Por Mariano Pablo Sciaroni (*)
El satélite acababa de cumplir su misión sobre
Puerto Argentino y sus alrededores, pero, con una velocidad aproximada de
27500 km/h, tenía menos de cinco minutos para tomar las imágenes requeridas de
la Base Naval Puerto Belgrano, la principal de la Armada Argentina. Algo que se
había complicado los días anteriores, ya que un techo de nubes impedía
discernir que había amarrado “allí abajo”.
Desde los 400 km. de altura de su órbita baja,
enfocó sus cámaras de alta resolución a las coordenadas 38º 53`33``S y
62º06`16``O y procedió a tomar las imágenes pedidas. Misión cumplida.
Nadie lo había visto venir, menos lo habían visto
marcharse.
Poco tiempo después, las imágenes se encontraban en
el National Photographic Interpretation Center (o Centro Nacional de
Interpretación Fotográfica), un departamento de la CIA que dependía de la
poderosa Dirección de Ciencia y Tecnología y que se encontraba integrado por
analistas civiles y militares de todas las fuerzas.
No era la primera vez que se tomaban imágenes satelitales
de la base naval. La CIA mantenía (y mantiene) una constante vigilancia sobre
los enemigos, en ese tiempo los países del Pacto de Varsovia, pero a los
aliados o afines, mejor también controlarlos. A finales de la década del `70,
había aumentado, por alguna razón, el reconocimiento satelital sobre la base y
sobre otros puntos de interés militar en Argentina y, en general, en el
Atlántico Sur.
(1) y (2) Dos imágenes satelitales de Bahía Blanca
y la Base Naval Puerto Belgrano, obtenidas por la cámara de mapeo de un
satélite espía norteamericano KH-9. La de la izquierda fue obtenida el 4.1.1979
por el KH-9 misión 1214-5 y la de la derecha el 30.3.1979 por la misión 1215-5.
Imágenes de la cámara panorámica son
complementadas, en misiones de reconocimiento militar, por imágenes de alta
resolución de la cámara principal. Fuente: U.S. Geological Services –
desclasificación año 2002
No había habido demasiada suerte, sin embargo, en
los últimos días. Nubes. Complicaban todo. Pero este 28 de mayo la meteorología
resultaba más favorable y las imágenes revelaban las siluetas de los buques. Y
allí estaban casi todos los buques de la Armada Argentina.
“BUQUES CAPITALES DE LA FLOTA ARGENTINA SE
ENCUENTRAN EN LA BASE NAVAL PUERTO BELGRANO...BUQUES PRESENTES INCLUYEN AL
PORTAAVIONES 25 DE MAYO (CV) SIN AVIONES EN LA CUBIERTA DE VUELO…UN SUBMARINO
DE ATAQUE CLASE GUPPY (SS)…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE 209 (SS) EN DIQUE
SECO…UN DESTRUCTOR MISILISTICO-HELICOPTERO TIPO 42 (DDGH), UN DESTRUCTOR
MISILISTICO CLASE GEARING FRAM II (DDG), UN DESTRUCTOR CLASE SUMNER (DD), UNA
FRAGATA LIVIANA FRANCESA TIPO A-69 (FFG), CINCO BARREMINAS COSTEROS CLASE TON
(MSC), Y NUMEROSOS AUXILIARES.”
La Armada Argentina se encontraba mayormente en
puerto: el portaaviones, uno de los destructores tipo 42 y dos viejos
destructores norteamericanos, uno de los avisos franceses y otras tantas
embarcaciones.
Lo más interesante, sin embargo, eran los
submarinos. Había un Tipo 209 en dique seco y un “Guppy” (genéricamente, un
submarino de la Segunda Guerra Mundial con mejoras hidrodinámicas y en ciertos
sistemas de a bordo) amarrado.
El “Guppy” no podía ser otro que el ARA Santiago
del Estero, que la inteligencia había perdido a fines de abril, cuando
desapareció subrepticiamente de su amarradero habitual de la Base Naval Mar del
Plata. Realmente un misterio, ya que el submarino se consideraba inactivo desde
el año anterior, sin posibilidades de sumergirse y menos de ir a una guerra.
