El encuentro secreto en Suiza entre los enviados de
la Argentina y el Reino Unido un año y medio antes del conflicto armado. El documento
confidencial que propuso que la soberanía fuera "transferida a la
Argentina", con un acuerdo "al estilo Hong Kong". La reacción de
los isleños y el final con escándalo
Por Juan Bautista Yofre
Miré el escrito con especial atención al observar
el escudo del Reino Unido de la Gran Bretaña en cada una de sus páginas. El
documento consta de tres carillas escritas a mano, no tiene fecha, carece de
firma y habla sobre las islas Malvinas.
La primera página del documento que se elaboró en
una reunión secreta en Suiza en septiembre de 1980 entre el enviado del Reino
Unido y el representante de la Argentina
Está enmarcado porque para su dueño era un blasón
que ennoblecía su gestión, aunque nunca lo mostro públicamente y, además,
presumo, deseaba conservarlo en perfecto estado para las futuras generaciones.
Como gesto especial se me permitió fotografiarlo y adelanté que habría de
contar la historia del contenido del documento del que varios se han referido,
pero ninguno lo mostró.
Los antecedentes del documento resaltan que en mayo
de 1979 llegó al poder en Londres la dirigente conservadora Margaret Thatcher y
se encontró con que el gobierno laborista había congelado las relaciones con la
Argentina a principios de 1976, durante los meses finales del gobierno de María
Estela "Isabel" Martínez de Perón.
Con la llegada de Thatcher al gobierno, lord Peter
Carrington asumió como secretario del Foreign Office. A su vez, como
subsecretario de Asuntos Latinoamericanos fue designado Nicholas Ridley, un
personaje aséptico y fiel creyente de la política económica de la primera
ministra.
En la Argentina gobernaba de facto Jorge Rafael
Videla, su concuñado el Brigadier (RE) Carlos Washington Pastor era el
canciller y el subsecretario de Relaciones Exteriores era el Comodoro Carlos
Cavándoli.
Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, recibió un
memorándum del Foreign Office que recomendaba las conversaciones entre
diplomáticos con la Argentina a fin de explorar soluciones políticas y
económicas
En junio de 1979 Ridley viajó a Buenos Aires y el
12 se entrevistó con el subsecretario Cavándoli. En julio visitó Puerto Stanley
donde el funcionario inglés observó el estado de irrealidad que vivían los
isleños.
Allí discutió con los kelpers, isleños considerados
por Londres de segunda categoría en esos años, sobre las ventajas de
cooperación con la Argentina, aunque aclaró que ninguna solución será posible
sin un visto bueno de ellos.
Observó: "Plantean, los isleños una amenaza
completamente desproporcionada en relación con su tamaño".
Al retornar de las islas volvió a conversar con
Cavándoli, acordando reponer a los embajadores que habían sido retirados en
1976.
En octubre de 1979, lord Carrington presentó a
Margaret Thatcher y al Comité de Defensa un memorándum que recomendaba las
conversaciones entre diplomáticos a fin de explorar soluciones políticas y
económicas "sin compromisos y sin apurar el asunto".
También advirtió que la Argentina podía ocupar
militarmente las islas y que estaba en capacidad de hacerlo.
El informe que Carrington expuso fue tomado en el
Informe Franks, realizado después de la guerra de 1982, contiene tres opciones:
- La fortaleza Falklands.
- Negociaciones sin concesión de soberanía.
- Sustanciales negociaciones respecto a la soberanía.
Tras algunos cabildeos diplomáticos, Cavándoli y
Ridley volvieron a encontrarse en Nueva York entre los días 28 y 30 de abril de
1980 y en esas horas el funcionario inglés solicitó hablar en la intimidad con
el aeronáutico argentino.
Cavándoli solo fue acompañado por el jefe de
gabinete del canciller Pastor, Comodoro Carlos Felipe Bloomer Reeve. En la
ocasión Ridley les hablo de la necesidad de una solución en el diferendo de las
Malvinas y que convenir la cuestión de soberanía era imprescindible. Que
cualquier solución debía coincidir con la voluntad de los "kelpers" y
Cavándoli hablo de los intereses de los mismos.
Lord Peter Carrington le advirtió a Thatcher que la
Argentina podía ocupar militarmente las islas y que estaba en capacidad de
hacerlo
Ridley se explayó en otros lineamientos que
deberían tenerse en cuenta en el futuro, aunque afirmó en la reunión que debían
ser acordados por Londres ya que todavía no eran oficiales. Pidió extremo
secreto y "buena fe" en las conversaciones. Antes de despedirse les
previno a los argentinos que debía discutir muy fuerte con el lobby que la
Compañía de la Isla Malvinas (Falkland Island Company) y los sectores que
apoyaban a los "kelpers" en el Parlamento.
El 30 de julio el Palacio San Martín recibió una
propuesta de una reunión confidencial a realizarse en el próximo septiembre ya
que Ridley ya tenía los lineamientos de su gobierno para negociar.
