La información desclasificada en los archivos
británicos revela que existieron planes para lanzar las bombas de los aviones
Vulcan sobre la capital. “Ataque a blancos seleccionados en el Continente”,
dicen los documentos que detallan las estrategias que se iban perfeccionando o
descartando según la evolución del conflicto. La "Opción 13" nunca
llegó a materializarse, pero la amenaza jugó un importante papel en la guerra
psicológica
Por Alejandro Amendolara
El documento secreto del ministerio de Defensa
británico con el plan de las operaciones para los aviones Vulcan, elegidos para
bombardear Buenos Aires y otros blancos del continente
Ante la inminencia de una acción militar argentina
sobre las islas Malvinas, alertados por los servicios de inteligencia propios y
de los EEUU, en una reunión en el Ministerio de Defensa británico en Whitehall,
se asumió que nada podía hacerse en el corto plazo para impedirla. En esos
momentos, la flota de desembarco argentina aún se encontraba en navegación
hacia su objetivo final: la recuperación de las Islas Malvinas.
Eran las 14.00 horas del 31 de marzo de 1982, en la
Sala 5301 del edificio del Ministerio de Defensa, cuando se inició el estudio
de sanciones y represalias para el supuesto que se concretara la amenaza. En la
minuta de esa reunión, se incluyó como posible represalia contra la Argentina,
que la Real Fuerza Aérea realizara ataques aéreos "sobre ciudades
argentinas o a buques en el mar, que tendrían que ser lanzados desde la isla de
Ascensión. Sin el apoyo de aviones cisternas, debido a la distancia involucrada
en la aproximación, la aeronave tendría que aterrizar para completar la misión
en el continente sudamericano, posiblemente Montevideo o Santiago. En
consecuencia, en el probable supuesto de negativa en el uso de aeródromos en
América del Sur, los ataques sobre blancos argentinos no son factibles".
Para entonces, el ministro de Defensa John Nott ya
había ordenado la zarpada de un submarino nuclear hacia el Atlántico Sur, y el
alistamiento de dos más. La Marina Real (Royal Navy) desempolvó los planes de
contingencia para Malvinas y colocó en alerta a la flota, mientras que la Real
Fuerza Aérea (RAF) apresuradamente preparó un plan para bombardear objetivos en
la Argentina.
La Operación Rosario: 2 de abril de 1982, la
Argentina recupera las islas Malvinas
En la reunión de Jefes de Estado Mayor de las
fuerzas armadas británicas del 2 de abril a las 15.10 horas de Londres (+3
respecto de Buenos Aires), se discutió la "posibilidad de obtener
asistencia de potenciales aliados, particularmente Chile, y en menor medida
Brasil", para el empleo de bases aéreas en América del Sur, y se encomendó
al Foreign Office para "obtener autorización para el uso de aeródromos en
Chile, si se intentara desplegar aviones de la RAF dentro del alcance
operacional de las islas Malvinas".
En ese mismo momento, en el Atlántico Sur, se
cumplían las etapas finales de la Operación Rosario, que culminarían con la
evacuación del Gobernador Rex Hunt y la dotación de Royal Marines de las islas.
A las 9 de la mañana del 3 de abril, se realizó una
nueva reunión de Jefes de Estado Mayor para evaluar los acontecimientos
ocurridos desde el día anterior. En su transcurso se informó que Chile había
recibido una solicitud argentina para que no reabasteciera buques y aeronaves
del Reino Unido en ruta hacia las Islas Malvinas, y que Brasil no brindaría
instalaciones o asistencia a las fuerzas británicas comprometidas en
operaciones contra los argentinos.
No obstante, el intenso despliegue diplomático
británico, el 4 de abril, el Foreign Office debió informar a los jefes
militares que la mayoría de los países sudamericanos habían expresado su apoyo
a la Argentina. Pero la embajada británica en Santiago de Chile había
comunicado que "existía la posibilidad de apoyo chileno" (Telegrama
N° 66 del 3 de abril 82), por lo que se decidió que debían continuar los
esfuerzos para determinar la posibilidad de usar aeródromos en ese país.
La RAF echaría mano a los viejos bombarderos Avro
Vulcan, cuyo retiro gradual del servicio se encontraba a medio completar cuando
estalló la crisis. A pesar de tantos años asignados a operaciones para ataques
con cargas nucleares a baja altura dentro de la OTAN, con su gran alcance y
capacidad para llevar una importante carga de bombas convencionales, resultaba
ideal para la tarea.
