Ninguna acción militar puede ser exitosa cuando se
parte de premisas estratégicas erróneas, como sucedió en la guerra del
Atlántico Sur
A 37 años de la Guerra de las Malvinas, aún resuena
la interpretación de que sufrimos una derrota militar sin atenuantes, a causa
de la incapacidad e imprevisión de las Fuerzas Armadas.
Ante todo, cabe recordar que quienes decidieron la
guerra lo hicieron partiendo de tres premisas: que el Reino Unido no
reaccionaría militarmente para recuperarlas; que, en caso de hacerlo, los EEUU
no los acompañarían, y que, de hacerlo, Rusia y China iban a intervenir desde
el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para impedir esta intervención.
Esta compleja apreciación estratégica desconocía
dos premisas diferentes: por un lado, la histórica alianza entre los EEUU y el
Reino Unido, y por el otro, el hecho de que la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), en la que el Reino Unido era la segunda potencia, no
podía aceptar que su peso y su rol de disuasión se vieran mundialmente
afectados por una derrota frente a la Argentina.
Ninguna acción militar puede ser exitosa a partir
de premisas estratégicas erróneas y esto es lo que sucedió en la Guerra de las
Malvinas.
Para sorpresa de muchos, el desempeño militar de
las Fuerzas Armadas argentinas mostró logros importantes, que han sido más
reconocidos fronteras afuera que dentro del país. Uno de los generales
británicos que combatió en las islas escribió un libro sobre el conflicto cuyo
título es por demás elocuente: No fue un picnic. Se refería al hecho de que
había sido un conflicto cruento y que ganar esta guerra implicó un esfuerzo
importante y atravesar momentos muy difíciles.
Si, a comienzos de 1982, se hubiera realizado un
ejercicio teórico acerca de cuántos días de combate podía sostener una brigada
del Ejército Argentino integrada por soldados conscriptos, enfrentada a otra de
la segunda potencia militar de la OTAN, la respuesta hubiera sido que pocos
días. Sin embargo, combatieron valerosamente durante más de un mes y medio.
Los estudios realizados, entre otros, por
estadounidenses, británicos y rusos sobre este conflicto militar, lejos de
concluir que la actuación argentina fue desastrosa, revalorizan la actuación y
el rol de nuestras fuerzas.
Algo similar ha sucedido con el llamado Informe
Rattenbach, ordenado por la última Junta Militar, que sustituyó a la que
decidió ir a la guerra.
Este informe, que investigó las responsabilidades
en el conflicto bélico, fue difundido parcialmente durante el gobierno de Raúl
Alfonsín. En los párrafos elegidos para ser difundidos en aquel momento, se
daba una visión crítica de la actuación militar argentina. A comienzos del
siglo XXI se hizo público el informe en su totalidad. La lectura del documento
completo muestra una valorización positiva de lo actuado por las Fuerzas
Armadas argentinas en el enfrentamiento.
Reconoce errores en la conducción, especialmente la
falta de una acción conjunta efectiva, pero al mismo tiempo destaca y pondera
la valentía, decisión y voluntad con la cual cumplieron su misión la mayoría de
los integrantes de las Fuerzas Armadas argentinas que participaron en el
conflicto.
En conclusión: la Guerra de las Malvinas se perdió
por una conducción estratégica equivocada y no por falencias, limitaciones o
errores del personal que integraba las Fuerzas Armadas en aquel momento, el
que, pese a las enormes dificultades enfrentadas, fruto en gran parte de una
inocultable disparidad, sobresalió por sus capacidades y logros en una
actuación que los argentinos debemos revalorizar.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar
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