Entre los días 10 y 11 de septiembre de 1980,
Ridley, el embajador Harding, Cavándoli y Bloomer Reeve se volvieron a
encontrar en extremo secreto en un hotel en Coppet, cerca de Ginebra, Suiza.
Antes de comenzar a hablar Nicholas Ridley afirmó que todas las decisiones que
se acordaran en esa cumbre iban a ser aceptadas "ad referéndum" de
los miembros del gabinete y la señora Thatcher.
El contenido del documento.
La traducción oficial que acompaña a las tres
carillas ológrafas comienza diciendo que "la soberanía titular sobre las
Islas Falkland (Islas Malvinas) y su zona marítima sería transferida a la
Argentina, con efecto a partir de la firma del Acuerdo".
El 2º punto de la propuesta británica establecía
"una continua administración Británica de las Islas y su zona marítima,
con miras a garantizar a los Isleños y sus descendientes el ininterrumpido goce
de su forma de vida conforme a las instituciones, leyes y costumbres inglesas
sería asegurada simultáneamente mediante un arrendamiento al Reino Unido por un
período de 99 años. Los términos de dicho arriendo estarían sujetos a revisión
periódica, mediante acuerdo de las dos partes".
Las últimas dos carillas del documento que se hizo
durante la reunión secreta en Gienbra en las que pariticparon Ridley, el
embajador Harding, Cavándoli y Bloomer Reeve
"3º. Las banderas británica y de la Argentina
flamearían lado a lado en los edificios públicos de las Islas."
"4º. El Gobierno Británico sería representado
por su Gobernador quien, conjuntamente con un Consejo elegido localmente,
serían responsables de la Administración de las Islas y sus habitantes".
"5º. El Gobierno Argentino estaría
representado por un Comisionado General".
El documento cerraba con un 6º punto que proponía:
"Habría un Consejo Conjunto a los efectos de coordinar la cooperación
relativa al desarrollo económico de las Islas y su zona marítima".
Como se observa la Argentina aceptaba la fórmula
del "lease back" o retro arriendo: Inglaterra aceptaba la soberanía
de la Argentina y en un tiempo determinado transferiría la administración y la
explotación de los recursos.
La transferencia sólo se haría en un plazo similar
al que Gran Bretaña había establecido para Hong Kong y que fue firmado por 99
años. El "lease back" era una fórmula que el Reino Unido había
presentado en encuentros reservados después de 1965, cuando las Naciones Unidas
admitió la Resolución 2065 y consideró que ambas naciones debían negociar la
cuestión de soberanía en las islas Malvinas.
Tras el encuentro secreto el 25 de septiembre ambos
cancilleres recibieron los informes sobre lo acordado.
Nicholas Ridley le presentó a la Argentina los
lineamientos del gobierno británico para negociar: pidió extrema
confidencialidad
Carlos Pastor opinó privadamente que "es
esencial acelerar las negociaciones sobre las Islas Malvinas a fin de alcanzar
cuanto antes un acuerdo que ponga término definitivamente a la disputa."
Lord Carrington aceptó el consejo, pero advirtió
que todavía no había informado al gabinete "para obtener la conformidad de
seguir adelante con la negociación" y que, además, deseaba aclarar
"una vez más que para el gobierno británico era indispensable conseguir la
aprobación de los isleños sobre lo que se acordaría".
La aceptación de los isleños, hasta ese momento
ciudadanos de segunda que no contaban con pasaporte británico, "podía
crear dificultades y desde ya él quería señalarlo con toda honestidad".
La negativa kelper que ayudó a hundir el acuerdo de
Ginebra
Los 1813 habitantes de las Islas Malvinas se
agitaron ante Nicholas Ridley entre el 22 y 29 de noviembre. Con la presencia
de unas 300 personas reunidas en el Town Hall, el subsecretario de Asuntos
Latinoamericanos habló de cuatro alternativas:
- La fórmula de arrendamiento.
- Aceptar todas las demandas argentinas y transferir la soberanía.
- Congelar por 25 años la cuestión de soberanía.
- Rechazar de plano cualquier cuestión de soberanía.
Nicholas Ridley admitió que la primera opción era
la preferida de Margaret Thatcher.
En su áspero diálogo con los isleños, el
funcionario deslizó una advertencia: que no se podía descartar que "la
Argentina, cansada, pudiera intentar una solución militar". Les dice,
además que Gran Bretaña no podrá asumir la defensa de las islas.
Los "kelpers" al escuchar hablar de
"leasing" reaccionaron violentamente y Ridley fue despedido con
carteles insultantes en Puerto Stanley. A su vez, los isleños y los sectores más
conservadores hicieron oír sus opiniones de rechazo en la prensa y el
Parlamento.