Desde comienzos de la década del 70, no habían
ejercitado su capacidad de bombardeo convencional ni el reabastecimiento en
vuelo, por lo que resultaba indispensable el entrenamiento de las tripulaciones
y capacidades de las aeronaves, previo a su despliegue a la Isla de Ascensión.
Las distancias hacia objetivos en la Argentina eran
más de lo que podía lograr el avión, por lo que, además de sucesivos
reabastecimientos en vuelo, resultaba vital obtener permisos de sobrevuelo y
eventual aterrizaje en países sudamericanos para que el bombardeo sea efectivo.
Avión Avro Vulcan B.2 utilizado por la Real Fuerza
Aérea para cumplir operaciones en el Atlántico Sur. Esta aeronave, matrícula
XM597, cumplió misiones sobre Malvinas con misiles antirradar “Shrike”
norteamericanos
Se encomendó al Foreign Office obtener esos
permisos para sobrevolar Brasil, Perú, Bolivia, Paraguay y Uruguay, y así
asegurar la aproximación aérea para incursionar sobre territorio argentino. Las
Cancillerías de estos países negaron en forma inmediata los permisos a los
británicos.
Quedaba aún abierta la opción de operar desde
Chile. Las horas pasaban y la planificación comenzó a contemplar el envío de
aviones Vulcan para operar desde bases trasandinas, para lo cual tendrían que
trazar una ruta de vuelo desde su base en Gran Bretaña hasta Santiago/Punta
Arenas. Ante las negativas de sobrevuelo sobre América del Sur, se debió
delinear una ruta que implicaba cruzar el Atlántico Norte, sobrevolar los Estados
Unidos, y llegar a Chile desde el Pacífico.
Con estas premisas, el 8 de abril se emitió el
primer borrador titulado "Operaciones de Vulcan contra la Argentina desde
Ascensión", para utilizar estos bombarderos contra blancos en la Argentina.
El concepto de la operación sería el siguiente:
- Los Vulcan a gran altura, particularmente de día, serían extremadamente vulnerables a las fuerzas de defensa conocidas. Se recomienda que las operaciones deberían ser contempladas solo de noche y a baja altura. El bombardeo sería realizado por radar y, en consecuencia, los blancos deberían ser de área más que de naturaleza puntual; poblados, aeródromos e instalaciones portuarias serían esa mejor opción.
- La distancia extrema desde Ascensión, aún a Buenos Aires con regreso a Ascensión, requeriría el apoyo de 7 aviones cisterna Víctor para un único Vulcan cargando solo 7 bombas de 1000 libras. Las misiones desde Ascensión hacia blancos en o alrededor de Buenos Aires y la recuperación a la base más cercana con capacidad para Vulcan en Chile, que es Santiago, sería de todos modos considerablemente más efectiva en costo. El requerimiento de cisternas sería de xx Víctor para cada Vulcan; el último reabastecimiento sería realizado apenas antes de las últimas luces a gran altura con una penetración del espacio aéreo argentino realizado en la oscuridad y a bajo nivel.
- Una vez en Santiago, los Vulcan proveerán un blanco muy vulnerable para misiones ofensivas de apoyo. De todos modos, desde esta base podrían realizarse ataques convencionales a bajo nivel, y sin recurso de AAR (Reabastecimiento en Vuelo). Sin embargo, se requeriría un sustancial soporte terrestre en términos de hombres y equipamiento para apoyar operaciones sostenidas.
El informe concluía que "Un despliegue hacia
Ascensión y una operación única por cada avión desde Ascensión, es una
propuesta factible. La capacidad máxima de 56 bombas de 1000 libras es, sin
embargo, de escasa significación real, pero el rápido y despliegue abierto de
los Vulcan a Ascensión con sondas de reabastecimiento visibles, Víctor cisterna
aparcados a lo largo y anunciando que cada Vulcan es capaz de cargar 21 bombas
de 1000 libras, debe imponer una amenaza real y significativa a la Argentina, si
ellos creen que tenemos la voluntad de emplearlos".
Primer borrador del 8 de abril de 1982.
“Operaciones de Vulcan contra Argentina desde Ascensión”
Una consulta informal entre oficiales aeronáuticos
de Gran Bretaña y Chile, dio como resultado que John Heath, embajador británico
en Santiago de Chile informara, por Telegrama Secreto N°89 del 9 de abril, que
"el General López, Jefe de Operaciones de la Fuerza Aérea de Chile (FACH),
ha pasado el mensaje vía Griffin para expresar que la FACH se encuentra ansiosa
por ayudarnos y expectante de tener que recibir aeronaves británicas en
emergencia, por ejemplo, dañadas en combate".
