Un 3 de junio, pero hace 37 años y en plena guerra
de Malvinas, un avión Vulcan inglés arrojaba un misil sobre Puerto Argentino,
el cual impactó sobre el director de tiro de la batería A del GADA 601, matando
al Teniente Dachary y a sus tres acompañantes marplatenses.
En la imagen, Dachary, Blanco, Diarte y Llamas en
Malvinas.
Ya habían pasado más de dos meses desde el inicio
de la guerra. En Mar del Plata, ese 3 de junio, el título del diario La Capital
consignaba que la ONU, a instancias de España y Panamá votaría un nuevo plan de
paz. El canciller Nicanor Costa Méndez, en Cuba, buscaba el apoyo del
Movimiento de Países No Alineados, el Papa concluía su visita a Gran Bretaña,
la selección argentina de fútbol se preparaba para su debut en el Mundial de
España, con César Luis Menotti como técnico y Diego Armando Maradona como figura,
y el marplatense Guillermo Vilas derrotaba a Yannick Noah y se convertía en
semifinalista de Roland Garros.
Mientras veían por Canal 8 “Los Ángeles de Charly”,
“Las calles de San Francisco”, y ese jueves “Tiempo Nuevo” con Bernardo
Neustadt, se esperaba con atención cada parte del Estado Mayor Conjunto.
Entrevistado por la cadena Televisa de México, el
jefe de la Fuerza Aérea, Brigadier General Basilio Arturo Lami Dozo, indicaba
que “no es preocupante que Puerto Argentino está a punto de ser atacado. Lo
importante es la fe y la convicción con que estamos llevando adelante este
conflicto y por qué sigo diciendo que estoy racionalmente optimista”.
Exactamente a 1542 kilómetros de Mar del Plata, en
el frío de Malvinas, la situación era distinta.
A las 06:20 de aquel 3 de junio de 1982 tembló la
pista de Puerto Argentino. La explosión se escuchó a varios kilómetros. El
fuego, los gritos, evidenciaban que algo grave había sucedido. En pocos minutos
se pudo establecer que un misil inglés, disparado por un avión Vulcan B.2 matrícula
XM597, acababa de impactar en el director de tiro Skyguard, donde se
encontraban varios marplatenses.
En esa acción perdieron la vida el Teniente
Alejandro Dachary, el Sargento Pascual Blanco y los Soldados clase 62 Oscar
Daniel Diarte y Jorge Alberto Llamas, estos tres últimos marplatenses.
Hasta último momento
Fue el día de la guerra en el que más marplatenses
murieron. El Teniente Dachary, también estuvo en Malvinas su hermano Sergio, Teniente
de Fragata, nació en Concordia en 1957, tenía 25 años cuando falleció, y estaba
destinado al GADA 601.
Actualmente un director de tiro en servicio en el
GADA 601 lleva el nombre de “Teniente Dachary” en honor al combatiente muerto y
que fuera apreciado por igual por jefes y subordinados.
Asimismo, quienes fueron sus compañeros recuerdan
con cariño al Sargento Blanco, le decían “Blanquito” y había sido árbitro en
Mar del Plata.
En tanto, el Soldado clase 62 Oscar Diarte se había
desempeñado todo el año anterior como radio-operador en el GADA 601 de Mar del
Plata, fue convocado y reincorporado pues se le había otorgado la baja y en las
islas, había sido felicitado en varias oportunidades por su desempeño.
A la vez, el Soldado Jorge Llamas, fue también
reincorporado al igual que su compañero, y era merced a sus conocimientos y
capacidad demostrada, el operador del grupo electrógeno del director de tiro.
El director de tiro Skyguard cuenta con un sistema
de detección por radar y cámara de TV y puede comandar varias fuentes de fuego
antiaéreo. En Puerto Argentino esta unidad fue destruida por un misil
antirradar disparado por un avión Vulcan que sobrevoló las islas fuera del
alcance de los antiaéreos. Se explicó que estos misiles se enganchan sobre la
señal emitida por los radares de búsqueda y se dirigen hacia su ubicación. El
personal que operaba estas unidades lo sabía y tenía orden de apagarlos cuando
se aproximaran los Vulcan, pero en su afán de abatir al enemigo para dar
protección a las bases en tierra, los dejaban operando hasta último momento,
con la esperanza de ser más rápidos que el enemigo.
“Blanco, haga formar la gente que repartimos”
En el blog “Historias de Malvinas”, en primera
persona, el Teniente de Fragata Sergio Dachary recuerda aquella tremenda mañana
de junio de 1982.
“El día del fallecimiento de Alejandro, me
encontraba en mi posición de Monte Longdon cuando escucho el sonido de un avión
grande muy diferente al del Harrier o a los aviones propios. Las nubes estaban
bajas no podía ver qué tipo de avión era, pero me di cuenta que volaba bajo y
recto hacia la pista de aterrizaje. En un momento dado desde tierra comienza a
disparar una batería de artillería; los disparos se pierden al cruzar las
nubes, no puedo ver si hay impacto. Inmediatamente dos misiles lanzados por el
avión cruzan las nubes y van recto hacia la batería de tiro…..Hacen impacto, se
producen una llamaradas y después silencio”, reseña.