Ridley se presentó a informar ante la Cámara de los
Comunes. Sufrió agresiones similares a las que ya había recibido en Puerto
Stanley. Lo ridiculizaron
En ese clima, el 2 de diciembre Ridley se presentó
a informar ante la Cámara de los Comunes.
Sufrió agresiones similares a las que ya había
recibido en Puerto Stanley. Lo ridiculizaron. El vizconde Cranborne llegó a
decir que induciría a los isleños a pensar que "no contaban con el apoyo
que se merecían de la madre patria". Los observadores no dejaron de tener
en cuenta que el gobierno británico tenía una fisura, ya que había importantes
sectores que consideraban que la cuestión de soberanía, al fin de cuentas,
debía tratarse. Ante la presión del "lobby" de las islas, el gobierno
británico dos semanas más tarde intentó iniciar un proceso licitatorio para
explorar petróleo "off shore" en el Atlántico Sur, lo que generó un
nuevo intercambio de protestas diplomáticas.
Ya en junio de 1980, José Alfredo Martínez de Hoz
había sostenido en Londres que sería conveniente para ambos países la
elaboración de planes conjuntos en explotación petrolera y pesca, en el área de
Malvinas, al mismo tiempo que se analiza la cuestión de soberanía.
El ministro de Economía entendía su proyecto como
un ensayo de aproximación, pero los mandos de las FFAA insistían con la
soberanía, antes de cualquier proyecto común. En sus comentarios íntimos,
Martínez de Hoz solía decir que una forma de solucionar el largo diferendo era
realizar "tareas mancomunadas con los británicos".
Nicholas Ridley entendió que "no es posible
explorar las fuentes de pesca o petróleo a raíz de la fuerte disputa con la Argentina"
(cable de la agencia Reuter del 2 de diciembre de 1980). La ecuación en esa
época era muy simple: "Entre el 50% de algo o nada, prefiero el 50%. Pero
los militares, cuando se sentaban a negociar, antes que nada, preguntaban por
la soberanía y ahí los ingleses se iban" (diálogo del autor con el ex
Ministro Martínez de Hoz).
Ya en junio de 1980, José Alfredo Martínez de Hoz
había sostenido en Londres que sería conveniente para ambos países la elaboración
de planes conjuntos en explotación petrolera y pesca (NA)
Esa visita a la capital del Reino Unido fue casi
presidencial. Estuvo con los más importantes funcionarios del gobierno. Desde
Margaret Thatcher, lord Carrington, el presidente del Banco de Inglaterra y el
secretario de Agricultura. Con Thatcher no habló de Malvinas para no despertar
los celos del canciller Carlos Washington Pastor.
También estuvo con el secretario del Foreign Office
y el subsecretario Nicholas Ridley. Hubo una suerte de ping pong entre los dos,
sobre diferentes alternativas.
El "lease back" fue la más analizada.
Durante la conversación, uno de los funcionarios presentes dijo que la
Argentina y el Reino Unido sólo estaban separados por el "3 F":
"Falklands, Football and Foot and mouth". Es decir, las Malvinas, el
fútbol y la aftosa.
El final
Lo cierto fue que entre los "kelpers", "pastores"
como los denominó el presidente Ronald Reagan en 1982, las andanzas del lobby
malvinero en los diarios y el Parlamento y la absoluta indeterminación de
Margaret Thatcher y su gabinete, lo acordado en Suiza se convirtió en un gran
fracaso.
Le faltó a la Primera Ministro el carácter que
mostró más tarde para enfrentar las huelgas mineras de 1984 y 1985. El gobierno
británico retrocedió y tras varias comunicaciones diplomáticas Cavándoli y
Ridley volvieron a encontrarse el 23 de febrero de 1981 en Nueva York. La cita
se realizó en la residencia del embajador británico en las Naciones Unidas y en
esa ocasión el oficial aeronáutico realizaba su última gestión, porque en marzo
de 1981 Jorge Rafael Videla dejaba el cargo y Carlos Washington Pastor
abandonaba el Palacio San Martín.
J
Jorge Rafael Videla, Leopoldo Fortunato Galtieri y Roberto
Viola
Estaba por comenzar el período de ocho meses
presidido por Roberto Viola, que luego sería depuesto por el General Leopoldo
Galtieri y el Almirante Jorge Anaya.
Antes de partir Cavándoli dejó caer algunas
advertencias a su par inglés. La primera, que su país, la Argentina, había
llegado "al límite de su paciencia" y que no se aceptaría la
propuesta británica de "congelamiento por diez años" de
negociaciones.
Un año más tarde todo estallaba por los aires y el
2 de abril de 1982 la Argentina recuperó militarmente el archipiélago
malvinense con el resultado ya conocido.
Ninguno de los que participaron en los encuentros
puede atestiguar ni enriquecer el relato sobre cómo se concertaron las tres
carillas que hubieran cambiado la historia. En una pared aún queda enmarcado el
documento, un mudo testigo de la nada que aún sigue esperando la Argentina.
Fuente: https://www.infobae.com
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