Por Daniel Guillermo Gionco (*)
El invento de Pérez: parte de la batería terrestre
de misiles Exocet MM-38 montada sobre un trailer en una calle de Puerto
Argentino. (Terence Laheney)
El día 4 de mayo de 1982, la Aviación Naval
Argentina obtuvo una resonante victoria al destruir al poderoso buque inglés
HMS Sheffield, utilizando aviones Súper Etendard equipados con misiles Exocet
AM-39 Aire-Mar. Tras ese exitoso ataque, el Estado Mayor de la Armada estudió
la posibilidad de emplear también su arsenal de misiles Exocet MM-38 Mar-Mar,
para detener la acción de los buques de guerra británicos, que efectuaban un
persistente cañoneo naval nocturno sobre las unidades argentinas destacadas en
las Islas Malvinas.
El Ingeniero Julio Marcelo Pérez a fines de 1982
Si bien los misiles Exocet MM-38 están diseñados
para ser lanzados desde un buque contra otro buque, a mediados de mayo se
encomendó al Capitán Julio Marcelo Pérez y a un grupo de colaboradores de la
Base Naval Puerto Belgrano que intentaran desarrollar los equipos que
permitieran lanzar esos misiles desde instalaciones terrestres de las Malvinas.
El hombre preciso en el momento indicado
En aquel entonces Pérez tenía 45 años, y se había
graduado de ingeniero con orientación electrónica en la Universidad de Buenos
Aires, con un posgrado en Ingeniería Aeroespacial obtenido en la Universidad de
Roma. Había además desarrollado la carrera de Oficial de la Armada Argentina,
Cuerpo Comando, hasta alcanzar el grado de Capitán de Fragata.
Entre otras cosas, Pérez trabajó en Investigación y
Desarrollo en el área de misiles de CITEFA, proyectó y ejecutó el montaje de
los Exocet MM-38 en varios destructores de la Armada, y había viajado a Francia
recientemente para supervisar la recepción de los misiles AM-39 destinados a
los aviones Súper Etendard (SUE).
Corte de una unidad contenedor-lanzador de misiles
Exocet Mar-Mar (Wilfried Kartonbau)
Con astucia, charlando con ingenieros de la empresa
Aerospatiale, Pérez les sacó cierta información "no escrita" sobre
los misiles que fabricaban, lo que resultaría de primordial utilidad para el
futuro éxito de los SUE y también para encarar el diseño, construcción y
operación de un sistema para el emplazamiento terrestre de un lanzador de
misiles Exocet MM-38.
Engañar al misil
Los estudios preliminares determinaron que para desmontar
de un buque los misiles como su compleja instalación se necesitaría un tiempo
demasiado prolongado, considerando la urgencia en detener el bombardeo naval
enemigo.
Debajo del puente, el montaje de 6 unidades
contenedor-lanzador de misiles Exocet MM-38 en el buque francés Jeanne d´Arc.
(Franck Sourot)
Por lo tanto, se debió diseñar un equipamiento
totalmente nuevo que fuese transportable por avión, sin contar con mucha
información técnica, que sólo el fabricante de los misiles poseía.
Para ello, Pérez junto a los técnicos Luis A.
Torelli y Antonio Shugt, encararon un relevamiento experimental que identificó
las señales que el Exocet intercambiaba con su unidad de control, en cada una
de las situaciones de tiro.
"Cortábamos cables y probábamos señales
mediante cablecitos, y estos cablecitos se juntaban con otros para simular
otras señales, y éstas otras eran aplicadas con pilas, y así obteníamos,
sucesivamente, indicios, marcas, signos que nos permitían reconstruir un
sistema", describió Pérez. "Al cabo de numerosos ensayos, llegamos a
la conclusión, casi fantástica, de que sí, podíamos engañar al misil".
A partir de aquella seguridad se construyó un
sistema que simulaba las señales eléctricas de control que la verdadera
computadora de a bordo enviaba al misil en su montaje original, una plataforma
inercial de lanzamiento terrestre, un carretón para transportar los misiles, un
equipo de detección del blanco y un grupo electrógeno que proveía la
alimentación eléctrica.
Construcción muy "berreta", según su
inventor
Esta serie de equipos debieron fabricarse
velozmente, utilizando los elementos ordinarios que pueden hallarse en un
taller naval, lo que provocó que la instalación resultase más grande que lo
técnicamente necesario y tuviese componentes algo obsoletos.
Mayo de 1982: vista de la plataforma inercial de
lanzamiento con sus tacos de fijación durante la construcción de la batería
terrestre de misiles Exocet MM-38 (Chacho Rodríguez Muñoz)
Así la plataforma de lanzamiento se fabricó con un
carretón y se usó el generador de un antiguo reflector antiaéreo. Además, los
hijos de Julio Pérez, Marcelo y Fernando, revelaron que esa improvisada batería
misilística terrestre, que el Capitán había bautizado "Instalación de Tiro
Berreta, ITB", funcionaba con
válvulas de vacío que tardaban un tiempo en calentarse, como las radios de
1940), pues su padre no tuvo tiempo suficiente para crear ni el software ni una
computadora adecuada.