“En ese momento me pregunté a quién le habrán dado.
Quince minutos después me llama el Mayor Carrizo y textualmente me dice:
“Sergio, tu hermano está herido y bastante grave….andate al pueblo”. Mi
pregunta fue clara. Mi Mayor, ¿Alejandro está herido de gravedad o muerto?. Ya
falleció, fue la respuesta”.
El relato del hermano de la víctima continúa. “Los
dos misiles habían impactado en la caseta de tiro de Alejandro, matándolo
instantáneamente junto con el Sargento Blanco y dos conscriptos más. Fue
enterrado en el cementerio de Puerto Argentino y luego trasladado al de Darwin.
Recuerdo que cuando nos encontrábamos, comentábamos de la familia, de cómo
estaba la situación. Él era sumamente optimista, “no juegues al héroe Sergio”,
eran sus palabras. Siempre le dejaba algo de comer porque ellos andaban
“cortos” y cada vez que le dejaba algo, Alejandro repetía una y otra vez la
misma orden: “Blanco, haga formar la gente que repartimos”.
“Un día conseguí una botella de coñac, tesoro
inapreciable en esas circunstancias, y le dije “esta te la guardás para vos”.
Quedate tranquilo hermano que esta me la guardo, me respondió. Subo al camión y
al darme vuelta veo a los conscriptos formando fila con el jarrito en la mano.
Ese era mi hermano…”, concluyó.
Otros testimonios
En el libro “Malvinas, 20 héroes”, uno de los
capítulos está dedicado al Teniente Alejandro Dachary. En el mismo, se recogen
valiosos testimonios de aquella trágica madrugada del 3 de junio.
“Yo no conocía al Teniente Dachary, pero por esas
cosas de la guerra, nosotros estábamos ubicados a 200 metros del lugar que
ocupaba su director de tiro. La madrugada del ataque escuchamos claramente el
silbido del misil que caía, y vimos la posterior explosión que fue tremenda. Al
ratito llegó la ambulancia del RI6, creyendo que los afectados habíamos sido
nosotros, pero no era así. Luego nos acercamos al lugar que había sido atacado.
Pude ver que personal de sanidad militar estaba ya trabajando y sacando los
cuerpos inertes del director de tiro. Dachary estaba destrozado, y su compañero,
el Suboficial Blanco, también. Recuerdo además a un soldado sobreviviente que
tenía un terrible ataque de nervios y se golpeaba la cabeza contra el suelo
mientras gritaba y se echaba la culpa de algo, pero yo al menos no entendía de
que hablaba”. (Capitán Gregorio de los Santos Ventacor)
– – – – –
“El Sargento Primero René Pascual Blanco, estrecho
colaborador de Dachary, era mi amigo personal. Aquella fatídica madrugada yo
estaba de guardia y pudimos escuchar el ruido del motor del avión que sobrevolaba
la zona. Luego llegaron las explosiones. Había un turno establecido para hablar
con nuestras familias en el continente, y ese día, por coincidencia, nos tocaba
a Blanco y a mi hablar por teléfono. Cuando llegue a la central telefónica, un
domingo a las 08:00, me comunican que las explosiones de horas antes eran
consecuencia de un ataque aéreo que había matado a Dachary, Blanco y los
soldados Llamas y Diarte. En esos precisos momentos, la esposa de mi amigo
Blanco estaba al teléfono esperando desde Mar del Plata para hablar con él.
Pero como debía ser informada por los canales oficiales, se le dijo que Blanco
se encontraba en una posición alejada y no había podido llegar. En realidad, mi
desdichado amigo y camarada ya estaba muerto” (Suboficial Mayor Jorge Oscar
Mezzatesta).
– – – – –
“La tarde del 2 de junio, la posición de Dachary
fue llevada a un nuevo emplazamiento. Su nueva misión consistía en cubrir “la
ruta de los Harrier”, que ingresaban por el norte de la bahía con el objetivo
de destruir la pista del aeropuerto. Aquel 3 de junio fue un amanecer muy frío
y caía una garúa que calaba hasta los huesos, cuando escuchamos el ruido de los
motores de un avión que sobrevolaba la zona. Primero de este a oeste y luego en
sentido contrario. Más tarde sabríamos que se trataba de un aparato Vulcan
proveniente de la lejana isla Ascensión. El radar de exploración capta a un
avión a unos 20 kilómetros, pero aún no puede combatirlo. Lo tiene detectado,
pero para combatirlo hay que “adquirirlo”, esto es tarea del radar de tiro que
cuando, lo tiene a cuatro kilómetros comienza a hacer funcionar automáticamente
las piezas de fuego. Lo que creo que ocurrió es que, aunque Dachary estaba en
condiciones operativas, el Vulcan se hallaba más allá de los cuatro kilómetros
de radio cuando disparó su misil. El segundo radar de tiro no podía detectarlo.
