La nave fue enviada al teatro de operaciones en
abril de 1982. Equipada con armamento policial, protagonizó el único derribo de
un avión inglés desde una embarcación argentina
Por Fernando Morales
La heroica historia del guardacostas Río Iguazú, en
la voz de sus protagonistas
A 37 años de finalizada la guerra de Malvinas, son
muchas las crónicas que dan cuenta de distintos sucesos que tuvieron como
protagonistas a personal no militar. Las hazañas de los marinos mercantes y de
los pilotos civiles son innumerables.
También lo son los actos llevados adelante por
personal de la Prefectura Naval Argentina que, con poder de fuego reducido y
personal entrenado para la tarea policial, inscribió algunas páginas memorables
en la historia de la contienda bélica entre la Argentina e Inglaterra, una de
las potencias navales más grandes del mundo.
En honor al desempeño de la tripulación del Río
Iguazú y por ser la primera embarcación que entró en combate, cada 22 de mayo
se recuerda oficialmente su participación en el conflicto armado
El Guardacostas 83 Río Iguazú
Esta pequeña embarcación, de 27,6 metros de eslora
(largo) 5,3 metros de manga (ancho), con un desplazamiento de 65 toneladas y
una autonomía de hasta 1200 millas navegando a 12 nudos, fue destinada, junto
al guardacostas Islas Malvinas en abril de 1982, a consolidar la presencia de
la Prefectura Naval Argentina en el territorio recuperado en su carácter de
autoridad marítima nacional. El destino tendría reservado para sus tripulantes
una realidad bastante diferente.
Infobae fue recibido en el edificio Guardacostas,
sede central de la Prefectura, por el Prefecto Mayor VGM Eduardo Olmedo, quien
fuera comandante, hasta 1985 así se denominaba a los capitanes de buques
guardacostas, de la emblemática embarcación. Lo acompañaban los ayudantes
mayores y también veteranos de guerra Juan Baccaro y José Ibañez, dos de los
máximos héroes de la bicentenaria institución policial.
La tripulación del Rio Iguazú
"Yo era jefe de operaciones de la división
patrullaje de la institución. Cuando llegó la orden de alistar dos naves para
desplazarnos a Puerto Argentino, se me designó por ser el oficial de mayor
jerarquía en el sector, como comandante del Río Iguazú, mientras quien ejercía
ese cargo pasó a ser mi primer oficial, dado que era más “moderno",
recuerda Olmedo. Aquello ocurrió el 3 de abril de 1982.
"La misión que se nos asignó fue precisamente
llegar a Malvinas para sentar las bases en las islas de lo que se dio en llamar
la subprefectura Puerto Argentino. Una vez en el lugar se efectivizaría el rol
institucional de Autoridad Marítima y se establecerían los limites
reglamentarios de control policial en el mar", agrega.
Los tres hombres entrevistados por Infobae tienen
en común mucho más que el sentido de pertenencia a una institución: se alternan
en el relato de los sucesos que protagonizaron, sin solución de continuidad,
demostrando que lo que vivieron en aquellos días los unió para siempre.
El Prefecto Mayor VGM Eduardo Olmedo (centro) y los
Ayudantes Mayores, también veteranos de guerra, Juan Baccaro (izquierda) y José
Ibañez (derecha)
"Tenía 32 años en abril de 1982, el 27 de ese
mes cumplí los 33", señala el Ayudante Mayor Baccaro y agrega: "Era
el contramaestre del guardacostas, el Suboficial más antiguo de todos los que
estaban en Malvinas. Mi función era velar porque el barco funcionara a la
perfección en todo sentido, ser el hombre de apoyo del Capitán y hacer lo
posible para que la tripulación tuviera todo lo necesario".
Estando en ese contacto con la tropa, ¿cómo tomó el
personal la movilización hacia las islas?
Todos lo tomaron con mucho entusiasmo. Es de
destacar que fue muy importante que quienes eran nuestros superiores se
comportaron como pares y constituimos un verdadero equipo de trabajo. Fue
gracias a ese espíritu de equipo que pudimos cumplir la tarea que se nos
encomendó.
El Ayudante Mayor José Raúl Ibañez, por su parte,
resume los hechos que protagonizó y que lo transformarían en el único marino
que logró, desde la cubierta de un buque, derribar a uno de los aviones más
sofisticados del momento, los temibles Sea Harrier.
Los hechos
En la mañana del 22 de mayo de 1982, hace 37 años,
el guardacostas Río Iguazú navegaba desde Puerto Argentino hasta Puerto Darwin.
Su misión en ese momento no era policial sino netamente de apoyo logístico a
las fuerzas en operaciones. En esa ocasión, la embarcación transportaba a una
veintena de hombres del Ejército junto a un par de obuses de 105 mm. En esas
circunstancias fueron duramente atacados por dos aviones Sea Harrier de la
Royal Air Force. Aquel intenso fuego enemigo no solo determinó severos daños en
el casco del guardacostas, sino que además hirió mortalmente al Cabo Julio Omar
Benítez, quien operaba una de las ametralladoras con que contaba la unidad.
También, fruto del fuego aéreo resultaron gravemente heridos el contramaestre
Baccaro y el Cabo Segundo Carlos Bengoechea.
En el mismo momento, Ibañez intentaba controlar sin
éxito una descomunal entrada de agua en la sala de máquinas producto de las
perforaciones que la munición británica había producido en el casco.
