Pese a las serias falencias con que contaba y la
desventaja para atacar, así fue el despliegue de la Fuerza Aérea entre el 2 de
abril y su histórico Bautismo de Fuego el 1º de mayo de 1982.
Abril de 1982. Operarios armando cañones de Mirage
en la Base Aérea Militar San Julián.
Abril de 1982. Base Aérea Militar San Julián.
Formación de la mañana de los pilotos de M5 Dagger y A4C.
Por Gustavo Córdoba
En la tarde del 1° de abril de 1982, el jefe de la
I Brigada Aérea de El Palomar, Brigadier Enrique Ramón Valenzuela, y el jefe
del Grupo 1 de Transporte Aéreo (GT 1), Comodoro Jorge Francisco Martínez,
citaron a los pilotos de la unidad y les informaron que, en pocas horas más,
debían despegar hacia la ciudad de Comodoro Rivadavia. El GT 1 debía ejecutar
una operación aerotransportada, participar en la ocupación del aeródromo de las
islas Malvinas y establecer un puente aéreo con el continente, a los efectos de
satisfacer los requerimientos emergentes de la situación.
Para su ejecución se elaboró un Plan de Operaciones
que comprendía cuatro fases: Alistamiento, Despliegue, Asalto Aéreo y
Sostenimiento. El material aéreo previsto estaba constituido por las siguientes
aeronaves: cuatro aviones Hércules C-130, para el traslado de personal y
material; cinco Fokker F-28, para el traslado de personal; un IA-50 Guaraní II,
para tareas de enlace y un Fokker F-27, para tareas de búsqueda y salvamento.
El primer C-130 en partir sería el TC-68, piloteado
por el Comodoro Carlos Beltramone, que despegó hacia Malvinas a las 05:15,
trasladando al Estado Mayor del Componente Aéreo del Teatro de Operaciones
Malvinas conjuntamente con los siguientes elementos y medios de la Fuerza Aérea
Argentina: un Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Fuerza Aérea, un
radar móvil, un equipo de control de transporte aéreo, una terminal aérea de
cargas, cajones con planchas de aluminio para la ampliación de la plataforma de
estacionamiento en el aeródromo de Malvinas, un escuadrón de Vigilancia y
Control Aéreo de la Fuerza Aérea y un escuadrón de Servicios Generales y
especiales de la Base Aérea Militar, a establecerse en el Aeródromo Malvinas
(AD MLV); como así también efectivos del Ejército.
Para ese entonces el Aeródromo Malvinas se
encontraba obstruido para el aterrizaje con máquinas viales y vehículos
volcados por los marines británicos. La remoción fue realizada por efectivos
del Regimiento de Infantería 25 (RI 25) y del Batallón de Infantería de Marina
2 (BIM 2).
En virtud de la situación táctica a las 08:30 el
Hércules TC-68 se constituyó en el primer avión que aterrizó en Puerto
Argentino. El resto de los C-130 y los F-28 arribarían ese mismo 2 de abril,
antes del mediodía gracias al rápido accionar del GOE que tras ocupar y revisar
el Aeródromo entregó las dependencias a los encargados de establecer los
servicios necesarios tanto para el funcionamiento del Aeródromo como para el
control del espacio aéreo en el ámbito de Malvinas.
PUENTE AEREO
A partir de ese momento los medios de transporte de
la Fuerza Aérea mantuvieron el puente aéreo entre el continente y Malvinas
además de realizar tareas de exploración y reconocimiento lejano entre otras
operaciones tácticas al este de las islas.
Por otra parte, en las Islas Malvinas se organizó
el Componente Aéreo del Teatro de Operaciones Malvinas (TOM), compuesto por los
siguientes elementos: el Comandante y su Estado Mayor, la Base Aérea Militar
Malvinas (BAM MLV), el Escuadrón del Grupo 2 de Vigilancia y Control Aéreo con
el radar Westinghouse AN/TPS-43F, el Centro de Información y Control (CIC), la
Compañía de la BAM Malvinas, el Escuadrón de Artillería Antiaérea Malvinas, el
Grupo de Operaciones Especiales (GOE), la Central de Comunicaciones de la
Fuerza Aérea, el Escuadrón Sanidad en BAM Malvinas y Hospital Puerto Argentino,
la Red de Observadores del Aire (ROA), un Escuadrón de doce aviones IA-58
"Pucará" y una Batería de Artillería Antiaérea.
