El buque iba a rescatar a dos pilotos que se habían
eyectado muy cerca de la flota británica. Dos ataques con misiles convirtieron
a la nave en un infierno sobre el mar. Los dramáticos relatos de los oficiales
Eduardo Fondevila y Sergio Bazán describen esas las trágicas horas, el horror
de la guerra y el recuerdo a los compañeros caídos
Por Adrián Pignatelli
El ARA Aviso Alférez Sobral sufrió dos ataques
cuando iba a rescatar a dos pilotos que se habían eyectado muy cerca de la
flota británica
"Estaba como oficial de guardia en el Aviso
Alférez Sobral, y nos ordenan zarpar. Un compañero mío me lleva al camarote,
para hablarme en reserva. Me dice: 'Vamos a tomar las Malvinas'.
–¿¿¿Qué???
–Vamos tomar las Malvinas.
Quedé petrificado. Lo primero que se me ocurrió fue
llamar a mi familia porque dije “no los veo más”. Hablé con mi madre y con mi
novia, mi actual esposa. Con un nudo en la garganta, no sabía cómo aguantarme. “Es
una navegación normal, son sólo unos días, no se hagan problema…”, y no pude
decir nada más. Eso fue el 27 de marzo.
Con el testimonio del actual Vicealmirante VGM
Eduardo Alberto Fondevila Sancet, actual subjefe del Estado Mayor General de la
Armada, comienza un relato por momentos electrizante, por otros, dramático, del
ataque al Aviso Alférez Sobral, ocurrido el 2 de mayo de 1982. Junto al Capitán
de Navío (R) VGM Sergio Bazán, por entonces Teniente de Navío y segundo
comandante de la nave, reconstruyeron para Infobae un relato único de una
situación límite que vivieron durante la guerra de Malvinas.
Así fue la historia.
En la navegación hacia el sur, el comandante de la
nave, el Capitán de Corbeta Sergio Gómez Roca informó a la tripulación sobre la
recuperación de las islas y de la misión asignada al Sobral: situarse en un
punto entre el continente y las islas y estar preparados para misiones de
búsqueda y rescate.
Construido en 1944 en los Estados Unidos, esta nave
de 43,6 metros de eslora y 10,3 de manga, había participado en tareas
auxiliares en el Pacífico durante la II Guerra Mundial bajo el nombre de USS
Salish. En 1972, fue entregado a la Armada Argentina. Lleva el nombre del
Alférez José María Sobral, un destacado explorador militar y geólogo, de
importante trayectoria en la Antártida.
La primera misión en la guerra de Malvinas para
este buque no demoraría en llegar.
"Fue un momento muy fuerte"
A la noche de ese día, había sido derribado el
Canberra MK-62, número 110 por un misil supersónico Sidewinder que impactó en
su turbina derecha. Los pilotos, Teniente Eduardo de Ibáñez y el Primer Teniente
Mario González debieron eyectarse.
El Alférez Sobral recibió la orden de ir a su
rescate, a un punto situado a 180 km al norte del Estrecho de San Carlos.
El mapa que muestra el lugar del ataque
Fondevila Sancet, por entonces un joven Guardiamarina,
recibido en diciembre del año anterior y que el Sobral era su primer destino,
acota que "cuando llega la orden de ir a buscar a los dos pilotos, el
comandante reúne a todos los oficiales en la cámara. Y mirando una carta donde
estaba ploteada toda la flota inglesa, señala un punto 90 millas al norte de
Malvinas. Era el lugar donde debíamos dirigirnos. Estaríamos al lado de la
flota inglesa. Hubo un silencio total. No me olvido las miradas de cada uno
entre nosotros. Nadie dijo nada. Fue un momento muy fuerte".
Luego de un reabastecimiento en Puerto Deseado, el
buque llegó al lugar asignado casi a la medianoche del 2 de mayo.
"Sentía que
me estaba quemando. Atiné a ponerme el casco sobre la cara, porque pensé que
todo lo que estaba a mi alrededor se estaba quemando. Había alaridos, gritos"
Al llegar, el Sobral fue sobrevolado por un
helicóptero británico Sea King que luego se alejó.