Mayo de 1982: la unidad que incluye los equipos
electrónicos de control de tiro y el grupo electrógeno de la batería terrestre
de misiles Exocet (ITB), dentro del Taller de Misiles de Puerto Belgrano.
(Carlos Ries Centeno)
El gobierno de la ITB también requirió soluciones
algo "cavernícolas" para simplificar el equipo. En operación normal,
la computadora del buque envía un paquete de datos de 64 bits y espera que el
Exocet lo devuelva sin errores. Luego desafía al misil con un paquete
ligeramente diferente, para ver si lo replica correctamente. Finalmente le
manda el paquete con todos los datos de distancia, altura de vuelo, región
donde debe buscar el blanco y muchos otros parámetros para asegurar el disparo
a efectuar.
En la ITB, "a lo bestia", se decidió
mandar 3 veces el mismo paquete de datos reales de disparo, programados con la
zona más grande de búsqueda admitida por el misil, y como dijo el Capitán
Pérez: "Que sea lo que Dios quiera".
La instalación en Malvinas
Tras muchas jornadas de febril trabajo en Puerto
Belgrano, y dos peligrosos vuelos que debieron suspenderse, los equipos, el
personal técnico, y los contenedores-lanzadores de los misiles llegaron a
Puerto Argentino el 31 de mayo de 1982, a bordo de aviones Hércules.
En una calle de Puerto Argentino, las dos unidades
contenedor-lanzador de misiles Exocet MM-38 sobre su carreton de transporte
(Chacho Rodríguez Muñoz)
Rápidamente el Apostadero Naval Malvinas se puso a
colaborar con el proyecto. Se colocaron los equipos en la zona del Muelle Este
de Puerto Argentino, disimulando su presencia con redes de enmascaramiento. Los
componentes se dispersaron y se ubicaron lejos del lugar de lanzamiento, para
que en las fotos tomadas por aviones y satélites no se descubriera lo que se
estaba preparando.
Se ordenó el más estricto secreto sobre la
operación, pues se sospechaba que los kelpers enviaban información a los
británicos. Asimismo, se dispuso una guardia reforzada sobre los equipos, ya
que eran un objetivo apetecible para un ataque de comandos enemigos.
Analizada la situación, se llegó a la conclusión de
que el mejor sitio para emplazar la plataforma de lanzamiento era en el camino
asfaltado que atraviesa el istmo que une a la península del aeropuerto con el
resto de la Isla Soledad, y que el armado de la instalación misilística en ese
lugar debía comenzar al anochecer con la mayor discreción posible.
Croquis del sitio de emplazamiento de la batería
terrestre de misiles Exocet MM-38 en cercanías de Puerto Argentino y
trayectoria del impacto sobre el HMS Glamorgan (Daniel Gionco)
Para obtener información precisa sobre la ubicación
de los buques a abatir se disponía de un radar antipersonal del Ejército. Los
datos que brindaba tenían un formato distinto al que usaba la ITB, por lo que
mediante cálculos manuales debían convertirse en determinados valores de
tensión, que se ajustaban mediante potenciómetros a fin de programar el misil a
disparar.
Pero como desde que el radar detectaba el blanco
hasta que los datos se convertían manualmente y llegaban al Exocet, el buque
enemigo se seguía moviendo, el Capitán Pérez rápidamente debía ajustar la
programación a enviar, estimando “a ojímetro" la nueva posición.
Carlos Ries Centeno operando el radar antipersonal
Rasit en Puerto Argentino (1982)
Primeros intentos
Para efectuar un lanzamiento exitoso, alrededor de
las 18:30 se instalaba el radar y la plataforma inercial de lanzamiento que
pesaba 6 toneladas, necesitándose casi una hora para orientar la plataforma en
la dirección de disparo, nivelarla y afirmarla con sus tacos de fijación, pues
dichas maniobras se realizaban usando sólo la fuerza muscular de los
conscriptos del Apostadero de Puerto Argentino.
Luego, cerca de las 20:00 arribaba el carretón con
dos contenedores de misiles, y también llegaba una grúa autopropulsada que
servía para levantar los contenedores y montarlos sobre la plataforma de
lanzamiento.
Finalmente, a eso de las 20:30 se presentaba el
dispositivo electrónico de control de tiro con su grupo electrógeno, y se
realizaba el cableado de todos los equipos. Tras verificar la instalación, se
encendía el grupo electrógeno y todo quedaba listo para el disparo de los
Exocet.
A partir de entonces debía aguardarse que alguno de
los buques que realizaban el bombardeo nocturno pasase por delante de la batería
misilística costera. De no ser así, se desmontaba todo antes del amanecer y los
componentes se volvían a ocultar.
La bateria terrestre de misiles Exocet MM-38 en una
calle de Puerto Argentino (Terence
Laheney)
El 1º de junio se presentó la primera oportunidad.