En el continente se encontraba la Fuerza Aérea Sur
(FAS), a cargo del Brigadier Crespo con su Estado Mayor en Comodoro Rivadavia,
el cual comandaba las siguientes unidades operativas: Base Aérea Militar Trelew
(Escuadrón MK 62), IX Brigada Aérea en Comodoro Rivadavia (Escuadrón C-130,
Escuadrón Fénix y Escuadrón M-III), Base Aérea Militar San Julián (Escuadrón
A-4B y Escuadrón M-5), Base Aérea Militar Santa Cruz (Escuadrón IA-58), Base
Aérea Militar Río Gallegos (Escuadrón A-4B y Escuadrón M-III) y Base Aérea
Militar Río Grande (Escuadrón M-5). También se constituyó en el continente el
Comando Aéreo de Defensa (CAD), encargado de la defensa aérea continental,
compartiendo con la FAS aquellos medios aéreos aptos para la vigilancia y
control aeroespacial, como ser el Mirage III E.
Conforme a la doctrina de ese entonces los Comandos
de Material, Regiones Aéreas e Instrucción conformarían el Comando Logístico de
la Fuerza Aérea que debía apoyar con todos los medios disponibles a los
comandos creados recientemente para tal fin, así, por ejemplo, se desplegó
personal de distinta jerarquía y especialidad desde los Institutos de formación
a militar hacia las distintas bases desplegadas tanto en el continente como en
las Islas.
En esta fase, el peso de la operación caería sobre
el Comando Aéreo de Transporte, que tras ser reforzado con aviones civiles
desarrollaron un incesante puente aéreo; en tanto la aviación de combate se
instruía y capacitaba en tareas ajenas a su misión, el ataque a blancos
navales.
En tanto se mantenían las misiones de
responsabilidad primaria de la Fuerza Aérea: la defensa aérea tanto de los
centros de poder como de las unidades desplegadas en el continente, el
transporte en el continente, el puente aéreo a Malvinas, el reabastecimiento en
vuelo de las escuadrillas de combate, vuelos de velo y engaño para distracción
del enemigo y de rescate.
A esta actividad, se le agregarían luego una serie
de tareas de vital importancia que incluirían operaciones aeromarítimas tales
como las misiones para conocer la ubicación y composición de las formaciones
enemigas, y el ataque a objetivos navales de combate y de transporte o
logísticos de importancia estratégica para el devenir del conflicto.
EL BLOQUEO
El 12 de abril a las 04:40 de la madrugada comenzó
a hacerse efectivo el bloqueo británico, quien unilateralmente había declarado
la Zona de Exclusión Marítima (MEZ) con centro en Malvinas y en un radio de 370
kilómetros. Cualquier buque de guerra argentino o auxiliar de la Armada que
entrase en la Zona de Exclusión Marítima sería atacado por los británicos, y en
especial, por sus submarinos de propulsión nuclear.
Esto provocó un mayor esfuerzo para la Fuerza Aérea
pues al no existir un planeamiento posterior al 2 de abril, el Comando de
Transporte de la Fuerza Aérea debió satisfacer tanto lo requerido en el
continente para el traslado de unidades completas del Ejército Argentino y de
los escuadrones aéreos de combate en el sur del país como el puente aéreo
implementado. No obstante, durante todo el mes de abril se trasladó 5500 toneladas
de carga y 9800 hombres, totalizando 420 aterrizajes. Ello sin contar los
vuelos realizados desde el 2 de abril hasta el 1° de mayo con vuelos de
cabotaje al Teatro de Operaciones Sur (TOS) a través de los Boeing B-737 de la
empresa Aerolíneas Argentinas, operando desde el aeropuerto de Ezeiza; y BAC
1-11 de la empresa Austral, operando desde Aeroparque.