"Cubrimos los puestos de combate, esperando un
ataque inglés. Luego de unos cuantos minutos, apareció un segundo helicóptero,
un Sea Lynx y abrimos fuego con el cañón de 40 mm y las ametralladoras de 20
mm, provocando que se alejara. Era un armamento elemental, porque un aviso no
era un buque estrictamente de combate", explicó Bazán.
El comandante del buque, Sergio Gómez Roca
Fondevila, que estaba descansando luego de haber
hecho la guardia de 16 a 20 horas, saltó de la cama al oír la alarma de
combate. Le preguntó al Teniente Alemán qué ocurría: "Nos divisó un
helicóptero inglés". Mientras tanto, Bazán estaba en la radio enviando un
mensaje al comando de tierra.
La pregunta surge natural: ¿Por qué abrir fuego si
el Sobral estaba en una misión de búsqueda y rescate? "El nuestro no era
un buque de la Cruz Roja y no estaba exento de la acción del enemigo. En ese
momento éramos dos unidades enemigas enfrentadas. Gómez Roca cumplió con su
deber como comandante de un buque de guerra con las órdenes que tenía de abrir
fuego ante la presencia del enemigo, ante la amenaza de que, si no lo hacía, el
buque podría ser abordado por los ingleses", explicaron los marinos.
"Ahora entramos en la realidad"
Bazán recuerda que "había mar gruesa, el buque
navegaba lentamente. Había que prepararse para repeler el ataque. Pasan unos
cuantos minutos, vemos unas luces en un sector, creemos que son las bengalas
que arrojaron los pilotos a rescatar. Pero eran misiles".
En el primer ataque, un misil Sea Skua destrozó la
lancha que el buque llevaba, y se hundió parcialmente el baño del personal.
Hubo heridos. Bazán fue alcanzado por una esquirla en su pierna y la onda
expansiva lo arrojó hacia el centro del comando. Sólo sentía ruidos y veía
mucho humo. Mientras tanto, Fondevila Sancet pensaba "Ahora entramos en la
realidad". Era el bautismo de fuego de un Guardiamarina recién egresado de
la Escuela Naval.
"En el segundo ataque un misil impactó de lleno en
el puente de comando que, junto al puesto de radio ubicado debajo, quedaron
destruidos. Mató a toda la gente que estaba allí menos a un Cabo, que quedó
herido”, recordó Bazán
"Como no sabíamos dónde había pegado, relata
el entonces Guardiamarina, me ordenan verificar el sector de proa. Cada puerta
que abría, el corazón dejaba de latir, porque no sabía con lo que me iba a
encontrar, si se estaba incendiando o qué. Afortunadamente, no encontré nada y
ahí se produce el segundo ataque".
Años después, Bazán se enteraría de fuentes
inglesas que los helicópteros provenían de los destructores Coventry y Glasgow.
En el trayecto hacia el Sobral, uno de ellos acusó una avería y regresó a la
nave. El otro siguió y es el que llevó adelante el primer ataque. Y cuando
regresó a su barco, despegó el helicóptero que había tenido la avería.
"Ellos siempre creyeron que habían atacado a dos barcos", comentó
Bazán.
"Fondevila vio caer en llamas al Cabo Enríquez, que
se desplomó por la escala. Bazán lo cubrió con una manta y lo corrieron hacia
un costado".
"En el segundo ataque un misil impactó de
lleno en el puente de comando que, junto al puesto de radio ubicado debajo,
quedaron destruidos. Mató a toda la gente que estaba allí menos a un Cabo, que
quedó herido. No hubo más víctimas gracias al comandante Gómez Roca que, luego
del primer ataque, había ordenado que permaneciera en el puente de mando sólo
la dotación indispensable; el resto quedó bajo cubierta", relató Bazán
que, desde ese momento, se convertía en el comandante de la nave. "La
decisión de Gómez Roca salvó muchas vidas".
Se desató un gran incendio, que pudo ser
controlado.
