Tanto en las islas, como en Nueva York, donde se
encontraba el entonces canciller Nicanor Costa Méndez para participar en las
reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU, tuvieron lugar episodios clave.
Discursos, actos y un curioso desfile durante una fecha patria muy especial
Por Juan Bautista Yofre
Una columna se pone en marcha con dificultad. El
cráter de una bomba muestra la turba dañada
La Argentina no enfrentaba una situación de guerra
exterior, en toda su magnitud, desde 1870, año en que finalizó la guerra de la
Triple Alianza o Guerra del Paraguay. En el siglo XX, el 25 de marzo de 1945 le
declaró la guerra a Japón y a la Alemania nazi, Decreto 6945/45 del 28 de
marzo, sólo cuando las fuerzas aliadas, especialmente las del Ejército Rojo, se
encontraban a pocas cuadras del bunker en el que se refugiaba Adolf Hitler en
Berlín.
El martes 25 de mayo de 1982 el país vivía un
trance histórico. Había un conflicto armado con una potencia mundial y sus
tropas peleaban en el Atlántico Sur, y en todo su territorio se festejó la
fecha patria con especial emoción.
Como me dijo una vez el Brigadier General Basilio
Lami Dozo, había dos Argentina. Una al Sur del río Colorado, que vivía
intensamente el conflicto armado, y otra al Norte. El 25, sin embargo, la
Argentina pareció ser una sola. Buenos Aires amaneció embanderada y la
ceremonia central se realizó en la Catedral Metropolitana a las 11:00, con la
presencia de la Junta Militar; el presidente de la Corte Suprema de Justicia,
Adolfo Gabrielli; ministros del Poder Ejecutivo; secretarios del área
presidencial y el cuerpo diplomático encabezado por su decano, el nuncio
apostólico, monseñor Ubaldo Calabresi.
Previamente, en las escalinatas del edificio
Libertador, donde la Revolución de Mayo fue recordada por el Ejército, cuatro
ex presidentes de facto, sin uniforme, se alinearon dejando de lado por el
momento viejas rencillas, junto a otros altos oficiales de la institución. Allí
estaban Juan Carlos Onganía, Alejandro Agustín Lanusse, Jorge Rafael Videla y
Roberto Eduardo Viola. La figura central fue el Teniente General Leopoldo
Galtieri, quien dijo en su discurso: "Aquí, como en las islas Malvinas,
los hijos de esta tierra, de la Fuerza Aérea, de la Armada y de nuestro
Ejército, en las trincheras, en el ataque, o en su alojamiento, estarán junto a
nosotros entonando el Himno Nacional argentino en el día de la Patria."
"Buenos Aires amaneció embanderada y la ceremonia
central se realizó en la Catedral Metropolitana a las 11, con la presencia de
la Junta Militar; el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Adolfo
Gabrielli; ministros del Poder Ejecutivo; secretarios del área presidencial y
el cuerpo diplomático encabezado por su decano, el nuncio apostólico, monseñor
Ubaldo Calabresi".
Las agrupaciones políticas se dieron cita en la
ceremonia de izamiento de la bandera en la Plaza de Mayo. Durante la ceremonia
fueron fotografiados Arturo Frondizi (MID), Néstor Carrasco (justicialismo),
Julio Amoedo (Conservador Popular), Enrique India (socialismo popular), María
Cristina Guzmán (Fuerza Federalista Popular), Carlos Auyero (Democracia
Cristiana), Guillermo Acuña Anzorena (Línea Popular), Oscar Alende ( Partido
Intransigente), Emilio Gianonni (socialismo democrático), Jorge Abelardo Ramos
(FIP), Armando Aguirre (laborismo) y Juan Carlos Varela Barrios (Partido
Demócrata Progresista). En el acto se encontraban el Ministro del Interior,
Alfredo Saint Jean, quien previamente los había recibido en la Casa Rosada, y
el intendente Guillermo del Cioppo. Los dirigentes del radicalismo no
asistieron, pero Enrique Vanoli dijo que ningún miembro de la mesa nacional se
hallaba en Buenos Aires. El presidente de la UCR, Carlos Contín, en Nogoyá,
Entre Ríos, dejó trascender que se había comunicado por teléfono con el
ministro del Interior. Tampoco estuvieron los dirigentes del Partido Federal
que lideraba Francisco Paco Manrique.
La tapa de la revista “Siete días”
En Nueva York, donde se encontraba el canciller
Nicanor Costa Méndez para participar en las reuniones del Consejo de Seguridad,
por la mañana se realizó una ceremonia en la sede de la Misión Argentina ante
Naciones Unidas, a la que asistieron diplomáticos, periodistas y unos pocos
residentes argentinos. "No son horas de festejar, dijo el canciller, está
la sombra de la guerra que se libra allá, en el Sur" y pidió gritar ¡Viva
la Patria! Luego, el ministro participó en la agotadora sesión del Consejo de
Seguridad, en la que habló por más de una hora. Posteriormente, atendió en su
oficina al embajador de la Unión Soviética, Oleg Alexandrovich Troyanovsky.
