversa, no fue el producto de las
gestiones nacionales, sino la consecuencia de un acontecimiento internacional,
el arresto de Augusto Pinochet por parte del gobierno británico, lo que causo
el cese de los vuelos a las islas desde Chile, como represalia de este último.
De esta manera los ciudadanos argentinos podrían volar nuevamente a las islas,
cumplimentando ciertos requisitos, entre ellos uno muy importante, la
utilización del pasaporte internacional.
El
reposicionamiento de la base de Mount Pleasant en la década del noventa.
Descripta
la política exterior de los años noventa hacia la Cuestión Malvinas, a manera
de aproximación, debemos interpretar el reposicionamiento de la Fortaleza Falkland,
en su proyección ante el Nuevo Orden Mundial, luego de la desaparición de la
Unión Soviética y en su rol de comunicación de las islas con el mundo. Cuál
debería ser la proyección de la misma y su desarrollo, sería los interrogantes
planteados en aquellos años, por el gobierno británico en el poder.
La
necesidad de reposicionar a la base en función de las necesidades de desarrollo
económico, social y político de las islas, proyectaría las nuevas instancias de
formulación de la misma. Es así que, como instrumento comunicacional de los
habitantes de las islas con el continente, como así también como actor
estratégico, la base iniciaría un nuevo proceso de conformación interna, la
cual devendría en una estación itinerante de oficiales de las fuerzas armadas
británicas, punto nodal de las comunicaciones de las islas y como nuevo
paradigma constituido de la presencia extranjera militar en América
Latina.
La
Alianza: diplomacia multilateral e instancias de confianza mutua.
La
construcción de un andamiaje diplomático hacia la Cuestión Malvinas, durante el
gobierno de la Alianza, fue estructurada desde el Instituto Programático de la
Alianza, el cual se constituyó como el think tank, desde el cual se generarían
las pulsiones necesarias para la construcción de un abordaje hacia la Cuestión
Malvinas. El mismo estuvo constituido por grandes diplomáticos, políticos,
académicos y especialistas en la cuestión[11].
La decisión de restablecer la cuestión en la agenda internacional, tanto en los
foros como ámbitos donde la cuestión sería tratada, se contraponía al proceso
anterior, abandonando la seducción y reimpulsando la histórica resolución 2065
de las Naciones Unidas, todo ello aspirando “a dar continuidad a la acción y
fortalecer la capacidad negociadora regional. Una política de Estado sobre
Malvinas, no debe reducirse a un ejercicio en el que el Gobierno propone y la
oposición acepta, retoca o rechaza las ideas. Se trata en cambio, de la
construcción conjunta de una estrategia sobre los problemas que abarca la
cuestión. Hay que avanzar en el diálogo con el Reino Unido, con el objeto de
lograr acuerdos que contengan los procedimientos, los tiempos y etapas para
construir y fortalecer las medidas de confianza recíproca entre las partes. Se
debe actuar en dos planos, mutuamente condicionados: el de las comunicaciones,
el económico y el de la circulación de personas entre las islas y el territorio
continental, por un lado y el político que debe conducir a diálogos amplios que
incorporen la cuestión de la soberanía. La continuidad de las negociaciones
dependerá del acuerdo de las partes. La Alianza está abierta a la consideración
de diversas fórmulas que puedan facilitar estos objetivos. La construcción de
la confianza es un proceso que requiere tiempo y una profundización paulatina”[12]. En relación a la construcción en el plano de
ámbitos de confianza entre ambos gobiernos, la creciente cooperación y el
diálogo fueron traducidos en varios gestos y acciones simbólicas; el retiro de
la guarnición militar británica en las Islas Georgias fue aplaudido por el
gobierno nacional. La misma se hallaba activa desde finalizada la guerra en
1982. Sumado a este repliegue militar y luego de duras negociaciones y
diálogos, el retiro del veto para que la Ciudad de Buenos Aires se convirtiese
en la Sede del Tratado Antártico, sería la culminación de años de negociación
referidos a ese tema. La cooperación para la realización del Estudio de Factibilidad
de Desminado de las islas, como obligación del Tratado de Ottawa de 1997, del
cual ambos estados son partes, quedaría latente ante la convulsión interna que
sufriría el gobierno nacional, y con su posterior caída la crisis y eclosión
nacional en diciembre de 2001.
