26 de noviembre de 2019

LA VIDA EN MALVINAS: LA GUERRA EN EL RECUERDO Y LA MIRADA EN EL FUTURO


A 37 años de la Guerra del Atlántico Sur, ¿cómo es vivir hoy en las Islas Malvinas?  Aunque los malvinenses prefieren no hablar del conflicto, sus vestigios permanecen a la vista.

Por Gabriel Esbry

A pesar de ser la capital del archipiélago, Puerto Argentino (Stanley para los isleños) sigue siendo un pequeño poblado de casas bajas, de madera, con techos a dos aguas, en donde el gobierno, el idioma y la cultura son ciento por ciento británicos.

Aunque en los últimos años han recibido una ola inmigratoria de varios países del mundo (principalmente, chilenos y filipinos que llegan para trabajar), la población total en las Islas no supera los 3.500 habitantes, de los cuales 3.200 viven en la capital. El promedio de edad es de 36 años. Unos 15 residentes permanentes son argentinos.

La inmensa mayoría (el 58,5 por ciento) se desempeña en la actividad productiva principal de las Islas: la pesca marítima. El ingreso medio ronda las 22.500 libras al año, lo que equivale a unos 2.500 dólares por mes (155 mil pesos).

En los últimos años, el gobierno local viene haciendo una apuesta importante para posicionar a las Islas como un destino turístico internacional, de perfil “exótico”. El nuevo vuelo semanal que une Malvinas con San Pablo (Brasil), con una escala mensual en Córdoba, es para ellos un claro avance en ese sentido, ya que mejora sustancialmente la conectividad de las Islas con el mundo.

La otra fuente de ingresos para los isleños es la agricultura, principalmente la cría de ovejas, con más de 40 mil animales en la actualidad.

De todos modos, el animal emblemático de Malvinas es el pingüino. Su imagen está en casi todos los logos de las empresas que operan localmente, y su nombre es el nombre de decenas de comercios. Hasta el periódico local se llama Penguin News. Hay cinco especies diferentes de pingüinos en las Islas.

Puerto Argentino es un poblado sencillo, pero con una infraestructura urbana relativamente moderna. Tiene hospital, escuela para los niños, un banco, varios supermercados, una estación de servicio, museos, bares, hoteles y hosterías, una cárcel, y muchos, muchos autos (se estima que hay entre dos y tres vehículos por habitante, principalmente, camionetas 4x4).

El clima de las Islas es hostil. En invierno prevalecen las temperaturas bajo cero (entre -7 y -15 grados), y en verano las máximas no superan los 15 grados. El viento es omnipresente, con ráfagas permanentes, día y noche, que reducen considerablemente la sensación térmica.

Ello hace que haya muy poca gente caminando en las calles o andando en bicicleta, y que casi no se vean mascotas en los patios de las casas. Tampoco hay muchos niños jugando en la calle. Todo el mundo trabaja “de corrido”, entre las 8 y las 17. Después, a casa o a tomar cerveza a la taberna.

Por dentro, todas las viviendas tienen calefacción central, alimentada con calderas a querosén o gasoil, combustibles que almacenan en depósitos de 100 o 200 litros en la parte de afuera. El barrio humilde de la capital se llama Teaberry, y está compuesto por pequeñas casas de madera que el gobierno arrienda a las familias de menores recursos.

Como buenos ingleses, los isleños son extremadamente puntuales y de una personalidad más bien seria y reservada, casi distante, característica esta última que se exacerba ante la presencia de un argentino.

La Voz visita las Islas Malvinas por invitación de Latam, que hizo esta semana el primer vuelo desde San Pablo, con conexión en Córdoba.

Este primer vuelo entre Córdoba y Malvinas estuvo a punto de suspenderse luego de que una abogada argentina presentara una denuncia en contra del Gobierno nacional, cuestionando el acuerdo que había habilitado la nueva ruta entre el continente y las Islas. Sobre la hora, el juez Luis Rodríguez lo autorizó.
  
El ingreso a una playa está vedado porque podrían quedar minas en el lugar.
El ingreso a una playa está vedado porque podrían quedar minas en el lugar.

1982

A los habitantes de Malvinas no les gusta demasiado hablar de la guerra. Aseguran que quieren dar vuelta la página, y mirar hacia delante.

No obstante, basta recorrer la ciudad para darse cuenta de que el conflicto bélico de 1982 todavía es parte del presente.

El monumento más importante de la ciudad es el memorial con los nombres de los soldados británicos muertos en combate, ubicado sobre la avenida principal de la ciudad. A metros de allí, un busto de la ex primera ministra inglesa Margaret Thatcher “mira” hacia el mar. Los monumentos a Thatcher no se terminan allí: una importante calle lleva su nombre.

Muchos vehículos tienen pintada la bandera británica en sus puertas o techos, con una clara leyenda alusiva a la soberanía inglesa sobre las Islas: “The Falklands are british”. La misma inscripción se observa en las ventanas de muchas viviendas.

Una cabina telefónica bien "british", en el ingreso al Museo de Malvinas.
Una cabina telefónica bien "british", en el ingreso al Museo de Malvinas.

La Globe Tavern, el principal pub del pueblo, tiene tapizado su techo con banderas inglesas y armas de guerra colgando como trofeos en las paredes.

Varias playas están vedadas a la presencia humana debido a la presencia de minas personales. En los últimos años las están desactivando gracias a un equipo de trabajadores especiales llegados desde la lejana Zimbabue.

El aeropuerto principal de las Islas (Mount Pleasant) está emplazado en el corazón de una base militar, con un número indeterminado de efectivos gestionando la seguridad del lugar.

En los últimos años, tanto el gobierno de Malvinas como los propios isleños celebraron la gestión del presidente Mauricio Macri, reconociendo que lograron acuerdos diplomáticos que mejoraron sus condiciones económicas.

Ahora, con la inminente asunción de Alberto Fernández, temen que Argentina vuelva a tener lo que ellos consideran una actitud hostil y de bloqueo hacia las Islas, tal como sucedió –dicen– durante la presidencia de Cristina Kirchner.

Una vieja iglesia, con la construcción típica de la isla: madera y techo a dos aguas.
Una vieja iglesia, con la construcción típica de la isla: madera y techo a dos aguas.

Fuente: https://www.lavoz.com.ar

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