En Puerto Argentino la formación militar la
presidió el General Mario Benjamín Menéndez y se realizó frente a la Casa de
Gobierno. Al pronunciar su discurso sostuvo: "La voluntad de hacer y de
vencer es la misma que han demostrado hasta ahora todos los que han tenido que
luchar en esta guerra que la Argentina no buscó, pero sí la quiere hacer el
agresor, que trata de restaurar su imperio mal habido".
Al margen de las ceremonias y las fanfarrias
militares, la Capital Federal no cambió demasiado su estilo de vida. Mirando a
Malvinas, en el Automóvil Club se realizó un desfile de modas en beneficio del
Fondo Patriótico Malvinas Argentinas y Gino Bogani organizó algo más selectivo
en los salones del Hotel Alvear con la misma finalidad. A diferencia del
primero, era una selección de vestidos largos para la noche y no de equipos
jogging azules y grises de matelassé. El intendente Del Cioppo, derogando una
ordenanza de 1913, cambió el nombre de la plaza Britania por "Fuerza Aérea
Argentina". En esas horas, la Selección de fútbol se presentaba en el estadio
de River para jugar contra el equipo portugués Benfica. El partido comenzó a
las 21:00 y era el de despedida ya que después viajaba a su lugar de
concentración en Alicante, para participar en el Campeonato Mundial de Fútbol
en España. Para los amantes del tango, en el Teatro Regina se presentaban Astor
Piazzolla, Roberto Goyeneche y Horacio Ferrer.
"Al margen de las ceremonias y las fanfarrias
militares, la Capital Federal no cambió demasiado su estilo de vida. Mirando a
Malvinas, en el Automóvil Club se realizó un desfile de modas en beneficio del
Fondo Patriótico Malvinas Argentinas y Gino Bogani organizó algo más selectivo
en los salones del Hotel Alvear con la misma finalidad"
San Carlos y las directivas militares argentinas:
la hora del voluntarismo
Después de la medianoche del 25 de mayo, el Estado
Mayor Conjunto emitió el comunicado número 86 informando a la ciudadanía que
las fuerzas británicas habían logrado establecer una cabeza de playa en el área
de Puerto San Carlos y que estaban "reforzando con desembarco de material,
equipo y personal, del orden de aproximadamente 2000 hombres. La cabecera de
playa tiene una profundidad de 10 kilómetros en sentido E-O y 15 kilómetros de
frente, en sentido N-S".
Los matutinos de esa jornada relataban las pérdidas
británicas en material y efectivos, acompañada por una foto del hundimiento de
la HSM Antílope. Es cierto, las fuerzas británicas tuvieron importantes
pérdidas, pero el desembarco de hombres y material logístico sobre San Carlos
nunca se frenó. La zona fue escasamente defendida por las tropas argentinas.
Aun así, el General Julian Thompson la denominó "la avenida de las
bombas" debido al fuego caído por la aviación argentina sobre sus tropas
de la 3ª Brigada Comando, compuesta tres batallones de infantes de marina y dos
de paracaidistas.
El 25 de mayo a las 09:00 de la mañana, frente a lo
que sucedía en San Carlos, el CEOPECON (Centro de Operaciones Conjuntas), con
las firmas del Vicealmirante Juan José Lombardo, el General de División Osvaldo
Jorge García y el Brigadier Mayor Hellmuth Conrado Weber se dispuso, por Acta
de Acuerdo N° 3, solicitar al jefe del Estado Mayor del Ejército, General de
División Antonio Vaquero, "el envío en forma inmediata de comandos para
actuar sobre la cabeza de playa." También se analizó la "decisión
sobre la operación de empleo de la REM", Reserva Estratégica Militar. A
partir de ese momento comenzaron a transmitirse directivas y consultas:
- A las 10.15, durante una comunicación telefónica entre los Generales García y Vaquero, el primero solicitó que se enviara la Compañía de Comandos 602 con carácter urgente, "en lo posible esta noche, no más allá del 26 de mayo, equipada con: lanzadores Blow Pipe; visores nocturnos; equipos de comunicaciones; explosivos plásticos y todo otro equipo individual normal en operaciones de comandos."
- A las 11:00, el General García se comunicó con el General Eduardo Alfredo Esposito, jefe del departamento IV Logística del Estado Mayor del Ejército, para reiterar el pedido "sobre los comandos y el material requerido". En esa oportunidad, Esposito le dijo que había problemas con los visores nocturnos: "No existen en el país para satisfacer el anterior requerimiento. El resto del material se está preparando".