El
inicio de la evolución de la Fortaleza Falkland: el segundo Orden Mundial post
11 de septiembre.
Producidos
los ataques el 11 de septiembre de 2001, contra los Estados Unidos y los posteriores
ataques producidos ya en Londres y en Madrid, por parte de grupos islámicos
vinculados o miembros de la red de Osama Bin Laden, la decisión del gobierno de
Tony Blair, de ser partícipes de la cruzada contra el terrorismo islámico
internacional, produciría una evolución propia de la base. Iniciado en nuestro
país el gobierno de Néstor Kirchner, las relaciones entre la Argentina y el
Reino Unido serían enfriadas drásticamente, como consecuencia de diversas
medidas adoptadas por ambos estados. El
reclamo de soberanía nacional tendría como vocero, al Canciller Rafael Bielsa,
desarrollando sus funciones desde la XXIII Reunión de la Comisión de pesca del
Atlántico Sur (2003), como así también en el ámbito de foros internacionales,
como el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, o en el marco de la
OEA o el Mercosur. La posición intransigente del gobierno británico ante la
renuencia isleña de no permitir vuelos de bandera argentina a las islas, lo que
derivó en el cese de vuelos chárter permitidos hasta ese momento por la
Argentina, solo permitiendo los vuelos que se constituyeron en el acuerdo de
julio de 1999. En relación con la cuestión ictícola, el claro deterioro del
recurso por la sobreexplotación y las excesivas ventas de licencias pesqueras
de manera unilateral por parte del gobierno de las islas, produjo consecuentes
roces, perjudicando las negociaciones en esa materia. El cese de las reuniones
del comité de pesca del Atlántico Sur, como así también el subcomité científico
para la preservación del recurso, sería el resultado de estas acciones. En la instancia de negociación de
humanitaria, la finalización en el año 2005 de la construcción del cenotafio en
el cementerio, como fue analizado anteriormente, abrió una nueva instancia de
negociación para su inauguración; dentro de esta misma esfera, la humanitaria,
el diálogo para la concreción del Estudio de Factibilidad de desminado de las
islas, tendría grandes avances, en función de las fechas límites impuestas a
los estados partes del Tratado de Ottawa.
Con el cambio de Canciller y la asunción de Jorge Taiana, la continuidad
de la política exterior hacia Malvinas, con sus características y variables, sería
acrecentada.
En
el año 2007, año de la conmemoración del vigésimo quinto aniversario de la
finalización del conflicto del Atlántico Sur, la decisión de finalizar la
Declaración Conjunta sobre Cooperación en actividades petroleras en el Atlántico
Sud Occidental de 1995, fue el reflejo de la política exterior hacia la
Cuestión Malvinas, durante la gestión de Néstor Kirchner, momento en el cual el
Canciller Taiana declaró que “el Reino Unido ya no podrá pretender justificar,
desde la letra y espíritu del acuerdo, su ilegitimo accionar unilateral en
nuestra plataforma continental que llevara a la parálisis, hace ya siete años,
a la comisión bilateral creada por el entendimiento…”[13].
Esta decisión fue motivada por el constante accionar unilateral isleño, pero
con el apoyo británico, de desarrollar políticas tendientes a la exploración y
explotación de los potenciales recursos petroleros en las aguas circundantes a
las islas, determinando efectos negativos en los intereses argentinos. Es en
esa precisa instancia temporal, donde diversos medios de comunicación
argentinos y británicos, con motivo del 25° aniversario del conflicto de 1982,
viajaron a las islas y pudieron contemplar la magnitud e importancia
estratégica de la base, como así también su potencial proyección militar hacia
Sudamérica, el Atlántico Sur y sobre una porción del continente antártico. Allí
se apreció el verdadero potencial de la base. En diversas publicaciones y
programas periodísticos se hacía referencia a las instalaciones militares, las
cuales eran propias de una base de la OTAN y por demás avanzadas en comparación
con bases militares de los países latinoamericanos.
La
potencialidad de la FORTALEZA MALVINAS en el nuevo sistema internacional y su
proyección a la región.
