Con la presencia de veteranos, familiares de caídos
y el jefe del Estado Mayor General, se realizó ayer un acto en el Regimiento 7
de La Plata para recordar a los soldados que entregaron su vida en el Monte
Longdon, la batalla que definió la suerte de la guerra de Malvinas.
Por Patricio Zunini
El campo de honor del Regimiento 7 de La Plata
Cuarenta y dos robles. Cada uno con su cruz: una cruz
blanca, sencilla, austera, cuidada. El pasto verde, prolijo, cortado al ras.
Así es el campo del honor del Regimiento de Infantería Mecanizada 7 de La
Plata.
Cada árbol y cada cruz representa un muerto: un
héroe. Son los soldados que dieron la vida en la batalla del Monte Longdon, una
de las más feroces y cruentas de la guerra de Malvinas, de la gesta, como le
dicen los militares, que definió la suerte del conflicto y dos días después
provocó la rendición argentina.
La noche del viernes 11 de junio de 1982, las
tropas inglesas se desplegaron sigilosamente por el monte tratando de
sorprender a las argentinas. Hacía más de un mes que el fuego naval y aéreo
caía sobre el ejército nacional, pero en las últimas 48 horas habían
intensificado notablemente su fuerza. El avance británico quedó al descubierto
cuando un Cabo pisó una mina y, de inmediato, se desató el infierno.
Recreación de la batalla del Monte Longdon
La batalla del Monte Longdon duró más de doce horas,
pese a la gran disparidad de fuerzas: los ingleses superaban a los argentinos
en una relación de cuatro a uno. Esa noche, los soldados argentinos debieron
hacer frente a más de 6000 disparos, al fuego de morteros, granadas, bombardeos
de artillería.
El combate se definió poco antes del alba. Fue una
pelea atroz que mostró el coraje inaudito de nuestros combatientes. Alguna vez
los ingleses contaron que para tomar posiciones hacían uso de armas
antitanques, proyectiles y finalmente bayonetas porque "hasta que no te
lanzabas al cuerpo a cuerpo, los argentinos seguían peleando".
Esa noche heroica y fatídica, el Regimiento 7
perdió treinta y seis hombres y el Escuadrón 10 de Caballería otros seis. Hubo
más de 180 heridos.
Conmemoración de la batalla del Monte Longdon
Espina de la vida y de la historia
Desde el final de la guerra, cada 11 de junio se
volvió un mojón del calendario de los veteranos de Malvinas. El Regimiento 7 se
viste de gala y homenajea a los héroes en un acto que recuerda a los caídos y
abraza a los veteranos, sin hacer distinción entre oficiales, suboficiales y
conscriptos.
Este año, ayer de hecho, hubo un nuevo recordatorio
en el que estuvieron presentes no solo el jefe de la Guarnición, Teniente
Coronel José Eduardo Gutiérrez Dalla Fontana, sino también el intendente de
Ensenada, Mario Secco, el jefe del Estado Mayor General del Ejército, Teniente
General Claudio Pasqualini, y otros comandantes del Ejército. Hubo también
muchos familiares de los caídos y César García, presidente de la Comisión
Nacional de Ex Combatientes de Malvinas, que depende del Ministerio del
Interior.
Lo singular del encuentro es que se hace ni bien
cae el sol, para que suceda durante la oscuridad de la batalla. La noche,
entonces, se carga de electricidad y emoción. Y hay varios símbolos que erizan
la piel: los 42 robles con sus 42 cruces, las 42 antorchas que sostienen los
cadetes más jóvenes del regimiento, en reconocimiento a la juventud que se
quedó en Malvinas, las 42 campanadas que suenan con los 42 nombres de los
caídos, los 42 gritos de "¡Presente!" mientras se toma lista, las 42
salvas que se disparan al aire en honor de los héroes que dejaron su vida en
las islas.
La bandera guerrera de Malvinas
Pero de todos los símbolos, seguramente el más
conmovedor es la bandera que los veteranos lograron ocultar antes de la
rendición. Para evitar que la enseña patria quedara en algún museo bélico
inglés, los combatientes la desarmaron y la partieron y la escondieron entre
sus ropas. Hoy, resguardada en una caja de vidrio, se usa como estandarte del
acto del 11 de junio. ¿Puede haber épica y valentía en la derrota? Por supuesto
que sí, y este es un clarísimo ejemplo.
Hubo un hecho saliente en el acto este año y fue la
presencia de los familiares de los soldados caídos: padres, hermanos, sobrinos
recibieron en manos del Teniente General Pasqualini un diploma y una medalla
con la Orden de los Servicios Distinguidos destinada a sus deudos.