Nadie sabía, entonces, el estado operacional del
Santiago del Estero. Y, sabiendo que sería preguntado sobre ello, el analista
no tuvo más que agregar en su memo que: “NO SE PUEDE DETERMINAR EL ESTADO
OPERACIONAL DEL SUBMARINO GUPPY”
Desde el 30 de abril que Estados Unidos no tenía
mayores problemas en pasar la información satelital recibida al Reino Unido.
La vital información recogida no fue la excepción
y, con alguna lógica demora, cruzaba el Atlántico y llegaba al Cuartel General de
la flota británica en Northwood.
Buena información para las dos Fuerzas de Tareas
coloniales en el sur. Especialmente útil para los submarinos del Almirante
Peter Herbert, la Fuerza de Tareas 324. El oficial responsable comenzó a
preparar un informe de inteligencia actualizado y, apenas terminado y aprobado,
se subió al satélite.
Había tres satélites espías estadounidenses (de
reconocimiento por imágenes) en órbita. Los británicos no tenían esa capacidad,
así que necesitaban apoyarse en su aliado.
Un HEXAGON/KH-9, lanzado el 11 de mayo de ese año,
que tenía el problema de que el film debía ser eyectado hacia tierra, donde era
recuperado en vuelo cerca de Hawai y, desde allí transportado en avión hacia el
continente.
Los dos KENNAN/KH-11 eran los más modernos del
mundo. La información era pasada encriptada y en tiempo real a una estación en
tierra, y estaba en condiciones de ser analizada en cuestión de minutos. El
KH-11/4 había sido desviado de su órbita sobre la Unión Soviética a principios
de abril y estaba haciendo casi todo el trabajo.
(3) Gráfico
de la órbita baja del KH-11/4, modificada a principios de abril de 1982 para
cubrir Malvinas y áreas de interés en Argentina. Había sido lanzado el 3 de
septiembre de 1981 desde la Base Aérea Vandenberg en California
Los satélites de reconocimiento eran complementados
con la información obtenida de la violación a las comunicaciones “seguras” de
la Armada Argentina.
Había habido algunos problemas a mediados de abril,
cuando los argentinos cambiaron el código, pero ello fue rápidamente
solucionado (pareciera que alguien en Argentina se puso nervioso al leer un
artículo del 15 de abril del New York Times que dejaba entrever que las
comunicaciones eran interceptadas)
Es que las máquinas Crypto AG de dotación de la
fuerza no eran mayor traba para la CIA. Es más, se decía que la NSA (National
Security Agency o Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) tenía “acciones” en
esa empresa y, por tanto, la llave para leer los mensajes en clave. Una copia de
esa llave estaba en poder de la CIA.
Algunos funcionarios norteamericanos pareciera que
se jactaron demasiado de ello, y el 9 de junio, William J. Casey, Director de
la CIA, tuvo que amenazar con acciones penales para los involucrados en
difundir “el secreto”. El código fue nuevamente cambiado por los argentinos, y
nuevamente roto por la CIA.
Obviamente, ayudaban al panorama también los amigos
de por acá cerca y los que estaban demasiado cerca, más aún.
Sin embargo, aún con todos esos recursos, el Joint
Intelligence Committee (JIC), el comité conjunto del Reino Unido que organiza a
todas las agencias de inteligencia, tenía un panorama confuso acerca de los
buques que se consideraban más importantes (y peligrosos) de la Armada
Argentina: el portaaviones ARA 25 de Mayo y los submarinos.
Al portaaviones Northwood lo situaba, en las
primeras horas del 28 de mayo, en las cercanías del Cabo Blanco, al sur del
Golfo San Jorge.