Pero, previendo una represalia argentina sobre los
aeródromos chilenos, la ayuda tendría sus condiciones, por lo que el mensaje
proseguía: "En razón de la debilidad de la defensa aérea en los aeródromos
del sur, especialmente Punta Arenas y Balmaceda, la FACH necesita urgentemente
lo siguiente, en anticipación de un posible ataque argentino:
a) 4 o 5 unidades antiaéreas móviles Bofors
40/70 (usadas);
b) 2 unidades de Bloodhound".
La urgencia resultaba ser tal, que Heath aclaró en
el telegrama que "la FACH estaría lista para comprarlos inmediatamente por
contrato comercial y a precio normal, y enviar mañana un C-130 al Reino Unido
si fuera necesario para recogerlos. Como no tienen experiencia en unidades
Bloodhound en particular, la FACH estaría lista para recibir expertos
británicos vestidos sin insignias para operar las unidades, lo que será normal
para contratos comerciales similares para armamento nuevo".
El diplomático británico solicitó respuesta
inmediata sobre estas posibilidades y requerimientos para poder contar con
información para la reunión del 12 de abril, a la que lo había convocado el
Comandante en Jefe de la FACH, general del aire Fernando Matthei Aubel, en la cual
"seguramente se levantará el tema".
El mensaje era música para los oídos de los
oficiales aeronáuticos británicos. Contarían con una base a pocos cientos de
kilómetros de las bases argentinas, y la factibilidad de la opción de
bombardear Buenos Aires comenzaba a tomar forma.
Pero el General Augusto Pinochet dejó en claro a
sus Jefes de Estado Mayor, que no autorizaría que los británicos iniciaran
operaciones militares contra la Argentina desde territorio chileno, por temor a
provocar a "un vecino inestable". A pesar de ello, no habría
problemas en recibir en aeródromos chilenos aeronaves británicas "en
emergencia".
Telegrama Secreto N°89 del 9 de abril de 1982 del
embajador británico en Santiago de Chile. “La FACH se encuentra ansiosa por
ayudarnos y expectante de tener que recibir aeronaves británicas en emergencia,
por ejemplo, dañadas en combate”
El Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Almirante
Terence Lewin, encomendó la preparación de un documento de trabajo
estableciendo las opciones para la Operación Corporate. Siguiendo sus
instrucciones, y tras la consulta a cada una de las fuerzas armadas, al
ministerio de Defensa, y al Foreign Office, se confeccionó un listado de
opciones, que se dividía entre aquellas que se encontraban en curso y las que
quedarían disponibles para su futura consideración. Se pretendió formular una
graduación en orden ascendente de acuerdo al impacto político-militar de cada
una, en base a apreciaciones eminentemente subjetivas, que se revisarían y
eventualmente se modificarían a medida que evolucionara la situación.
Entre las opciones futuras, bajo el título
"Ataque a blancos seleccionados en la Argentina Continental" se
encontraba la "Opción 13", bajo la cual se fijaba el objetivo y las
circunstancias que se consideraban operarían a favor y en contra de la
iniciativa.
Entre los primeras, se señalaban la obtención de la
sorpresa; la reducción de la efectividad de la Fuerza Aérea Argentina; la
posibilidad de aferrar la defensa aérea argentina en forma remota al área del
conflicto. Las desventajas serían las repercusiones internacionales; el
cuestionamiento de la legalidad de los ataques; la justificación directa para
aplicar represalias contra expatriados británicos en la Argentina, entre otras.
Contando con nuevos datos y estimaciones, el 10 de
abril se introdujeron modificaciones a la planificación. Se concluyó en el
informe que "un despliegue hacia Ascensión, y un solo vuelo saliendo de
Ascensión por cada uno de los ocho Vulcan a fin de atacar blancos en los
alrededores de Buenos Aires, es una proposición factible. La capacidad de 168
bombas de 1000 libras es significativa, a pesar de la limitada precisión de los
Vulcan operando de noche en misión convencional".
Se insistía con el aspecto psicológico que la
maniobra pudiera causar entre los argentinos: "el despliegue rápido y
abierto de los Vulcan a Ascensión, con sondas de reabastecimiento visibles, y
los Víctor cisterna aparcados a su lado, constituirá una amenaza real y
significativa a la Argentina, si están convencidos que tenemos la voluntad de
emplearlos".