En ese escaso tiempo y conforme avanzó la
situación, finalmente las unidades de combate en el continente quedaron
desplegadas de la siguiente manera: BAM Trelew (Chubut) con seis aviones MK-62
Canberra; en la IX Brigada Aérea (Comodoro Rivadavia, Chubut), se concentraron
el Escuadrón de Transporte, integrado por siete aviones C-130 y dos KC-130, el
Escuadrón Fénix con cinco aviones Lear Jet LR-35; el escuadrón de búsqueda y
salvamento con aviones F-27, DHC-6 Twin Otter y helicópteros Bell 212CH-47
Chinook, y un escuadrón de caza interceptora compuesto por cuatro aviones
Mirage M-III E y cuatro M-5; en la BAM San Julián (Santa Cruz), un escuadrón de
caza y bombardeo, formado por quince aviones A-4C Skyhawk; y en la BAM Santa
Cruz con un escuadrón de ataque compuesto por ocho aviones IA-58 Pucará. En Río
Gallegos (Santa Cruz), se concentraron dos escuadrones de caza y bombardeo,
conformada por diez aviones A-4B y seis M-III y a la BAM Río Grande (Tierra del
Fuego), fueron trasladados ocho aviones M-V Dagger.
EL RETO DEL AIRE
Para la Fuerza Aérea la posibilidad de un
enfrentamiento era un tremendo desafío, ya que no se hallaba preparada
específicamente para el teatro de operaciones que se le presentaba; por lo
tanto, ni los sistemas de armas que disponía, ni el adiestramiento de su
personal estaban previstos para un conflicto de la naturaleza, del que se
avecinaba, eminentemente naval.
En el caso Malvinas, la distancia ofrecía graves
limitaciones por varios factores: precisión requerida en la navegación;
excesivo consumo de combustible; escaso tiempo disponible para encontrar la
zona de combate, identificar el blanco y combatir; probabilidad de meteorología
adversa en alguno o en varios de los segmentos de la navegación y especialmente
en el blanco; la fatiga propia de la travesía sumada a la tensión; y mayor
probabilidad de fallas, entre otras.
El problema de la distancia tenía consecuencias no
sólo en las probabilidades de causar efectos en cada operación de ataque, sino
también en la cantidad de misiones que se podrían disponer para cada
oportunidad. Pero, además, se hacía evidente que este factor impediría una
permanencia constante de los aviones de combate sobre las islas, de modo que la
defensa de las unidades militares quedaría supeditada a la Artillería Antiaérea
(AAe) como último recurso de la Fuerza Aérea para ejercer la Defensa
Aeroespacial.
Los aviones de combate estarían en condiciones de
alcanzar operativamente las Malvinas, en el límite de sus radios de acción. Se
confiaba en la aptitud y la actitud de los pilotos; no obstante, generaba
preocupación la falta de preparación para el combate aeronaval y la falta del
armamento adecuado para enfrentar a un adversario naval superior
tecnológicamente, con mejor equipamiento y, sin dudas, totalmente capacitados y
adiestrados para el combate aeronaval.
SERIAS FALENCIAS
En este sentido, la Fuerza Aérea contaba con serias
falencias y de gran importancia: escasez de material aéreo de gran autonomía,
falta de radares de exploración adecuados, falta de capacidad de
reabastecimiento en vuelo en los aviones M-V y M- III, limitada cantidad de
tanques de combustible expulsables. Existencia de sólo dos aviones
reabastecedores, falta de capacidad aire-aire de los Pucará o equipamiento
adecuado (mira, radar y misiles), limitado armamento de los helicópteros, falta
de equipos de detección de radares de tiro y de defensa contra misiles.
Limitada longitud de la pista de Puerto Argentino y su reducida plataforma,
falta de trajes anti-exposición para las tripulaciones. Falta de elementos de
visión nocturna, falta de armamento adecuado para la lucha aeromarítima.
Para subsanar esta cuestión, la Fuerza Aérea
Argentina acudió a la Armada Argentina y se realizó, en forma coordinada, una
serie de ejercicios con la intervención de los destructores misilísticos
Santísima Trinidad y Hércules del tipo 42, similares a los poseían las fuerzas
navales del Reino Unido. De estos ensayos surgió un procedimiento que era el
único que posibilitaba penetrar las defensas antiaéreas, descargar el armamento
y obtener posibilidades de escape exitoso. Este procedimiento se basaba en una
aproximación en vuelo rasante: el armamento estaría constituido por bombas, con
el correspondiente retardo para que no abatiera al propio avión atacante y el
escape también sería en vuelo rasante, hasta fuera del alcance de las armas del
buque. Todas las unidades de la Fuerza Aérea tenían adecuado adiestramiento en
procedimientos de tiro y bombardeo sobre objetivos terrestres, el cual incluía
realizar bombardeo rasante, pero sobre el mar nada era sencillo.
SITUACION TACTICA
Respecto de la situación táctica, la FAA poseía la
desventaja al atacar, no solo de la diferencia tecnológica sino además que el
oponente tenía perfectamente sectorizado del lugar dónde iba a surgir el ataque
debido a la escasez de autonomía.