- A las 20:50, el Teniente General Leopoldo Fortunato Galtieri llegó a Comodoro Rivadavia, sede de la IX Brigada de Infantería, a bordo de un Fokker F-28, matrícula T-02. Lo esperaban el General Osvaldo García, comandante del Cuerpo V, y los otros miembros del CEOPECON, Lombardo y Weber, además de otros oficiales superiores de las Fuerzas Armadas. Pasadas las 21:00, Galtieri se reunió con los miembros del CEOPECON y jefes del Estado Mayor y analizaron la situación militar en las Malvinas, dando rienda suelta a un voluntarismo que no se compadecía con lo que sucedía en las islas. La cuestión más importante que se analizó fue "la posibilidad para el empleo de la REM" y "una operación de envergadura" en la Islas Soledad. Fue desde allí que García le mandó un mensaje con directivas a Menéndez, a las cuatro de la madrugada del 26 de mayo, acompañada con una frase que pasaba a convertirse en una mochila difícil de sobrellevar: "La Armada Nacional ha aportado su alta cuota de sangre en esta contienda. La Fuerza Aérea Argentina ha puesto de manifiesto su decisión a través del alto costo en vidas y material que significa su accionar. En sus futuras decisiones descansa el honor del Ejército Argentino".
A las pocas horas llegó una larga respuesta de
Mario Benjamín Menéndez en forma de flash. Con su forma tan meticulosa de
exponer, afirmaba que "el plan de defensa elaborado oportunamente
respondía a requerimientos mucho más amplios que la idea de disuadir un
desembarco…ya que siempre se definió claramente que Puerto Argentino era el
objetivo estratégico operacional principal. Así fue aprobado por COATLANSUR, Vicealmirante
Lombardo y los tres miembros de la Junta Militar".
"Dejar Puerto Argentino significa sacrificar
ventajas logradas a través elección y preparación terreno… al mismo tiempo
vamos al terreno enemigo, que además tiene muy superior movilidad táctica por
empleo masivo e irrestricto de helicópteros. El enemigo ha llegado a impedir
prácticamente cualquier movimiento aéreo o naval de cierta importancia en la
isla y particularmente en o a través del estrecho de San Carlos. No parece
conveniente iniciar operación sin lograr superioridad o al menos equilibrio
aéreo, al tiempo que aún no está definida la actitud a adoptar por el enemigo
con fuerzas del Queen Elizabeth. Eso puede significar que seamos tomados
durante el movimiento entre tres elementos: San Carlos, operaciones aeromóviles
desde ese lugar, y un nuevo desembarco de envergadura, a lo que sumaría la
acción aérea. Esto, con toda seguridad, comprometería totalmente los objetivos
de la campaña".
Las tropas británicas, que contaban con alto grado
de información, se dieron cuenta de que no había capacidad argentina para
golpear a la cabeza de playa y continuaron avanzando, esta vez hacia Darwin y
Puerto Argentino. El trasatlántico Queen Elizabeth fue acondicionado para el
transporte de los más de 3000 miembros de la Quinta Brigada de Infantería que
componían la reserva estratégica británica.
La tardía Resolución 505/82
Tras largas sesiones de debates en el Palacio de
Cristal de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, el miércoles 26 de
mayo, emitió la Resolución 505/82, presentada por el embajador de Irlanda, Noel
Dorr, con algunas ideas de las delegaciones de Japón, Brasil, Panamá y Uruguay
ante las Naciones Unidas, autorizando a Pérez de Cuéllar a renovar una misión
de buenos oficios por el término de una semana.
La decisión fue aprobada por los 15 miembros del
Consejo, una señal de que era poco lo que se podía hacer: convocaba a las
partes a "cooperar" con el mediador y pide al secretario de la ONU
ponerse en contacto con "las partes con el propósito de negociar términos
mutuamente aceptables para la cesación del fuego, incluida, de ser necesario,
la adopción de disposiciones para el envío de observadores de las Naciones
Unidas a fin de que vigilen el cumplimiento de las condiciones de la cesación
del fuego". Lo resuelto por el Consejo de Seguridad no fue determinante
porque Gran Bretaña se negó a aceptar un alto el fuego, lo mismo que a ordenar
el retiro de sus tropas de las Malvinas. Tuvimos que aceptarla, no teníamos
otra posibilidad. Ni voz ni voto". El 26 de mayo, el embajador Eduardo
Roca dejó su cargo en las Naciones Unidas por enfermedad y fue reemplazado por
Arnoldo Manuel Listre.