El submarino HMS Spartan estaba cerca de allí,
tratando de ubicarlo, pero no lo había logrado. El comandante del buque, James
Taylor, así como Chris Wreford-Brown, en el HMS Conqueror (a 320 millas
náuticas al Este del Cabo Blanco y sirviendo de zaguero para cualquier intento
de rompimiento) se preguntaban si la información de inteligencia, generalmente
buena, estaba acertando esta vez.
(4) Portaaviones ARA 25 de Mayo en la Base Naval
Puerto Belgrano. Fotografía tomada en junio de 1979, durante el Operativo
Unitas XX. Fuente: Department of Defense, EE.UU.
Con los submarinos argentinos la situación era peor
aún.
El 21 de abril el ARA Santiago del Estero había
salido de su apostadero. Pocos días después, el espionaje británico (gracias a
los norteamericanos) se había percatado de esta situación y buscaba
desesperadamente conseguir información acerca del estado operativo de la
unidad. Algo que no se había logrado ¿Estaría camino a la Isla Ascensión, listo
para atacar a las unidades logísticas?
Asimismo, inteligencia informaba el 26 de mayo por
la tarde que el ARA Salta tenía problemas en sus tubos de torpedos. Nadie sabía
si estaba en el mar o no el 28.
El ARA San Luis, se afirmaba para el mismo 26,
estaba definitivamente en patrulla, posiblemente en camino hacia el norte del
Estrecho San Carlos. El 28 se dudaba de su posición, o en Puerto Belgrano o en
el mar, no quedaba a nadie claro ello.
Las piezas faltaban en el rompecabezas.
Casi a las 9 de la noche del 29 de mayo, a unas 300
millas al Este de Isla de los Pingüinos, en medio de un clima horrendo y un mar
agitado, surgió de las profundidades del mar un artefacto que podría
describirse como un florero de lata diseñado por un artista kitsch.
El mástil AYH, si bien tenía algunos cristales
defectuosos, no captó señal electrónica con grado de peligro alguno, lo que
pudo ser corroborado por el operador en el equipo MAE UA4 del HMS Conqueror.
Con el reaseguro que no había nadie emitiendo en el
área, pronto emergieron otros apéndices, entre los que destacaban un periscopio
y una antena de comunicaciones.
Durante 7 horas se mantuvo en plano periscopio y
con los apéndices extendidos. El submarino tenía, desde hace más de un mes,
problemas para recibid comunicaciones, algo que se había exacerbado luego de dañar
el mástil con hielo cerca de Georgias del Sur. Sin embargo, esta vez la culpa
no era de la antena o del satélite (también norteamericano) sino del equipo de
clave, que tenía un mal día.
(5) Submarino HMS Conqueror regresando a su base,
luego de Malvinas. Fuente: Ministry of Defense, Reino Unido
Seis reportes recibidos. Entre ellos COR 430
informaba a la Fuerza de Tareas 324 (los submarinos) que la Armada Argentina se
encontraba en Puerto Belgrano o en las cercanías de Bahía Blanca. La
información de inteligencia se hacía más clara.
El HMS Spartan repitió para la misma hora el
procedimiento y recibió también la señal COR 430. Sus equipos electrónicos UAB
eran más modernos y sensibles, pero tuvo más cuidado de exponer apéndices, ya
que solo estaba a 90 millas náuticas del continente. El radar AN/APS-128 de un
EMB-111 Bandeirante Patrulha (de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina) que
había detectado hacía unas horas le recordaba el peligro de ser demasiado
indiscreto. Apenas bajada la información del satélite, volvió a las
profundidades.
Los restantes submarinos británicos formalmente
asignados a la FT 324 estaban desperdigados en el Atlántico Sur. El HMS Onyx y
el HMS Courageous recién estaban penetrando latitud 35º S y arribando a la
“Grilla CORPORATE”, el HMS Splendid estaba saliendo de ella (por problemas
insuperables en uno de sus Turbogeneradores) y el HMS Valiant ya tenía
bastantes preocupaciones operando dentro del Estrecho de Le Maire.