Así pues, se previó el reabastecimiento en vuelo
con dos KC-130 para los A-4B y A-4C, lo que permitiría mejores alternativas de
aproximación a los objetivos y mayor tiempo de sobrevuelo de los blancos. Por
su parte, dado que ningún avión de combate de la Fuerza Aérea disponía de
equipos de alerta que le permitieran evitar el impacto de los misiles del
enemigo, habría que prever los procedimientos adecuados para reducir la
probabilidad de pérdidas.
La actividad de radar en la Fuerza Aérea Sur se
realizó a través de los medios pertenecientes al Grupo 2 de Vigilancia y
Control Aéreo que fueron asignados de la siguiente manera: un radar móvil en
los siguientes sectores de defensa aérea (material Westinghouse AN/TPS 43 - W
430): Comodoro Rivadavia, BAM Gallegos; Rio Grande (GRA) y Malvinas.
Posteriormente se agregaron, bajo control operacional de la FAS y operados por
personal de FAA, cuatro radares Cardion MK II Alert pertenecientes al Ejército
Argentino, los que fueron instalados en las siguientes bases aéreas: BAM Malvinas;
BAM San Julián; BAM Santa Cruz; en tanto que la IX Brigada Aérea funcionaba
como soporte y pañol de las anteriores -depósito de armamento, repuestos y
herramientas- de Malvinas.
Esta distribución permitió el control de los
vuelos, prácticamente en toda la costa y zona de responsabilidad, así como el
apoyo para el cruce entre las islas y el continente. El uso dado al radar fue
en general de detección, identificación, apoyo al control del tránsito aéreo y
apoyo a las misiones de combate.
ORDEN DE OPERACIONES
El 4 de abril, al mediodía, la Base Aérea Militar
Mar del Plata (BAM MDP) recibió la orden de operaciones del Comando Aéreo de
Defensa, que disponía el siguiente movimiento de baterías: una batería
Superfledermaus con cañones Oerlikon 35 mm al aeropuerto Puerto Argentino
procedente de la 1a Batería; una batería Superfledermaus con cañones Oerlikon
35 mm a la BAM Gallegos; dos cañones Oerlikon de 35 mm a la BAM Gallegos
procedente de la 1a Batería; una batería TCM de 20 mm a la IX Brigada Aérea
Comodoro Rivadavia. Por su parte, el jefe de la BAM Mar del Plata dispuso que
la 3a Batería con misiles de superficie-aire Roland, se destinara a Puerto
Argentino.
El reconocimiento de la zona permitió detectar el
terreno blando y húmedo, al punto de encontrar sectores intransitables. En
consecuencia, se decidió ubicar las zonas más elevadas y secas, encontrando un
sector apto de 300 por 200 metros, con visibilidad de 360 grados, quedando el
problema reducido a buscar el camino de acceso más fácil.
El 6 de abril, a las 08:45, aterrizó el segundo
C-130 trasladando la central de fuego, generadores, piezas de artillería y
munición. A las 15:00 se completó el emplazamiento de la central de fuego de
Artillería, fijándose la posición definitiva a 300 metros de la cabecera 27, 1500
metros al oeste del faro Penbroke, a 300 metros del mar del Norte y 300 metros
del mar del Sur. Debido a que la batería estaba en una península angosta
rodeada por playas, siendo fácil aislarla de Puerto Argentino, se tomaron
medidas para disponer una defensa de las posiciones hasta tanto se recibieran
refuerzos.
El Componente Aéreo de las islas contaba, dentro de
su organización, con el Centro de Información y Control (CIC), que era el
núcleo neurálgico para los ataques aéreos del oponente por ser el único sistema
organizado y equipado para concentrar, registrar, evaluar y distribuir datos
con rapidez; además de participar en el proceso de detección, identificación,
interceptación y destrucción de todo incursor enemigo. En la central operativa
del CIC se recibía y procesaba la información sobre la ubicación de aeronaves
en el aire y buques en superficie. Luego se procedía a realizar una
identificación aproximada de estos medios. Con el cuadro de situación aérea
general se podía alertar a las unidades sobre posibles incursiones aéreas, para
que cada mando pudiera adoptar las medidas necesarias. También se podía dirigir
a los aviones interceptores hacia las aeronaves enemigas, o advertir a los
tripulantes de aviones propios sobre la presencia de Patrullas Aéreas de
Combate (PAC) de la Fuerza de Tareas Británica (Task Force) y servir de guía
para evitar sus derribos.