El embajador Arnoldo Listre y el Secretario de las Naciones
Unidas
Críticas al viaje del Papa a la Argentina: lo que
nunca se contó
El 26 de mayo, el presidente Galtieri recibió al
enviado de Juan Pablo II, monseñor Achille Silvestrini, un colaborador directo
del cardenal Agostino Casaroli, el secretario de Estado del Vaticano.
Silvestrini, quien poco después llegaría a cardenal, era "un diplomático
de nivel mundial, era el delegado de Casaroli a cargo de asuntos
internacionales, el ministro de asuntos exteriores de facto del Vaticano",
según relató Tad Szulc en su biografía sobre Juan Pablo II. Tras el encuentro
se anunció que el Santo Padre visitaría la Argentina el 11 y 12 de junio.
La decisión fue muy analizada en las esferas del
Vaticano. Desde varios meses atrás, Juan Pablo II había acordado con el
gobierno de Margaret Thatcher una visita oficial a Londres el 27 de mayo. Luego
de su visita a Londres, el sumo pontífice iba a recibir, el 7 de junio, al
presidente Ronald Reagan. Allí, como se conoció años más tarde, entre los dos, junto
a Margaret Thatcher, se terminó de concretar un pensamiento y acción común
sobre distintos asuntos que les preocupaban. En especial, el destino de los
países de Europa Oriental sojuzgados por el comunismo y el avance
castro-comunista en América Central. Tras el estallido de la guerra de las
Malvinas, la Secretaría de Estado consideró oportuno visitar la Argentina, uno
de los países católicos más importantes de América Latina.
Insólitamente, el gobernador de San Juan, Leopoldo
Bravo, un aliado del gobierno militar, censuró duramente el viaje de Juan Pablo
II a Buenos Aires. "Si quiere comprobar el derramamiento de sangre es
preferible que visite las islas Malvinas", dijo y agregó: "Estimo
inoportuna la visita a la Argentina y abrigo la esperanza de que nuestro
Gobierno le aconseje que la postergue hasta que decidamos esta guerra que
mantenemos con el criminal país agresor."
Más allá de las presuntas simpatías del gobernador
sanjuanino por la URSS, el país en donde estuvo casi una década destinado, el
aliado político del régimen militar parecía expresar una opinión que era
compartida en algunos lugares del poder. El 22 de julio de 1982, a un mes y
escasos días de la caída de Puerto Argentino, el Teniente General Leopoldo
Fortunato Galtieri le dijo a este cronista algo que nunca fue publicado.
La libreta de apuntes del autor
"Dos errores que cometí durante el proceso
Malvinas. Acceder contra mí voluntad, consta en Actas de la Junta Militar, de
que el Papa no venga. En la entrevista que mantengo con él también me dice que
no quería venir, que lo traen. Incluso anticipa su ida en seis horas antes.
Vinieron a arreglar el tema Calvi". En la siguiente entrevista mantenida
con este cronista el 18 de agosto de 1982 Galtieri va a tener otro juicio
negativo sobre la visita papal:
-¿Cuál fue para usted la posición de la Iglesia
argentina durante la guerra?
-La Iglesia se encontraba espiritualmente,
ideológicamente, de acuerdo con el Gobierno.
-¿El Papa trató con usted el tema de Malvinas?
-No, no hizo ninguna referencia. Sólo conversó
conmigo sobre el diferendo con Chile del Beagle porque éste era su problema. Me
pidió que aceleráramos una respuesta. Yo dije que era cuestión de sentarnos en
una mesa con los chilenos y no levantarnos hasta que se produjera una
"fumata". Es evidente que su presencia, en los momentos
trascendentales, viernes y sábado previos a la caída de Puerto Argentino, nos
perjudicó.
En el Capítulo Cuarto de la Memoria de los
comandantes de la Junta Militar no consta la oposición del ex presidente de
facto a que el Papa visitara Buenos Aires, entre los días 10 y 12 de junio. Es
más, se deja constancia que "la iniciativa del Santo Padre fue bien
recibida por nuestro país y se agradeció públicamente".
Cuando Galtieri habló de Calvi no se refería al ignoto
General de División Edgardo Néstor Calvi, comandante de Institutos Militares,
sino a Roberto Calvi, mal llamado el "banquero de Dios". Era el
presidente del banco Ambrosiano y uno de sus principales accionistas era el
Banco del Vaticano. Calvi era miembro de la logia masónica Propaganda Due que
contaba en la Argentina con importantes miembros del régimen militar. Entre los
frati neri o "frailes negros" sobresalían el Almirante Emilio Eduardo
Massera y el General de División Carlos Guillermo Suárez Mason. La quiebra del
Ambrosiano constituyó uno de los mayores escándalos políticos de la posguerra
italiana.
El 17 de junio de 1982, el cuerpo de Calvi apareció
colgado del Blackfriars Bridge de Londres.
Fuente: https://www.infobae.com
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