En paralelo se confeccionó un informe con los
posibles blancos de carácter económico en territorio argentino, apuntando
principalmente a campos y refinerías petrolíferas; yacimientos y sistemas de
gasoductos, sobre nudos de las redes ferroviarias, y el sistema de carreteras,
y de sus efectos para el esfuerzo militar y sobre la población.
En la reunión del Gabinete de Guerra del mediodía
del viernes 16 de abril, presidida por Margaret Thatcher, se discutió la
filtración a la prensa sobre el reacondicionamiento de los aviones Vulcan y su
capacidad para llegar a blancos sobre territorio continental argentino
La isla de Ascensión se encontraba en medio del
Océano Atlántico, y lejos de los ojos argentinos. Había que difundir los
preparativos de las misiones de bombardeo, y que los mandos militares y opinión
pública argentina tomaran conocimiento de ellos. Pero ¿cómo se lograría?
Cumpliendo directivas del Gabinete británico, el 11
de abril de 1982 se constituyó el Grupo de Proyectos Especiales, bajo la
dirección del Coronel T. S. Sneyd, en el ámbito del Ministerio de Defensa, para
la preparación y promulgación de las operaciones de decepción y propaganda. Sus
planes serían implementados por el Servicio Secreto de Inteligencia y por el
Foreign Office.
El arte del engaño o decepción, es tan antiguo como
la guerra misma. En las operaciones militares convencionales, los comandantes
no solo deben motivar a sus tropas, sino también buscar afectar la del enemigo.
La propaganda, como elemento crucial de las acciones psicológicas, debe basarse
en información que resulte creíble para el enemigo.
Apenas dos días después de los desembarcos
argentinos en Malvinas, el 4 de abril, el periodista Jon Connell, del Sunday
Times, realizó un análisis sobre las distintas opciones militares para
"recapturar las Falklands", expresando que "una posibilidad, por
supuesto, sería no atacar las Islas Falklands sino Argentina misma, sus bases
militares y navales costeras".
Los cuadros comparativos de las fuerzas de ambos
países mostraban un claro desbalance a favor de la Argentina en el número de
medios aéreos. La opinión pública británica comenzaba a preocuparse sobre el
éxito de la fuerza de tareas.
En la reunión del Gabinete de Guerra del mediodía
del viernes 16 de abril, presidida por Margaret Thatcher, se discutió la
filtración a la prensa sobre el reacondicionamiento de los aviones Vulcan y su
capacidad para llegar a blancos sobre territorio continental argentino.
La noticia sería publicada el próximo domingo en el
Sunday Express en primera plana. A pesar que el acta de la reunión refleja la
lamentación por no haber logrado detener la filtración, los asistentes
concluyeron que "si bien en realidad no hay intención de atacar el
continente argentino, podría existir alguna ventaja militar si los argentinos
lo temieran".
Ese mismo domingo 18 de abril, la portada del
Sunday Express titulaba "Los Vulcan listos para golpear a la Argentina".
La nota, firmada por Michael Toner, relataba con detalle el alistamiento de los
bombarderos y de su despliegue al Atlántico Sur y que, si bien no estarían
equipados con bombas nucleares, "tendrán la capacidad para destruir cada
aeródromo y puerto naval argentino", y que "si los Vulcan eran
empleados adecuadamente, toda la estructura militar argentina podría ser
destruida".
El periodista reconocía en su nota que la decisión
de utilizar los Vulcan contra la Argentina "puede ser un resultado del
trabajo de “operaciones psicológicas" dentro del Ministerio de Defensa.
"Un poco conocido grupo de expertos ha estado trabajando horas extras para
desalentar y desestabilizar la opinión militar en la Argentina". Tal vez,
al decirlo, Toner reconocía implícitamente su participación en la acción de
propaganda. Su nota contenía detalles similares a la planificación del 10 de
abril, y que el Gabinete ahora había considerado oportuno que llegara a oídos
argentinos.
Toner concluyó describiendo la amenaza en términos
inequívocos: "No hay duda que la mera amenaza de operaciones de Vulcan
aterrorizará a cualquier experto en la Argentina que conozca lo que pueden
hacer estos aviones. Pueden destruir cualquier blanco virtualmente a voluntad.
Solo con ese hecho, se le podría prácticamente garantizar inmunidad a la flota
británica en el Atlántico Sur contra ataques aéreos argentinos".
La acción psicológica ya había dado su puntapié
inicial. La noticia, tomada por las agencias internacionales, fue replicada
profusamente en los medios británicos y argentinos durante los días siguientes.