En este acto, que se realizó por tercera vez
consecutiva, se condecoró a diez héroes y vale la pena tomarse un breve momento
para leer la nómina in extenso: Teniente Juan Domingo Baldini, Sargento Ayudante
Jorge Alberto Ron, Sargento Ayudante Darío Rolando Ríos, Cabo Primero Pedro
Alberto Orozco, Cabo Miguel Ángel Pascual, Cabo Néstor Miguel González, Cabo
Víctor Rodríguez, Cabo Miguel Ángel Falcón, Cabo José Luis Rodríguez Silva y Cabo
Carlos Alberto Hornos.
María del Carmen, la madre del soldado Eduardo
Araujo
Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a
ofrecer mi corazón
María del Carmen Araujo estuvo presente en el acto
que homenajeaba la vida y la valentía de su hijo. Eduardo Araujo había salido
de la "colimba" en marzo del 82, era clase 62, con el deseo de
terminar sus estudios. El 2 de abril volvía de clases cuando se encontró a la
madre colgando una bandera celeste y blanca en la casa. Desde lejos la saludó
con los dos pulgares hacia arriba.
Ese mismo día hablaron del conflicto: él sentía la
obligación de volver al Ejército. María del Carmen le dijo que esperara, que si
lo necesitaban lo iban a llamar. Y así fue: a los pocos días llegó la citación.
Eduardo subió al tren y se dirigió al regimiento acompañado por su novia y su
hermana, una nena de 9. El 11 de abril pudo saludar al padre, que cumplía años;
el martes 13 viajó al sur.
Cruces en el campo de honor del Regimiento 7 de La
Plata
Eduardo Araujo murió el 11 de junio. Sus padres,
sin embargo, tardaron mucho tiempo en enterarse. Tras la rendición, lo
esperaban entre los heridos, pero no lo encontraban por ningún lado. Alguien
les dijo que tal vez lo había visto en el hospital de Campo de Mayo y allí
fueron, pero tampoco estaba.
Pasaron largas semanas de angustia y desconcierto
hasta que un compañero de regimiento les dijo que Eduardo había muerto al
recibir el impacto de una bomba durante la batalla. Les dijeron que el cuerpo
de Eduardo se había fundido en la explosión. María del Carmen recuerda aquel
momento y en sus ojos oscuros hay una chispa de orgullo, desconsuelo, amor. No
es fácil sostener la mirada de esta mujer que ronda los 80 años sin quebrarse.
Dos años atrás, gracias a las exhumaciones que se
realizaron en el cementerio de Darwin en la isla Soledad, se supo que Eduardo
ocupaba la cruz número 16 del sector B3: él tenía en sus bolsillos su carnet de
conductor y hasta el recibo de la última cuota paga del colegio.
"¿Qué pienso de estos 37 años?", se
preguntó. "Lo único que me queda es el amor. Si odio me muero".
Beto Altieri
El capitán Beto
Jorge "Beto" Altieri se hizo conocido en
los medios cuando alguien quiso vender su casco por internet y gracias a un
empresario anónimo y a Infobae pudo recuperarlo. Viendo las condiciones en que
quedó el casco, sólo se puede creer que sobrevivió por una intervención divina.
Le tocó vivir, sí, pero no salió indemne de la guerra: tiene el brazo derecho y
una pierna inmovilizados, perdió un ojo y parte de la audición.
Altieri era un soldado del Regimiento 7 y en su
voz, el recuerdo del Monte Longdon tiene un timbre emocionante. Podría ser el
paradigma de la valentía, pero se corre de ese lugar. "Yo soy un veterano,
los verdaderos héroes están allá", dice.
Homenaje a los caídos en el Monte Longdon
Este año va a participar por primera vez en
política: va como primer diputado en un partido provincial. Con el orgullo a
flor de piel, no se arrepiente ni por un segundo de haber peleado por su país.
Pero no es ingenuo y sabe que quienes lo mandaron a la guerra, a él y al resto
de sus compañeros, los dejaron sin sostén. Meses antes del conflicto, según
pudo averiguar, se modificó la norma por la cual los veteranos de guerra
cobraban una pensión por incapacidad, de manera que fueron muy pocos de los que
volvieron de Malvinas los que recibieron el dinero para vivir dignamente.
Y, sin embargo, dice, volvería otra vez. Ya. Ahora.
Hoy. "A los chicos de las escuelas les digo que ellos son los encargados
de recuperar las islas por la vía diplomática. Yo, por mi parte, así como
estoy, si me convocaran y me dieran un arma, iría sin dudarlo".
Veteranos de Malvinas (Fotos: Nicolás Stulberg)
Mirando superhéroes
Terminado el acto, mientras la banda militar tocaba
la "Marcha de las Malvinas”, los veteranos desfilaron con un orgullo que
inflamaba los corazones. Después de ellos siguieron los soldados y cerraron la
fila las antorchas que traían al presente a aquellos "fieros"
espíritus que nos queman desde el sur.
A veces uno tiene el privilegio de mirar a los
héroes. Ante ellos respeto y agradecimiento. Respeto y agradecimiento.
Fuente: https://www.infobae.com
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