Durante
la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, la continuidad de una política de
gobierno hacia la Cuestión Malvinas, originada en la elaborada e implementada
por su antecesor Néstor Kirchner, se visualizó mediante la continuidad de una
agenda de exposición de la cuestión en diversos foros regionales e
internacionales; asimismo las diversas instancias de encuentro bilateral con el
Primer Ministro británico Gordon Brown, fueron propicias para destacar el
reclamo argentino sobre las islas y sus aguas circundantes. Debiendo observar
la actualidad del sistema internacional, como así también la realidad regional,
un abordaje en una instancia no mayor a dos años con anterioridad, nos permite
analizar como la instancia militar se ha proyectado en mientras que otras
variables como la económica, la diplomática o la referida a cooperación se han mantenido
sino han disminuido en función de los medios de comunicación. La actual
situación de complejidad referida a cuestiones de seguridad, desarrollo
económico estratégico, potencial desarrollo energético, explotación off shore
de recursos propios, han posicionado a Brasil como un actor no ya regional sino
continental, de manera de visualizar la potencialidad que el Atlántico Sur,
comporta para el mismo. La actual agenda de cooperación SUR-SUR, la cual crea
nuevas instancias de encuentro como la conformada en el marco de la Zona de Paz
y Cooperación del Atlántico Sur, nos devela nuevas agendas en las que el
desarrollo de nuevas energías, como la nuclear para su uso pacífico y la
cooperación para la conservación y desarrollo de recursos ictícolas, no son
coincidentes con la presencia militar británica en el Atlántico Sur. Debemos
claramente analizar el comportamiento de Estados Unidos en ésta ecuación; la
reactivación de la IV Flota desde hace dos años (la cual fue creada en el año
1943 teniendo como objetivo contrarrestar la presencia de naves del eje nazi
fascista, durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial) con el propósito,
según las declaraciones del propio gobierno norteamericano, de brindar
asistencia humanitaria en aquellas regiones del hemisferio sur donde sean
requeridos. La potencialidad real del IV Flota es en función de remarcar la
presencia norteamericana en la región, para la observación de los flujos
navieros de los estados ribereños al Atlántico.
A mediados de mayo del año 2009, un documento originado en el Directorio
General de Políticas Externas de la Unión Europea, perteneciente al Parlamento
Europeo, fue dado a conocer sobre temas de seguridad y defensa de la Unión
Europea. Más allá de ser un documento, no reservado ya que el mismo tuvo
difusión, vemos la real significación que las Islas Malvinas y la base de Mount
Pleasant representa para la Unión Europea, además del Reino Unido. Este documento denominado “The Status and
Location of the Military Installations of the Member States of the European
Union and their Potential Role for the European Security and Defense Policy
(ESDP)”, realiza una gran y explicita descripción de las bases de los Estados
miembros de la Unión Europea en todo el globo, destacando la necesidad para
satisfacer y fortalecer la defensa y seguridad de la misma, europeizando estas
bases en su mayoría de dominio británico y francés. Inmediatamente la
Cancillería argentina rechazó de forma categórica esta presentación y el
informe mismo, esgrimiendo que los estados miembros de la Unión Europea antes
lo son de las Naciones Unidas y que deben respetarlas resoluciones referidas a
la existencia de un conflicto en torno a la soberanía de las islas. En un
pasaje de dicho informe se hace referencia a la necesidad de esta acción, ya
que "en un mundo cada vez más
multipolar, dar un enfoque renovado a estas bases es una prioridad apremiante
para Europa, particularmente en una época de creciente competencia geopolítica"[14].Este
rechazo argentino se suma a los realizados en el año 2004 donde la Argentina
protestó ante las Naciones Unidas, por la re jerarquización de la base en las
islas y más recientemente, mediante las denuncias de los años 2008 y 2009 por
ensayos misilísticos. Mount Pleasant hoy: potencialidades y proyecciones,
En
un sistema internacional donde la consecución de recursos energéticos no
renovables como el petróleo y la búsqueda de recursos esenciales para
garantizar la vida de la población (alimentos y agua) ha desatado una carrera
por el posicionamiento a estas fuentes de recursos, vitales y estratégicos para
los Estados.
