26 de noviembre de 2019

CÓRDOBA-MALVINAS: SIN ESCALA, LLENO DE EMOCIÓN


Se hizo el primer vuelo a las islas por Latam. Ningún cordobés pagó el viaje: 800 dólares.

Centro de Malvinas. Memorial de los soldados caídos en combate. (La Voz)
Centro de Malvinas. Memorial de los soldados caídos en combate. (La Voz)

Por Gabriel Esbry

Desde el aire, la primera impresión es que son más grandes de lo que uno imaginaba. Aun con el cielo algo nublado, desde la ventanilla del avión se podían descubrir los mismos contornos geográficos que alguna vez dibujamos de chicos en la escuela. Y son realmente parecidos.

Ya en tierra, lo que primero llama la atención es el intenso viento, que literalmente te empuja y hasta te puede tirar al piso. Y también el clarísimo parecido del paisaje y el entorno natural con la estepa patagónica, plagado de piedras por doquier y arbustos que no superan el medio metro de altura.

La Voz realizó ayer el primer vuelo directo entre Córdoba y las Islas Malvinas, invitado por Latam Brasil, que partió de San Pablo e hizo una escala en el aeropuerto Ambrosio Taravella. A las 11.50, puntual, el Boeing 767 despegó de Pajas Blancas.

La mayoría del pasaje estaba integrado por funcionarios del Gobierno británico en las islas, más un puñado de periodistas argentinos, chilenos, brasileños y uruguayos. En total, no más de 50 personas, lo que hacía parecer semivacío al avión. No había pasajeros que hubieran comprado su ticket aéreo en Córdoba (800 dólares).

El vuelo fue tranquilo, con varios idiomas escuchándose por los pasillos de la aeronave: el castellano, de los periodistas invitados; el inglés, de los funcionarios de las islas; y el portugués, de la tripulación. Tres horas más tarde, apenas pasadas las 15, el avión aterrizó en el aeropuerto de Malvinas.

Pisar suelo malvinense emociona. Tantas veces uno escuchó y habló de Malvinas, de la guerra, de los soldados, de los caídos, de los isleños, de la soberanía… Muchos años, muchas cosas pasaron, y al final las islas están allí, debajo de nuestros pies. Inhóspitas y salvajes. Tan cercanas, tan lejanas.

Después de llenar los formularios de rigor, y ante una celosa vigilancia del personal de seguridad, la delegación recorrió los poco más de 30 kilómetros que separan el aeropuerto de Puerto Argentino y se alojó en el Malvina House, un hotel moderno, pero con el típico diseño arquitectónico de paredes de madera y techos inclinados.

El personal del hotel llegó de distintas partes del mundo. Joselyn es chilena, de Punta Arenas, y fue la que primero nos ayudó a lidiar con la clave de internet (la conectividad de las islas es pésima y pone a prueba la paciencia de cualquiera). “Estoy aquí hace tres años, con mi pareja. Estamos ahorrando dinero para proyectos personales a futuro. Acá pagan muy bien”, cuenta.

Tras una interesante charla, llegó la pregunta de rigor: ¿qué piensan los isleños de los argentinos? “Está todo bien. Si uno llega de malas, se ponen a la defensiva. Pero si los argentinos llegan por las buenas, no tienen ningún problema”, asegura Joselyn.

Con apenas dos horas en las islas, todavía no es posible chequear del todo la afirmación de la joven chilena. Los primeros isleños miran a los periodistas argentinos casi con curiosidad. No llega a ser desconfianza, pero tampoco una actitud claramente amigable. Quizás falta tiempo y momentos de encuentro. Veremos…

Fuente: https://www.lavoz.com.ar

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