Fondevila, que al momento del ataque estaba
recorriendo el pasillo de oficiales viendo cómo estaban los heridos alojados en
los camarotes, salió impulsado hacia atrás. "Sentía que me estaba
quemando. Atiné a ponerme el casco sobre la cara, porque pensé que todo lo que
estaba a mi alrededor se estaba quemando. Había alaridos, gritos".
"Primero muevo los brazos y las piernas para
cerciorarme de que los tenía. Alumbro. Lo primero que veo es al conscripto
Roberto D'Errico totalmente bañado en sangre, agonizando. Había sido herido en
el primer ataque y una esquirla lo había atravesado en el segundo. Al momento
de la explosión, estaba a un metro delante mío. Las esquirlas habían perforado
el cielo y el piso. ¿Por qué no me tocó a mí? Pregúntale al de arriba".
Todo pasaba en cuestión de segundos. Fondevila vio
caer en llamas al Cabo Enríquez, que se desplomó por la escala. Bazán lo cubrió
con una manta y lo corrieron hacia un costado.
El cuarto del radio destrozado: “Transmití en
morse, en radiotelegrafía y en radiotelefonía. “Mayday, Mayday”, sin decir
quiénes éramos, y S.O.S. en morse. Estuve 15 minutos transmitiendo”, recuerda
Fondevila
"Yo estaba totalmente aturdido y
shockeado", explica Fondevila. "No sabíamos si nos estábamos
hundiendo. Bajo a máquinas, estaban funcionando, no había inundación. Me senté
en la línea de eje en el cojinete para ordenar mi cabeza. Me venían los flashes
de lo que había visto. Luego, me levanté y salí. Bazán me ordenó conseguir la
radio de emergencia, guardada en el cuarto de radio, que se estaba incendiando.
Agarrado a la escala, subí; me encuentro con el cuerpo del Cabo Tonina, que
estaba colgando porque el piso del puente se había perforado. Me empecé ahogar
y bajé. Me acordé de lo aprendido en la Escuela Naval, donde nos
hiperoxigenábamos antes para aguantar la respiración, y volví subir. Corrí los
restos del Cabo Alancay, totalmente destrozado, y encontré la radio. Transmití
en morse, en radiotelegrafía y en radiotelefonía. "Mayday, Mayday",
sin decir quiénes éramos, y S.O.S. en morse. Estuve 15 minutos
transmitiendo".
Segundos antes del segundo ataque, Bazán se
disponía a subir al puente. "Me crucé con el médico, que me preguntó por
mi herida de la pierna. Y ahí se produce el impacto en el puente. Si el médico
no me hubiera parado, hubiese estado en el lugar de la explosión. Voy al
puente, no veo a nadie con vida, asumí que había muerto el comandante, sus
restos los encontraríamos después y nos abocamos a apagar los incendios,
mientras esperábamos un nuevo ataque", recuerda con precisión Bazán.
"Hubo que detener las máquinas por un problema
en el timón. Una hora después, el jefe de máquinas solucionó el problema y
volvimos a navegar. No se produjo un nuevo ataque; los ingleses veían las
llamas", dijo.
¿Hacia dónde ir?
La disyuntiva fue hacia dónde ir: a Malvinas o
hacia el continente. Primó la segunda opción, ya que la explosión había
destruido todas las cartas náuticas y los sistemas de navegación. Ir hacia las
islas suponía estar a merced de otro ataque inglés o desviarse y tal vez
terminar en la Antártida. Sólo contaban con un vigía en cubierta y con una
brújula terrestre que se confundía con los hierros de la nave. De algo estaban
seguros: que las olas venían del norte y hacia allá se dirigieron.
El Sobral tardó tres días en regresar al
continente, sabían que si se desataba una tormenta el buque no aguantaría
La navegación fue trabajosa. Hubo reiterados
incendios, y se debió cortar cables para evitar nuevos porque los matafuegos ya
estaban descargados. Así transcurrieron los días 3, 4 y 5, sin avistar la
costa. Para Bazán, "esos tres días no fueron nada fáciles. No sabíamos si
se podía desatar una tormenta, y el buque no aguantaría. Teníamos ocho heridos,
uno muy grave, los muertos, las medicinas estaban escaseando. Era una situación
muy precaria. Esa dotación fue extraordinaria, nadie flaqueó".