Las
potencias globales o regionales demarcan y potencian su presencia en los mares
y océanos del mundo (la IV Flota, por ejemplo), expresando su vocación de
detentores del poder global; los estados ribereños tienen a su alcance
herramientas jurídicas como la presentación ante el organismo de las Naciones
Unidas que dictaminará sobre la expansión a 350 millas de soberanía sobre cada
mar en particular. Asimismo, las acciones particulares de cada estado en pos de
detentar un natural poder y presencia sobre los mares es la herramienta ideal,
como Brasil en su búsqueda de recursos hidirocarburíferos en el Atlántico y el
desarrollo conjunto con Francia en el corto plazo de submarinos (uno de ellos
nuclear) para posicionarse en este nuevo sistema internacional. La Fortaleza Falkland, ubicada en Mount
Pleasant, hoy es una realidad no una potencialidad militar. Ubicada a 60
kilómetros de Puerto Argentino, cuenta con una extensión importante de avenidas
que comunican cada una de las dependencias de la base sumadas a la red de
túneles, que comunican hangares, cuarteles, centros de operaciones, centros
logísticos y galpones. La vinculación con otra área militar de suma importancia
en las islas como es Mare Harbour, se realiza por rutas y túneles que conectan
y mantienen libre los accesos ante una emergencia. Mare Harbour, es apto para
la recepción de navíos militares como el HMS Endurance o HMS Clyde, como así
también de submarinos de estación no permanente en las islas, pero que en la
actualidad si se hallan allí, como respuesta a la actual situación conflictiva
por el envío de la plataforma de exploración petrolera. La presencia de dos
pistas aéreas, una de 2590 metros de longitud y la otra perpendicular a la
primera de 1525 metros de extensión, son apropiadas para el aterrizaje de
aviones de gran porte, y aptos para el aterrizaje de aviones militares capaces
de realizar vuelos trasatlánticos. Asimismo, es la pista y base aérea,
perteneciente al grupo reducido de bases aptas para el aterrizaje de naves
espaciales, como el Endeavor. El 7 % del
presupuesto de la OTAN está destinado a la base en Mount Pleasant[15].
La
proyección regional hacia el continente, se ve manifestado por la potencialidad
bélica que la base misma detenta. Entre sus aeronaves de combate se encuentran
cuatro aviones Typhoon, de última generación, que llegaron como reemplazo de
los anteriores Panthom que se hallaban en las islas desde 1982. Sumados a estos
hallamos aviones Hércules, de configuración tanqueros para el reabastecimiento
en vuelo, como también aeronaves para traslado de tropas. Diversos helicópteros,
de configuración ataque y traslado de tropa, completan el equipamiento aéreo. Sistema
de alerta temprana, materializados en aquellos tres radares instalados en 1984,
los cuales con tecnología moderna son capaces de detectar a varias millas
dentro del continente aviones en vuelo. Sistema de comunicaciones de última
generación, completan el equipo para alrededor de 1500 tropas permanentes en
las islas y otras 1500 rotatorias, ya que esta base sirve como base de
entrenamiento e instancia previa de ser enviados a combatir a Irak o
Afganistán. La capacidad antiaérea de la base en las islas, se representa en el
sistema de misiles antiaéreos como posiciones de artillería antiaérea, capaces
de triangular el fuego y disuadir cualquier ataque.
Conclusiones:
La
capacidad militar de la base en Malvinas, claramente excede la necesaria para
representar una acción de disuasión hacia la Argentina, ante un intento manu
militari de esta de recuperar la soberanía sobre las mismas y sus aguas circundantes.
En las declaraciones formuladas por el oficial a cargo del ejercicio el Mayor
Fieldhouse, quien estuvo a cargo de las últimas operaciones y ejercicios
militares realizados en las islas en el mes de diciembre de 2009, se presenta
el objetivo fundamental del ejercicio: "Estamos aquí en apoyo a la misión
que deben cumplir las fuerzas británicas en el Atlántico Sur que es disuadir la
agresión militar contra estas Islas”[16]. La observación de los mismos, nos permite
interpretar que la configuración no era de defensa sino de desembarco, similar
al producido en mayo de 1982 sobre Bahía de San Carlos. La potencialidad
energética de la región, tanto Brasil y sus hallazgos en la costa de nuevos
núcleos de petróleo, Bolivia y sus recursos gasíferos, como también Venezuela
sumados al potencial del Atlántico Sur mismo, representan el verdadero objetivo
de la presencia militar en el Atlántico Sur. La diversidad de recursos
naturales que el subcontinente cuenta es el objetivo puntual de la existencia
de la Falkland Fortress, ya sea para su accesibilidad y/o para su futuro
resguardo. La base militar en Malvinas
hoy representa una amenaza para la República Argentina, y un gran desafío para
la comunidad sudamericana, ya que la misma se halla bajo la esfera de
proyección y alcance de las potencialidades militares de la base. Como hizo referencia Juan Carlos Puig, ex
Canciller argentino, en un artículo suyo de 1985, donde plantea que “la
Falkland Fortress se convertiría en un plazo (dos años aproximadamente) en la
base aeronaval más poderosa del Atlántico”[17].