Dachary y su gente no tuvieron ninguna defensa en mi opinión. Todas las
secciones estaban con sus equipos encendidos y el piloto inglés eligió la
posición de Dachary”. (General de Brigada (R), Héctor Lubin Arias)
Emergencia del avión en Brasil
El ataque inglés se enmarcó en la operación
conocida como “Black Buck 6”. Según pudo reconstruirse a través de los
documentos históricos, el avión Vulcan llegó a Malvinas y lanzó las bombas que
cargaba, pero solamente pudo lanzar uno de los dos misiles Shrike. El otro,
armado y listo, no se desprendió del soporte alar del ala izquierda.
Esto cambió todo el perfil de la misión: si el
Vulcan tenía el combustible justo para volver sin armamento, recurriendo al
reabastecimiento durante el regreso, la carga adicional del misil implicaba que
se requerían cargar más combustible.
Forzada por todas estas misiones, cuando se quiso
realizar la operación de repostaje, la lanza del Vulcan se rompió, quedando
imposibilitado de recargar combustible. Fue esto lo que obligó al avión a
aterrizar en Río de Janeiro, en una maniobra compleja y bastante controversial.
Con armamento activado que podía estallar y casi sin combustible, el Vulcan fue
interceptado y escoltado por dos F-5 brasileros hacia el aeropuerto de El
Galeao.
Brasil tenía una posición neutral ante el
conflicto, aunque su gobierno estaba opuesto al argentino. Sin embargo,
siguiendo los procedimientos internacionales y leyes firmadas entre ambos
países, y las presiones argentinas, decidió confiscar el avión por una semana,
aunque solamente volvió cuando se firmó el armisticio. La tripulación fue
retenida pero posteriormente liberada. El misil fue confiscado y desactivado
por personal británico que llegó especialmente para el caso.
Para la misión en la que finalmente pierden la vida
los tres marplatense, fue elegido el comandante Neil McDougall y el bombardero
XM597, siendo el XM598 la reserva. El objetivo era el mismo, el radar TPS de la
Fuerza Aérea que lo detectó por el radar por 50 segundos o aproximadamente 5
vueltas de la antena y a una velocidad de 463 km/h y una distancia de 322 km.
Los radaristas se dieron cuenta que a esa velocidad el avión intentaba guardar
combustible para atacar el radar posiblemente. El bombardero descendió y
apareció nuevamente a 55 kms de distancia ya siendo una amenaza por lo que se
dio la alerta de ataque aéreo. Cuando el avión estaba a una distancia de 16 kms
se cortaron las emisiones del radar para evitar ser alcanzados por algún misil.
La tripulación del Vulcan notó esto y viró hasta localizar otra vez las
emisiones cuando se reanudaran. Este juego del gato y el ratón duró una hora.
“Los ingleses no pudieron detectar el blanco, que
era ese radar grande de la Fuerza Aérea, En cambio, encontraron la débil
señalar del radar de tiro de Dachary y entonces lanzaron el misil”, explicó uno
de los ex combatientes de Mar del Plata que se encontraba a pocos metros del
lugar.
La historia afirma que el bombardero tenía bajo sus
alas dos pilones con 4 misiles para ser utilizados contra el TPS-43, radar de
la Fuerza Aérea. Al haber hecho fuego contra la batería Skyguard con dos de
estos misiles, uno de los cuales no salió del pilón, quedando anclado y armado.
Misiles y documentos arrojados al mar
Al momento de estar lejos de Malvinas el comandante
decidió soltar los mismos sobre el mar y tomó altura de vuelo optima sobre los
12000 metros en donde el aire es favorable para la condiciones de vuelo
ahorrando combustible. Al momento que el copiloto hizo un chequeo de los
cálculos dieron negativo dando como resultado que no se podría llegar al
tanquero con la cantidad de combustible que tenían en los tanques. Así, se
señala, el comandante puso rumbo directo a Río sabiendo que debía desprender de
todo lo relacionado con la misión, documentos confidenciales que estaban a
bordo del Vulcan y otros elementos que inexorablemente tenían que ser lanzados
al mar. Despresurizaron la cabina y abrieron una escotilla de acceso en el
piso, lanzando en una lata de raciones de alimento todo al océano.
Cuando el bombardero penetró el espacio aéreo
brasileño la defensa de Río entró en alerta y fueron enviados dos F-5 para
interceptar al mismo. Tras el aterrizaje en Río de Janeiro, hecho que mereció
cobertura en los medios de aquel país, la tripulación permaneció 8 días en
tierra alojados en el casino de oficiales de la base aérea del el Galeao. El 11
de junio se dio la autorización para poder retomar vuelo y partir hacia
Ascensión. En el caso del misil Shrike se quedó en Brasil y fue desactivado por
personal británico que llegó para este caso puntual. Ese tipo de misil era lo
más avanzado en armamento para la épica y su funcionamiento era un alto secreto
de estado. Una oportunidad que no dejó pasar el gobierno brasileño.
Fuente: https://www.lacapitalmdp.com
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