La fragata británica "Ardent" tras ser
averiada por el ataque aéreo argentino, el 21 de mayo de 1982. Al día siguiente
se hundía.
El 21 de mayo se cumplirán 37 años de la muerte en
acción de guerra, durante el conflicto del Atlántico Sur, del Teniente de Navío
aviador naval Marcelo Márquez. Se trata del único aviador marplatense
desaparecido en Malvinas en 1982. En su memoria, este sábado 18 a las 11:00 en
el Aeroclub Mar del Plata, Ruta 88 kilómetro 9,5, se realizará un acto de
homenaje. Tendrá lugar ante la réplica, allí instalada, del avión Douglas A-4Q Skyhawk
que el Teniente Márquez pilotaba sobre el archipiélago.
Teniente de navío (post mortem) Marcelo Márquez.
A continuación, un artículo en recordación
realizado por el corresponsal naval y permanente colaborador de este medio
Oscar Filippi
Los Aviadores Navales son, por los medios que
tripulan, marinos que vuelan, guerreros modernos de la Armada Argentina y
herederos legítimos del legado browniano. Nuestros aviadores navales, junto a
los de la Fuerza Aérea, el Ejército, la Prefectura Naval y los aviadores
civiles, fueron los cinco dedos de una mano, que juntos y fuertemente cerrados,
se convirtieron en el puño que la Nación Argentina blandió en el aire para
mostrar al mundo, nuestros indeclinables derechos soberanos sobre las Islas
Malvinas.
Sus acciones en los cielos de Malvinas en aquellos
días de 1982, asombraron al mundo. Su profesionalismo, su arrojo y entrega,
fueron el firme mensaje de la determinación soberana argentina. A tal punto
que, el general de la Aviación Francesa Pierre Clostermann, quien derribara 33
aparatos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, escribió una carta en la
que demostraba su admiración por las proezas, coraje y valentía de los
aviadores de combate argentinos. Esta carta finalizaba diciendo: “… hay de este
mundo que sólo cree en aquellas causas en las que sus protagonistas se hacen
matar por ellas.”
Hoy queremos evocar a uno de esos protagonistas que
entregó su vida por esta causa, el Teniente de Navío (post mortem) Aviador
Naval, Marcelo Gustavo Márquez.
El 21 de Mayo de 1982, dos secciones reforzadas de
la Tercera Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, integradas por el Capitán de
Corbeta Alberto Jorge Philippi, Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez,
Teniente de Navío José César Arca, Teniente de Navío Benito Ítalo Rotolo,
Teniente de Navío Carlos Alberto Lecour y Teniente de Navío Roberto Gerardo
Sylvester atacan unidades de superficie británicas estacionadas en el estrecho
de San Carlos, hundiendo a la fragata H.M.S. “Ardent”. Los aviones
pertenecientes a los tres primeros pilotos son derribados por aviones “Harrier”
ingleses que escoltaban al buque, falleciendo el Teniente de Fragata Marcelo Gustavo
Márquez.
Evocar una presencia
Pero no queremos en este artículo, evocar la
ausencia del Teniente Márquez. Queremos evocar su presencia. Desde hace nueve
años, su nombre en letras de bronce impreso, forma parte también de la Base
Naval Mar del Plata.
En el desempeño de nuestra actividad como
aviadores, fue que tuvimos la oportunidad de conocerlo primero y disfrutar de
su amistad en el poco tiempo que, las circunstancias de la historia, nos lo
permitió.
A sus relevantes capacidades profesionales se anteponía
siempre su gran valor como ser humano y persona de bien. Del trato diario,
puedo asegurar, que a Marcelo Márquez lo acompañaban las dos virtudes que solo
acompañan a los Grandes… la humildad y la generosidad.
Humildad que le permitía descender de la cabina de
un caza reactor de altas prestaciones y sentarse en la cabina de un avión
civil.
Generosidad para contestar las mil y una preguntas
que su presencia profesional provocaba y para ayudar a pulir una maniobra de
vuelo. De mirada segura y sonrisa cómplice, cuando aún, fuera del programa,
enseñaba a volar y evolucionar en perfecta formación cerrada.
Generosidad que quedaría demostrada en su último
acto de servicio, advirtiendo a sus dos camaradas del ataque inminente.
Educado en el crisol de una familia cuyos
principios en el amor, la rectitud moral, el sacrificio y el progreso en el
trabajo digno, forjaron en él, valores de carácter que se afirmarían aún más
con su formación profesional.
Para quienes tuvimos la dicha de acompañar a
nuestros hijos, en su ingreso a la Escuela Naval Militar, recorriendo con ellos
sus instalaciones, vimos con orgullo que el embarcadero lleva su nombre, la
foto de Marcelo está a la entrada del Gimnasio. En ese gran Instituto de
formación están inscriptos sus méritos académicos y sus logros deportivos.
Integrante destacado del Equipo de Vela, aprendió desde el principio a dominar
el viento, pero quería más, quería dominar el cielo mismo. Marcelo Márquez
sigue estando en la misma Escuela Naval, es farol y guía de las nuevas
promociones de oficiales.
Mérito académico y profesional
Así como brilló con mérito académico en sus
estudios, se destacó como oficial del comando naval. A tal punto que su
distinguido desempeño, casi le impide el ingreso a la Escuela de Aviación
Naval. La Flota de Mar lo requería también como oficial de operaciones. Sólo su
carácter y determinación por el objetivo completo de su vocación, le
permitieron ser, lo que él quería ser… aviador naval.
Gracias al espíritu aeronaval de los integrantes
del Aero Club Mar del Plata, desde 1987, el avión A-4Q Skyhawk, que en réplica
perpetúa su memoria, se mantiene como ejemplo de valor y profesionalismo de
nuestros hombres de la Aviación Naval, a todos los jóvenes que año tras año llegan
con la misma vocación de elevarse que forjó el espíritu del Teniente de Navío
Marcelo Gustavo Márquez.
Esa es su presencia en la Base Naval Mar del Plata.
El ejemplo, para los cabos, los suboficiales y oficiales más modernos. Él nos
demostró que la Vocación Naval es elevarse cada día, personal y
profesionalmente. Sólo así se alcanza a completar la verdadera vocación
militar, que no es otra cosa más, que la sublime vocación de servicio a la
Patria. Como la del Teniente de Navío Marcelo Gustavo Márquez.
Todo lo expuesto es lo que nos permite afirmar que
no cayó, sigue en vuelo, como guardián eterno de una guerra inconclusa. No
vencido, con el mismo pabellón pintado en la deriva, con las mismas anclas, aun
brillando en sus alas.
Fuente: https://www.lacapitalmdp.com
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