Debemos destacar esta frase, reconociendo la existencia de Ascensión, otra isla
bajo dominio británico y alquilada a los Estados Unidos donde los mismos tienen
una base aérea monumental, desde la cual en el conflicto de 1982 los británicos
se reaprovisionaban y preparaban para continuar su viaje al Atlántico Sur. Continuando con el artículo de Puig, el mismo
se pregunta si transcurrido un tiempo y posterior a negociaciones ¿Será posible
luego desandar el camino y desmantelarla para llegar a una solución?[18]
En la coyuntura actual imposible advirtiendo el status quo británico a negarse
a dialogar con la República Argentina y continuar con su accionar unilateral.
Debemos sumar la experiencia de la Isla Diego García[19]
como ejemplo de esto. Como final
aportamos la reflexión en forma de pregunta del propio Juan Carlos Puig, quien tomando
una idea de Pablo Tello[20],
advierte sí “¿Se admitirá la presencia militar y militante de las grandes
potencias occidentales en una zona que hasta ahora todos los gobiernos
latinoamericanos han tratado de mantener al margen de las confrontaciones operativas
interbloques?”. Esta es ahora la cuestión, no se trata de debatir la soberanía
sobre el archipiélago, sino de reorientar la política internacional de la Argentina
y, en general, de América Latina[21].
Bibliografía:
Barcelona,
Eduardo y Julio Villalonga. “Las relaciones carnales” La verdadera historia de
la construcción y destrucción del misil CONDOR II. Editorial Planeta. 1992.
Escudé,
Carlos y Andrés Cisneros. “Historia General de las Relaciones Exteriores de la
República Argentina”. Grupo Editor Latinoamericano. 2000.
http://www.argentinarree.com/home_nueva.htm Consultada entre el 2de marzo y el
28 de marzo de 2010.
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Oxford University Press. 1988.
Movimiento
por la Paz, la soberanía y la solidaridad entre los Pueblos. “La OTAN y las
Malvinas”. Publicación realizada por el. Marzo de 2009. Pág. 2.
Puig,
Juan Carlos. “Malvinas: tres años después”. Revista Nueva Sociedad N° 77. Mayo
Junio. 1985. Pág 13 a 20.
Simonoff,
Alejandro EN: Guerra de Malvinas. Veinticinco años después. Cuadernos Argentina
reciente. N°4/ Julio-agosto 2007. Pág. 142-147.
Tello,
Ángel Pablo. “L´Argentine et les iles Malouines”. Polítique Etrangére, N° 4,
1982. Pág 1013.
Terragno,
Rodolfo H. “Des-militarizar”. Memorias del presente. Editorial Nueva
Información. 1985. Pág 267-275.
Diarios:
“Malvinas:
la Alianza quiere un rol activo en la política de Estado”. Clarín, 6 de febrero
1999. Pág. 5.
Taiana,
J. “El diálogo como único camino posible”. En: Clarín, 1 de abril de 2007. Pág.
35.
“Malvinas:
el Parlamento europeo estudia "europeizar" la base militar”. La
Nación, 26 de mayo de 2009.
“Ejercicios
militar británico de disuasión a las amenazas extranjeras”. Federico Martín Gómez.
Boletín N° 11 diciembre de 1009. Departamento de Islas Malvinas, Antártida e
Islas del Atlántico Sur. IRI. UNLP.
Trabajo
presentado en el 1er Congreso de Relaciones Internacionales – La Integración
Latinoamericana frente a nuevos desafíos. 25/26 de junio de 2010. Mendoza.
Argentina
[1] También conocido como
Falkland Islands Economic Survey, es un documento surgido de la empresa de
investigación realizado a mediados de la década de 1970, en función de la
crisis del petróleo sufrida por el sistema internacional hacia la búsqueda de
nuevas fuentes de recursos petroleros.
[2] “Des-militarizar”.
Memorias del presente. Rodolfo H. Terragno. Editorial Nueva Información. 1985.
Pág 267-275.