La "diplomacia de cañoneras" hacía una nueva demostración de lo que
estaba en condiciones de hacer.
“Por qué deberíamos bombardear la Argentina”,
declaraciones de Winston Churchill (nieto), en el periódico The Sun, el 23 de
abril de 1982
Fue el vocero del Partido Conservador, el
parlamentario Winston Churchill, nieto del famoso primer ministro británico,
quien, en una nota publicada por el periódico The Sun el 23 de abril, bajo el
título "Por qué deberíamos bombardear la Argentina", justificaba las
acciones sobre el continente ante la amenaza de la aviación argentina operando
desde sus bases en el litoral Atlántico contra la fuerza de tareas británica.
Expresaba Churchill: "Un factor adicional
evidente, que hasta ahora podría haber sido pasado por alto por la Junta, es la
capacidad de la fuerza de bombarderos Vulcan de la RAF para eliminar, si fuera
necesario, todas las bases aéreas argentinas clave en el continente con un
único ataque sincronizado al estilo israelí. Desde bases en el Atlántico Sur
los Vulcan tienen el alcance y la capacidad para hacer cráteres en las pistas
con bombas convencionales y destruir en tierra la mayor parte de la Fuerza
Aérea Argentina con bombas de racimo… Eliminar a la Fuerza Aérea Argentina con
un golpe rápido y devastador, garantizaría la victoria para la Fuerza de
Tareas, y aseguraría un mínimo de bajas británicas".
Si bien las fuerzas argentinas estaban tomando las
medidas adecuadas para la defensa del territorio argentino, de sus bases aéreas
y de las instalaciones estratégicas en el territorio nacional, también
comenzaron a actuar las organizaciones de Defensa Civil y las delegaciones
locales de la Cruz Roja Argentina.
Pero la reacción más pintoresca fue la del
Semanario Tal Cual, en su edición del 23 de abril, que esbozó una serie de
interrogantes y respuestas ante "estos momentos de tensión e incertidumbre
que vive el país", con recomendaciones prácticas ante un bombardeo de la
ciudad de Buenos Aires.
* Si [la guerra] llega al continente ¿llegará a
Buenos Aires?
– Si es una guerra abierta entre los dos países,
puede ser bombardeada tanto Buenos Aires como Londres o cualquier ciudad.
* Si llega a Buenos Aires ¿se construirán refugios?
– Seguramente, ya que no serán suficientes los
refugios naturales (sótanos especiales, subterráneos, etc.)
* ¿Hay que evacuar la ciudad?
– Esta posibilidad se atenderá únicamente si
existiese un ataque con invasión a Buenos Aires.
* En caso de bombardeo, ¿qué hay que hacer?
– Los miembros de la Defensa Civil instruirán a la población
a su debido tiempo, por todos los medios de información que están a su alcance
(radio, TV, etc.).
* ¿Cuáles son los refugios para bombardeo?
– Los naturales, las construcciones de hormigón
armado que estén bajo la superficie. Subterráneos, garajes subterráneos,
sótanos de grandes edificios (el Barolo en Avenida de Mayo al 1300, tiene
sótano anti-bombardeo).
El 4 de mayo de 1982, el destructor HMS Sheffield
fue alcanzado por uno de los dos misiles Exocet lanzado por los Súper Etendard.
La opción de bombardear Buenos Aires se diluía y los ingleses se concentraron
en las Bases Aéreas
En Buenos Aires la guerra todavía parecía muy
lejana, y se confiaba en una solución pacífica del conflicto. No había
necesidad de buscar refugio o prestar atención a las prevenciones. En cambio,
en las principales ciudades del sur argentino, en donde eran incesantes los
movimientos de tropas y armamentos, las autoridades y la población habían
tomado completa conciencia de la eventualidad de un ataque, realizando
ejercicios de oscurecimiento y simulacros de evacuación a refugios y medidas de
protección ante bombardeos.
En el atardecer del 30 de abril, llegó a los
comandantes argentinos el aviso del despegue de aviones Vulcan y Víctor
cisternas desde la Isla de Ascensión, apreciándose que tendrían como destino el
litoral continental.
Los soviéticos habían desplegado un buque
"científico" para que navegara en proximidades de la isla, por lo que
presumiblemente fue quien dio la alerta ante semejante movimiento de aviones.
Sin embargo, el rumbo tomado por los atacantes sería Malvinas.