Northwood movió las áreas de patrulla y de
responsabilidad de las unidades submarinas para adecuarse al nuevo escenario
proporcionado por inteligencia: el portaaviones estaba en puerto y, sin Grupo
Aéreo Embarcado en cubierta, era dudosa una pronta zarpada. El ARA Santiago del
Estero estaba amarrado, así como uno de los Tipo 209 (se estimó era el ARA
Salta – quizá por los problemas en los tubos de torpedos anunciados), en dique
seco
Las contingencias a enfrentar eran menores ahora
para los submarinos. La certidumbre ampliaba la libertad de acción. Buena
información, en el momento justo. Un satélite que hizo la diferencia.
Ni KENNAN ni HEXAGON fueron decisivos. Tampoco lo
fue el quiebre de las comunicaciones cifradas argentinas. Pero la guerra es un
partido de póquer, y si el contrincante puede mirar nuestras cartas, no importa
la buena mano que tengamos, el otro siempre podrá jugar en sus términos.
A 30 años del conflicto, vale la pena recordar las
ventajas ajenas y las falencias propias. De esa forma, resaltan aún más el
coraje y la entrega de nuestros marinos, soldados y aviadores.
Agreguemos un par de datos más.
El ARA Santiago del Estero, que no tenía sonar ni
posibilidades de sumergirse desde 1981 (es decir, no podía combatir en forma
alguna), había sido trasladado desde la base de submarinos en Mar del Plata
hacia Puerto Belgrano, donde fue camuflado entre dos cargueros. Se hicieron
algunas operaciones de “velo y engaño” para intentar confundir respecto el
estado operativo del submarino, lo que parcialmente se logró.
EL ARA San Luis estaba en Puerto Belgrano desde el
19 de mayo, habiendo arribado luego de una patrulla de 39 días, en la cual
debió permanecer 864 horas en inmersión. Los diversos problemas mecánicos que
se fueron suscitando durante el combate (ya que atacó y fue atacado) hicieron
que debiera ingresar a dique seco, donde fue observado por el satélite.
(6) ARA San Luis a poco de arribar a la Base Naval
Puerto Belgrano, luego de su patrulla de guerra. Detrás, se aprecia el
portaaviones.
El ARA Salta estaba en el mar desde el 21 de mayo,
haciendo pruebas de torpedos y evaluando ciertas falencias del buque. Pero,
principalmente, generando incertidumbre en la flota británica. Efectivamente,
desde el día 23 tenía problemas con los tubos lanzadores. Recién tomó puerto el
29 de mayo.
El ARA 25 de Mayo no salió de Puerto Belgrano
después de ingresar allí el 10 de mayo. Su Grupo Aéreo Embarcado operaba desde
bases en tierra. Hubo algunas maquinaciones argentinas para despistar a la
inteligencia británica acerca de su paradero, lo que pareciera dio resultado
parcialmente.
Pareciera que el ojo del satélite no se equivocaba
demasiado.
(7)
Documento, “Argentine Naval Combatants”
(8)
Documento, “Increased defensive measures”
Bibliografía:
- Casey, William J (Director CIA), Memo en “Unauthorized Disclosures on the Falklands Situation”, 9 de junio de 1982.
- Freedman, Sir Lawrence “The official history of the Falklands campaign”, Tomos I & II, Routledge, Londres, 2005.
- National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Argentine Naval Combatants”, 28 de mayo de 1982.
- National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Military Forces, Argentina”, mayo de 1982.
- National Security Council Meeting (Casa Blanca – USA), Minutas de análisis, “South Atlantic Crisis”, 30 de abril de 1982,
- Taylor, James (RN) - HMS Spartan – “Report of Proceedings”
- Wreford-Brown, Christopher (RN) - HMS Conqueror – “Report of Proceedings”
(*) Abogado y magister en estrategia y geopolítica.
Escribió “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses”, publicado por el Instituto
de Publicaciones Navales en el año 2010, así como numerosos artículos sobre
temas navales y de Malvinas en revistas especializadas y páginas de Internet.
Fuente: https://www.elsnorkel.com
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