[3] El Informe Franks,
fue realizado por un Comité designado por el Parlamento británico y encabezado
por Lord Franks. En el mismo se analizan las diversas instancias que
comprendieron al conflicto del Atlántico Sur, entre ellos sus antecedentes,
causas, desarrollo, consecuencias y conclusiones obtenidos por el desempeño de
las fuerzas armadas, la diplomacia y el poder político inglés.
[4]
Historia General
de las Relaciones Exteriores de la República Argentina. Capítulo 58: Las
relaciones anglo argentinas después del conflicto de Malvinas. Julio de 1982 a
julio de 1989. Obra dirigida Por Carlos Escudé y Andrés Cisneros. Grupo Editor
Latinoamericano. 2000.
http://www.argentina-rree.com/home_nueva.htm Consultada entre el 2de
marzo y el 28 de marzo de 2010.
[5]
“Des-militarizar”.
Memorias del presente. Rodolfo H. Terragno. Editorial Nueva Información. 1985.
Pág. 269.
[6]
El desarrollo
histórico del incidente se desarrolla con detalles del mismo en “Historia
General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina”. Capítulo 58:
Las relaciones anglo-argentinas después del conflicto de Malvinas. Julio de
1982 a julio de 1989. Obra dirigida Por Carlos Escudé y Andrés Cisneros. Grupo
Editor Latinoamericano. 2000.
http://www.argentina-rree.com/home_nueva.htm Consultada entre el 2de marzo y el
28 de marzo de 2010.
[7]
Sería durante el
desarrollo de la gestión del ex Presidente Néstor Kirchner, cuando el Primer
Ministro británico reconoció la existencia y potencial amenaza de armamento
nuclear Atlántico Sur, ante su deterioro en las particulares aguas del
Atlántico Sur. El reconocimiento británico hace referencia sobre los buques que
estuvieron dentro de la zona en conflicto cargaban cargas de profundidad no
convencionales, siendo esto reconocido mediante comunicado el 5 de diciembre de
2003.
[8]
Carta dirigida
al Presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, entre la semana
del 11 al 18 de febrero de 1988.
[9] Para un desarrollo
histórico certero del Proyecto Cóndor y Cóndor II, referenciamos la obra de
Eduardo Barcelona y Julio Villalonga “Las relaciones carnales” La verdadera
historia de la construcción y destrucción del misil CONDOR II. Editorial
Planeta. 1992.
[10] Entrevista al Dr.
Alejandro Simonoff. EN: Guerra de Malvinas. Veinticinco años después. Cuadernos
Argentina reciente. N°4/ Julio-agosto 2007. Pág. 142-147.
[11] Algunos de los
miembros de este núcleo epistémico de la Alianza eran: Raúl Alfonsín, Graciela
Fernández Meijide, Carlos Álvarez, Rodolfo Terragno, Fernando De La Rúa,
Horacio Jaunarena, José Luis Machinea, Lucio García del Solar, Oscar Shuberoff,
Nilda Garré y Dante Caputo.
[12]
“Malvinas: la
Alianza quiere un rol activo en la política de Estado”. Clarín, 6 de febrero
1999. Pág. 5.
[13]
Taiana, Jorge.
“El diálogo como único camino posible”. En: Clarín, 1 de abril de 2007.Pág 35.
[14]
“Malvinas: el
Parlamento europeo estudia "europeizar" la base militar”. La Nación,
26 de mayo de 2009.
[15]
“La OTAN y las
Malvinas”. Publicación realizada por el Movimiento por la Paz, la soberanía y
la solidaridad entre los Pueblos. Marzo de 2009. Pág. 2.
[16]
“Ejercicios
militar británico de disuasión a las amenazas extranjeras”. Boletín N° 11 diciembre
de 1009. Departamento de Islas Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
IRI. UNLP.
[17]
“Malvinas: tres
años después”. Juan Carlos Puig. Revista Nueva Sociedad N° 77. Mayo-junio.
1985. Pág. 13 a 20.
[18]
Ibídem.
[19] Ibídem.
[20] Tello,
Ángel “L´Argentine et les iles Malouines”. Polítique Etrangére, N° 4, 1982.
Pág. 1013.
[21]
“Malvinas: tres
años después”. Juan Carlos Puig. Revista Nueva Sociedad N° 77. Mayo-junio.
1985. Pág. 13 a 20.
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