En el primer intento falló la ignición del propulsor del misil, por causas que
no pudieron determinarse. Rápidamente se preparó el lanzamiento del segundo
misil, que partió con una trayectoria incorrecta por errores originados en el
apuro de efectuar el disparo antes de que el buque enemigo se alejase.
En los días siguientes se suspendieron las
operaciones por falta de misiles y se descubrió que un pequeño componente de la
ITB fallaba, por lo que rápidamente se lo reemplazó.
Recién el 5 de junio un avión Hércules transportó
dos nuevos Exocet desde el continente. A partir de entonces todas las noches se
repetía la maniobra de armado de la instalación, espera de la presa y posterior
desmontaje. El autor de este artículo participó de esas largas noches de tensa
espera, en las cuales los buques enemigos no llegaban a cruzar la línea de tiro
de la improvisada instalación misilística, la cual tenía una orientación fija
de disparo.
El disparo estelar de la ITB
Finalmente, en la madrugada del 12 de junio de 1982
se presentó la ocasión largamente esperada por los hombres comandados por el
capitán Pérez.
El lanzamiento del misil plasmado en una aguada
sobre papel de Daniel Bechennec
Esa noche el radar detectó un buque británico que
se encontraba a 29960 metros en dirección 201º 22´, habiendo así ingresado en
la zona de alcance de los misiles.
Rápidamente se ejecutaron todos los pasos para el
disparo del Exocet, que esta vez salió correctamente orientado e impactó en el
blanco luego de algunos minutos que parecieron interminables, originando un
gran resplandor que indicaba el éxito obtenido.
Esta acción sin precedentes en el mundo fue filmada
por el equipo de Carlos Ríes Centeno, productor del programa de televisión
"La aventura del hombre", que a la sazón operaba el radar
antipersonal Rasit.
Dos fotogramas de la historica filmacion del 12 de
junio de 1982. A la izquierda, una
camioneta y la ITB tras disparar el Exocet y a la derecha el misil volando
hacia el blanco (Carlos Ries Centeno)
En ese momento, los que peleaban en los montes
vieron la gran explosión en el mar, los canales radiales de ambos bandos se
saturaron de mensajes y se escucharon expresiones de júbilo en las trincheras
argentinas, que venían soportando el bombardeo naval británico.
El destructor (D19) HMS Glamorgan . (Jess James)
Según pudo saberse meses más tarde de fuentes
británicas, el buque alcanzado fue el HMS Glamorgan y el impacto se produjo en
el sector de popa. Su oficial de guardia, Ian Inskip, ordenó una oportuna maniobra
de giro a estribor al detectar el misil que se acercaba, evitando así que el
impacto ocurriera en el centro del buque, donde podría haber provocado un daño
devastador.
Vista parcial del Glamorgan, tras el impacto del
misil argentino ( Jess James)
En la acción fallecieron 13 personas y 22
resultaron heridas. El buque no se hundió, pero quedó fuera de combate, por lo
que no pudo volver a atacar las posiciones argentinas hasta el fin del
conflicto.
La explosión dentro del destructor en la que
murieron 13 tripulantes y otros 22 resultaron heridos
El éxito logrado tuvo una amplia repercusión en los
altos mandos navales de todo el mundo. Después de la caída de Puerto Argentino,
los británicos realizaron un profundo análisis de la instalación misilística
que quedó en las islas. Se asombraron de que con esos medios tan improvisados
se hubiera logrado poner fuera de combate a un navío de guerra tan poderoso.
Este logro del Capitán Pérez, alcanzado con equipos
de muy bajo costo e información incompleta, le valió condecoraciones de la
Armada Argentina y del Congreso de la Nación. Además, se lo designó Agregado
Naval en Francia, donde fue condecorado con la "Ordre National du
Mérite" en el grado de Comandante.
El Almirante Anaya le entrega a Julio Pérez la medalla
“al esfuerzo y la abnegación”
El representante de la empresa Aerospatiale y Julio
Pérez, formalizando la donación de una maqueta del misil Exocet AM-39, para el
Museo Naval de Tigre.
Tras retirarse con el grado de contraalmirante,
desarrollar una fecunda carrera de profesor universitario en las mejores
instituciones educativas de nuestro país y escribir varios libros de
matemáticas y electrónica Pérez falleció el día 28 de junio de 2014.
Con total naturalidad, Julio Pérez siempre decía
que él sólo había hecho bien su trabajo, por lo que nunca buscó reconocimientos
ni se esforzó en difundir la historia de su "berreta" creación
misilística, que en su estelar disparo logró averiar al navío inglés.
Sin embargo, es justo dejar de lado el deseo de Don
Julio y homenajear su memoria a 5 años de su fallecimiento, pues encarna los
valores de los grandes hombres: una voluntad tenaz y equilibrada, aplicación al
estudio, ingenio para operar con recursos limitados, trabajo duro, modestia
tras algún éxito ocasional, cierta picardía para obtener datos ocultos, y sobre
todo, una notable inteligencia.
(*) El autor es Ingeniero Electricista (UBA) e
integró el Apostadero Naval Malvinas
Fuente: https://www.infobae.com
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