"Llegamos al continente sin que nadie nos
ubicara. Porque nos estaban buscando un poco más al norte de donde realmente
estábamos. Luego de varias horas de haber avistado la costa, hizo contacto un
helicóptero de la Fuerza Aérea. Esto fue al sur de Puerto Deseado", explicó
Fondevila Sancet.
"Hemos recibido su mensaje"
"Hubo un momento un poco emocionante",
remarcó. "Empezamos a transmitir por la red de emergencia. “para todas las
estaciones que nos escuchan”, cada cinco minutos. Un Cabo, en su Spika escucha
que un locutor dice “para el señor Gómez Roca, hemos recibido su mensaje”.
Sabían que estábamos. De pronto, el Teniente de Corbeta Casal cayó en la cuenta
de que no teníamos bandera, que se había perdido con el mástil en el ataque.
Pidió autorización para izar la bandera de guerra, que se ató a la pluma del
buque".
Eduardo Bazán y Sergio Bazán en Infobae. Los dos
sobrevivientes de los ataques británicos al Sobral relataron sus escalofriantes
vivencias durante la guerra de Malvinas (Santiago Saferstein)
"Llegamos justo. Cuando el helicóptero se
aproxima, lanzamos dos bengalas. La nave pensó que le estábamos abriendo fuego
y se alejó, para aproximarse muy lentamente. Bajaron una camilla por los
heridos. Luego un avión, con pasadas rasantes, nos indicó hacia dónde
dirigirnos. Pasamos junto al buque Cabo San Antonio. Formamos en puesto de
honores, demostrando que estábamos en un buque que seguía navegando",
relata Fondevila Sancet.
"Tuvimos ocho muertos, comenzando con el Capitán
de Corbeta Sergio Gómez Roca, que con su ejemplo impulsó a toda esa dotación.
Su decisión de ir a una zona de extremo peligro, pero con la intención de
tratar de rescatar a los pilotos, la premisa de todo marino es de no dejar a
nadie en el mar, eso se transmitió a toda la dotación", remarcó Bazán.
El día 5 de mayo de 1982, cuando se encontró el ARA
Sobral
Los otros caídos fueron el Guardiamarina Claudio
Olivieri; el Cabo principal Mario Alancay; el Cabo Segundo Sergio Medina; el Cabo
Segundo Elvio Tonina; el Cabo Segundo Ernesto Del Monte; el Marinero de 1ª
Héctor Dufrechou y el Conscripto Roberto D'Errico.
"Otro punto emocionante fue cuando
volvimos", recuerda Fondevila. "Repararon el buque, se improvisó un
nuevo puente y nos dirigimos a Puerto Belgrano. A los tres meses volvimos a
zarpar hacia Ushuaia. Y ahí a fin de año los conscriptos se iban de baja.
Despedirnos de ellos fue tremendo".
Homenaje inglés
Pasaron los años. En una oportunidad en que el Alférez
Sobral estaba anclado en Ushuaia, y era posible visitarlo, un inglés subió a
bordo. Antes de descender, dejó escrito en el libro de visitas: "Me
complació visitar esta hermosa nave con un espíritu de amistad y como señal de
respeto a los valientes hombres que tan bien sirvieron a su país en el ARA
Alférez Sobral en 1982".
Paul Hoddinott, el comandante de la HMS Glasgow
rindió homenaje al buque cuando lo visitó en Ushuaia: “Mi respeto a los
valientes hombres que tan bien sirvieron a su país en el ARA Alférez Sobral en
1982”, escribió
El visitante era el Almirante, ya retirado, Paul
Hoddinott, quien en la guerra de Malvinas era el comandante del destructor
Glasgow, de donde despegaron los helicópteros que habían protagonizado el
ataque.
El puente original del Sobral se exhibe en el Museo
Naval de Tigre y el barco, luego de tantos años de servicio, fue reclamado por
la provincia de Santa Fe para que sea museo, como un merecido homenaje de su
participación en la guerra de Malvinas y a aquella tripulación que también hizo
historia en el Atlántico Sur.
Fuente: https://www.infobae.com
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