A las 4.40 de la madrugada del 1° de mayo se
efectivizaba la amenaza del Vulcan, lanzando sobre la pista del aeropuerto la
cantidad de 21 bombas de 1000 libras, de las cuales solo una impactó en forma
efectiva, rápidamente reparándose los daños. Se iniciaban así las misiones
denominadas "Black Buck" por los británicos.
Con el desarrollo de las operaciones militares, y
el acceso a mayor información de inteligencia, la "Opción 13"
continuó reformulándose. El 4 de mayo de 1982, el destructor HMS Sheffield fue
alcanzado por uno de los dos misiles Exocet lanzado por un par de aviones Súper
Etendard que operaban desde la Base Aeronaval de Río Grande, en Tierra del
Fuego.
La opción de bombardear Buenos Aires se diluía de
las planificaciones, que ahora se concentraron principalmente sobre las Bases
Aéreas Militares en el sur del continente. En cada oportunidad en que la flota
británica recibía un golpe certero de la aviación argentina, se ajustaban las
planificaciones ante la presión parlamentaria y de la opinión pública.
No obstante, la idea de bombardear Buenos Aires,
que había surgido aún antes del 2 de abril y descartada a medida que
evolucionaban las operaciones, recobró vigencia el 13 de mayo, pero para una
nueva acción psicológica.
Recorte del periódico “Daily Express” del 19 de
abril de 1982, con la especulación de los posibles blancos en territorio
continental argentino.
Previo a los desembarcos británicos en San Carlos,
en la isla Soledad, la aviación argentina basada en tierra era considerada como
la principal amenaza para el establecimiento de una cabeza de playa segura.
El Grupo de Proyectos Especiales realizó una
propuesta para "pasar el rumor por medios discretos no atribuibles que se
están planificando ataques diurnos con bombarderos Vulcan contra blancos al
norte en el continente, previos a cualquier desembarco principal en las Islas
Malvinas". Con ello se intentaría reducir la cantidad de aviones atacantes
en el área de operaciones de Malvinas, replegando algunos elementos hacia los
aeródromos en el norte.
De todos modos, para que fuera efectivo, el rumor
debía resultar creíble y atractivo para los mandos argentinos, el Grupo
consideró que "si se difundiera que los ataques están siendo cambiados a
horas diurnas, ello podría motivar a la Fuerza Aérea Argentina a buscar
activamente el enfrentamiento a fin de lograr una victoria prestigiosa
derribando un Vulcan. Indicando que los ataques serán realizados contra una
instalación grande de combustible cerca de Buenos Aires, una opción creíble, se
espera que atraiga algunos cazas al norte".
El Coronel T.S. Sneyd, finaliza su informe
expresando: "Se recomienda que se otorgue autorización para emplear medios
discretos y no atribuibles para informar a las autoridades argentinas que
aviones Vulcan van a atacar instalaciones de combustible en el área de Buenos
Aires a la luz del día en el futuro cercano. Se destacará que el cambio a
bombardeo en horas diurnas es a fin de lograr mayor precisión y así reducir
bajas civiles".
Las consecuencias políticas de una acción británica
sobre el continente condicionaron cualquier ataque de estas características. La
Argentina encontraba apoyo en el ámbito de la Organización de Estados
Americanos, y siempre quedaba latente la posibilidad de regionalizar el
conflicto. Era un riesgo que Gran Bretaña no pretendía asumir. Había
justificado su reacción militar en el principio de legítima defensa del
Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas y en la Resolución 502 del
Consejo de Seguridad, por lo que un ataque abierto sobre el continente parecía
innecesario, y ello pondría en peligro la legalidad de sus acciones.
Siempre existió la posibilidad de que Gran Bretaña
pudiera fracasar en su objetivo militar primario en las Islas Malvinas, y que
la Fuerza de Tareas fuera humillada. Fue así que, hasta el final del conflicto
nunca se descartó la idea de estos ataques sobre el continente, ni se
suspendieron las planificaciones.
La opción quedaría reservada para cuando las
necesidades operativas militares así lo requirieran, siempre que justificara el
medio empleado, y se soportara la condena internacional. La "Opción
13", de "Ataques a blancos seleccionados en la Argentina
Continental", siempre estuvo sobre la mesa de planificación, a la espera
de obtener luz verde en el Gabinete de Guerra.
El bombardeo de la ciudad de Buenos Aires
permaneció vigente en la mente de los planificadores británicos como también en
el diseño de las acciones de guerra psicológica.
Cumplidos 37 años de que Charly García compusiera
la canción "No bombardeen Buenos Aires", ahora sabemos que su
plegaria no fue ficción.
Fuente: https://www.infobae.com
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