A 37 años de finalizada la guerra de Malvinas, son
muchas las crónicas que dan cuenta de distintos sucesos que tuvieron como
protagonistas a personal no militar
Le aviso por intercomunicador al comandante Olmedo
que nada podía hacer. Me responde que abandone la sala de máquinas, que el
buque se hundía. Cuando salgo a cubierta, veo a mi compañero Benítez
mortalmente herido en su puesto de combate, mientras que Baccaro muy herido, me
grita: "Hacelos mierda". Lo saco a Benítez de su puesto, tomo la
ametralladora y hago un barrido, una cortina de fuego, le pego a uno de los
Harrier y veo que le empieza a salir mucho humo negro, recuerda Ibañez 37 años
después de aquel episodio.
¿Tenía mucha experiencia en el manejo de ese tipo
de armamento?
No, ¡se equivoca! Sólo tuve un entrenamiento muy
ligero en el tema. Además, era un Cabo maquinista recién ascendido. Siempre
veía cómo mi compañero Benítez hacía el mantenimiento del armamento. Pero yo no
lo operaba- responde enfático.
Mientras relata su intervención, simula con sus
manos el despliegue de los Harrier sobre la diminuta embarcación. "Se
largaban así en picada", grafica.
A su lado, Olmedo certifica que aquella valerosa
acción constituye el único derribo de una aeronave desde una embarcación:
"Yo no podía ver lo que pasaba porque toda la escena se desarrollaba en
popa y estando en el puente de mando mi visual era hacia proa. Pero está
acreditado que Ibañez se encuentra con una escena dantesca, con el tirador
muerto en su puesto, y su ayudante desangrándose en cubierta"
¿Supo quién era el piloto inglés que abatieron y
que suerte corrió?
Según lo que se ha investigado era un Capitán de
apellido Batt. Si bien Inglaterra nunca reconoció este derribo, tiempo después
del ataque emitió un comunicado informando que Batt había tenido un despiste al
aterrizar en el portaviones Invencible, donde murió sin que se pudiera
recuperar su cuerpo y su máquina, afirma Olmedo.
Una vez superado este incidente, Olmedo decide
dirigir la nave contra la costa de Bahía Button. Aunque ya estaban fuera de
combate, fueron nuevamente atacados por la aviación británica. Ante esa
situación, el comandante ordenó abandonar la nave. En primer lugar, lo hicieron
los efectivos militares, posteriormente los heridos y, por último, el grueso de
la dotación policial.
“Sólo tuve un entrenamiento muy ligero en el tema. Además,
era un cabo maquinista recién ascendido. Siempre veía cómo mi compañero Benítez
hacía el mantenimiento del armamento. Pero yo no lo operaba”, aseguró Ibañez
"Como oficial más antiguo de ambos
guardacostas destinados al conflicto me sentí en la obligación de reunir a las
dos tripulaciones y decirles que íbamos a una misión peligrosa. Eran en total
34 hombres e intenté hacerles comprender que si alguno se negaba a ir nadie
tomaría represalias contra ellos. Nadie optó por desembarcarse. Es un hecho que
merece ser destacado", agrega Olmedo.
Con 72 esquirlas de munición esparcidas por su
cuerpo, todavía conserva muchas, el Suboficial Baccaro no perdió la aptitud de
mando y fue quien indujo a Ibañez a tomar la ametralladora de su camarada abatido.
37 años después recuerda con precisión que le dijo: "Volteá a ese H de P
que viene a atacar a un guardacostas que está defendiendo la soberanía
nacional".
Para Olmedo, haber tenido que tomar la decisión de
abandonar el buque fue sin lugar a dudas extremadamente difícil. "Perder
un hombre y la nave que se me confió fue durísimo. Había sido un combate
desigual, las armas de menor calibre que tenían los Harrier eran cañones de 30
mm", apunta. Al recordar las últimas operaciones antes de abandonar la nave,
Olmedo detalla que ordenó maniobras extremas a su timonel, sin conocer esas
aguas. Su prioridad era salvar a su tripulación.
Olmedo no quiere dejar pasar por alto el hecho de
que los cañones de 105 mm fueron entregados, por lo que considera que su misión
en ese viaje se cumplió con éxito.
La labor de la tripulación del Río Iguazú mereció
el más alto reconocimiento de parte de las autoridades.
Luego del abandono de la nave los hombres fueron
trasladados a Puerto Darwin por la Fuerza Aérea. El 27 de mayo fueron
trasladados a Puerto Argentino donde permanecieron hasta el fin de las
hostilidades. Luego fueron regresados al continente a bordo del rompehielos
Almirante Irizar que cumplió entonces misiones como buque hospital.
Junto a la labor de los tripulantes del
guardacostas Islas Malvinas, al trabajo del personal que integraba la
subprefectura Puerto Argentino y al marinero Jorge López, muerto durante el
ataque al buque Isla de los Estados, la participación de la tripulación del Río
Iguazú mereció el más alto reconocimiento de parte de las autoridades civiles y
militares del país. En honor a su desempeño y siendo la primera embarcación que
entró en combate, cada 22 de mayo la institución recuerda oficialmente su
participación en el conflicto.
"Más allá de estas circunstancias, fuimos
exitosos en la ejecución de nuestra tarea principal. El 16 de abril de 1982
constituimos en un viejo galpón, la Subprefectura Naval Puerto Argentino. Los
guardacostas enviados a las islas fueron la flecha que lanzó la institución
para consolidar la presencia de la autoridad marítima en el archipiélago. Ese
día, a las 13 izamos el Pabellón Nacional y la bandera con las anclas cruzadas
de nuestra Prefectura Naval. Cumplimos nuestro deber", culmina con
lágrimas en los ojos el aún activo Ayudante Mayor Baccaro.
Fuente: https://www.infobae.com
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