El 29 de abril, doce aviones Pucará fueron
desplegados a la BAM Cóndor, a modo de prevención, dado que se esperaba un
ataque masivo a la BAM Malvinas. Para ello debían mantenerse a la orden del
CIC, para realizar tareas de reconocimiento ofensivo y ataque a objetivos
terrestres, en caso de que se necesitara, a fin de repeler cualquier intento de
desembarco por parte de las fuerzas de asalto de la Task Force.
En tanto, en el sur del continente se mantenían
tripulaciones en situación de alerta en tierra, con los aviones configurados
para misiones de interceptación, con misiles aire-aire (Shaffrir, Matra o
Magic). En las bases de despliegue no se descartaba una posible incursión aérea
o la más probable de comandos, contra instalaciones y material de vuelo. Como
medida preventiva se dispersaba parte de los aviones durante las horas
nocturnas.
ATAQUE BRITANICO
A las 19:30 del 30 de abril, el comandante aéreo
estratégico de la Real Fuerza Aérea (RAF) británica, Marshall Benthan, ponía en
ejecución la primera fase de la operación Black Buck (Carnero Negro), que
consistiría en una serie de incursiones de largo alcance, aproximadamente 13000
kilómetros de distancia entre ida y vuelta, con reabastecimiento en el aire por
aviones cisterna Handle Page Victor.
En consecuencia, dos bombarderos Avro 698 Vulcan,
comandados por el Mayor Reeve y el Capitán Withers, despegaron del aeródromo de
la isla Ascensión cargados, cada uno, con veintiuna bombas de 1000 libras,
aproximadamente unos 454 kilogramos, con el objetivo de inutilizar la BAM
Malvinas. De los dos bombarderos, sólo el Vulcan del Capitán Withers pudo
continuar, el Vulcan del Mayor Reeve sufrió un desperfecto de presurización a
poco tiempo de despegar, teniendo que abortar la misión y regresar a la base en
la isla Ascensión.
El Capitán Withers alcanzó su objetivo a las 04:40
del 1° de mayo, pero con dificultad, al tener que bombardear desde una altura
considerable para no ser alcanzado por la artillería argentina. Finalmente, de
las bombas lanzadas sólo una logra impactar sobre el borde de la pista de
Puerto Argentino, a cuarenta metros de la cabecera 08, provocando un daño menor
que fue rápidamente reparado por el personal de la Fuerza Aérea.
A su vez, la operación Black Buck fue apoyada por
aviones de caza British Aeroespace Sea Harrier FRS.1 (FRS indica ataque,
reconocimiento y bombardeo en inglés) volando desde los portaaviones británicos
que navegaban en el Atlántico Sur.
Al mismo tiempo, la artillería antiaérea argentina
se aprestaba a repeler los ataques de las aeronaves incursoras enemigas. En una
de estas acciones, el Cabo Principal Almada dispara en ráfaga desde su puesto y
logra derribar a uno de los cazas Sea Harrier. Sin embargo, esta primera
instancia se cobra las vidas de los Soldados Héctor Ramón Bordón y Guillermo
Ubaldo García, quienes se desempeñaban como centinelas de la Policía Militar de
la Fuerza Aérea y se encontraban destinados a la vigilancia del aeródromo.
A las 04:43, el comando FAS en el continente
impartió la orden de máxima alerta a sus unidades de combate desplegadas.
Asimismo, luego de haber recibido las informaciones del ataque inicial enemigo,
y ante la apreciación de que se producirían nuevas incursiones aéreas sobre los
objetivos terrestres en Malvinas (radares y otras posiciones defensivas en
Puerto Argentino), se ordenó el apresto de las secciones de aeronaves
interceptoras Mirage M-III y M-V asentadas en los aeródromos de Río Gallegos,
Río Grande y San Julián, armadas con misiles aire-aire Magic, Matra, Shaffrir y
cañones, con la misión de dar cobertura a las posiciones argentinas mediante el
combate aéreo con las aeronaves incursoras. Los pilotos argentinos esperaban
las órdenes para entrar en acción. Comenzaba así, el Bautismo de Fuego de la
Fuerza Argentina.
Fuente: http://www.laprensa.com.ar
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