Por Juan Bautista Yofre
2 de abril de 1982: la foto de Rafael Wollmann que
dio la vuelta al mundo. Un buzo táctico argentino y los marines británicos con
los brazos en alto
El martes 6 de abril por la tarde la revista Gente
apareció un día antes en los kioscos. En su tapa se publicaron las fotos de
soldados argentinos apuntando con sus armas a marines ingleses, con las manos
en alto, en señal de rendición o tirados boca abajo en el pavimento.
"No los subestimamos, pero pueden pasar el
papelón del siglo", dijo una fuente naval argentina, cuando comentó el
envío de la flota británica a las Malvinas.
Más tarde, el General de brigada Ramón J. Camps
dijo que la flota inglesa estaba integrada de "chatarra".
"Un solo submarino atómico está en condiciones
de hacer papilla a toda la flota argentina", pareció responder una fuente
de la inteligencia británica desde Londres, según publicó Clarín el miércoles 7
de abril.
Desde Washington, Ronald Reagan anunció la gestión
pacificadora de su país en el conflicto del Atlántico Sur.
El miércoles 7, el General de brigada Mario
Benjamín Menéndez asumió en Puerto Argentino como gobernador de las islas
Malvinas, Sándwich del Sur y Georgias del Sur. La ceremonia fue transmitida
desde el Town Hall por cadena nacional de radio y televisión, aunque por
desperfectos técnicos las imágenes no se vieron y sólo se escuchó el audio. Con
la presencia del Ministro del Interior, General Alfredo Saint Jean, el
juramento se lo tomó el comandante del Teatro de Operaciones, General Osvaldo
García. Estuvieron presentes en la ceremonia una delegación representativa de
la dirigencia política, sindical y empresaria de la Argentina.
El mismo día, Gran Bretaña declaró que "las
naves de guerra argentinas que se encuentran dentro de las 200 millas náuticas
de las Islas Malvinas, después de las 04.00 GMT del lunes 12 de abril, corren
el serio riesgo de ser atacadas".
Izamiento de la bandera argentina por el nuevo
gobernador Mario B. Menéndez (foto del archivo del general Menéndez)
El bloqueo inglés se ponía en marcha. La Argentina
respondió estableciendo oficialmente el "Teatro de Operaciones del
Atlántico Sur" (TOAS), bajo la jefatura del Vicealmirante Juan José
Lombardo y convocó a las reservas de las FF.AA.
El jueves 8, el Secretario de Estado de los Estados
Unidos, Alexander Haig, llegó a Londres, dando comienzo a su gestión de
asistencia. Habló con Margaret Thatcher cerca de cinco horas. Más tarde dijo
que se había quedado "impresionado con la firme determinación del gobierno
británico" de recuperar las Malvinas.
En síntesis, en un memorando para el presidente
Ronald Reagan, fechado el 9 de abril, informó que "la primera ministra
está convencida de que ella caerá si (nos) concede cualquiera de los tres
puntos básicos que envió al Parlamento:
- Inmediata retirada de las fuerzas argentinas.
- Restauración de la administración británica en las islas.
- Preservar la posición de que los isleños puedan estar capacitados para ejercer la autodeterminación".
Mientras en Buenos Aires los voceros oficiales
dejaban trascender que las maniobras militares del Reino Unido eran un
"bluff" para negociar con mayores posibilidades de réditos, en
Washington los embajadores de los 10 países de la CEE pidieron el retiro de las
tropas argentinas de las Malvinas.
En una decisión que ampliaba los preceptos
soberanos de la Argentina en las islas, y antes de que llegara el mediador
Haig, a partir del jueves 8 los comerciantes de las Malvinas fueron obligados a
recibir moneda argentina. Hasta ese momento la libra malvinense o el dólar eran
las únicas formas de pago en los negocios.
"Las autoridades argentinas solicitaron a los
comerciantes que reciban el dinero argentino, al cambio del momento",
informó la agencia TELAM. En Buenos Aires, los propios argentinos no sabían
cuál era el cambio del "momento".
La junta militar: Leopoldo Galtieri, Basilio Lami
Dozo y Jorge Anaya
El 9 de abril de 1982, a las 19 horas, se reunieron
en la sede del Estado Mayor Conjunto, sobre la avenida Paseo Colón, los
integrantes del Comité Militar con la presencia del canciller Nicanor Costa
Méndez.
Al negociador argentino se le impusieron
condiciones de acero, que aceptó, y para asegurarlas bien los integrantes del
Comité Militar (COMIL) analizaron las "Bases para la Negociación a ser
expuestas ante el Sr. Haig", según se dice en la Memoria de la Junta,
preparado por "el Equipo de Trabajo integrado por los funcionarios de más
alta jerarquía de la Cancillería y tres los oficiales superiores".
El documento tiene 8 páginas donde se asentaron los
fundamentos históricos y políticos de la decisión del 2 de abril. El trabajo,
entre una veintena de puntos, algunos claramente extorsivos, aconsejaba decirle
al Secretario Haig que:
- El "vuelco de la opinión pública o buena porción de ella en contra de quienes defienden una causa impopular, como es el colonialismo, de un país europeo en América" podría conducir a que "EEUU y Occidente perderían un importante aliado en el Atlántico Sur", porque "la actitud estadounidense de apoyar a Gran Bretaña podría ser hábilmente explotada por China y la URSS a su favor".
- "Este conjunto de circunstancias no sólo perjudicará el diálogo Norte-Sur, sino que, más grave aún, empujará a una nación como la Argentina a un área no occidental, con todo lo que ello implica en el ámbito político internacional, teniendo en cuenta el peso que puede tener la República Argentina en América Latina, lo que significaría el resquebrajamiento, hasta incluir la ruptura del sistema de seguridad hemisférica occidental".
Al mismo tiempo el Comité Militar decidió reforzar
con más tropas las Malvinas, antes de que comenzara a regir el 12 de abril el
bloque anunciado por Gran Bretaña.
Destinó a Malvinas: Batallón de Infantería de
Marina N° 5, Batallón Antiaéreo, la Brigada de Infantería X y la Compañía de
Ingenieros Anfibios, entre otros. Y a través del Acta Nº 10 "M"/82 se
autorizó "el minado defensivo en la zona de Malvinas".
"De General a General"
El 10 de abril de 1982, cerca del mediodía,
Leopoldo Galtieri se encontró con Haig para hablar "de General a General,
puesto que hay una hermandad entre los hombres de armas y muchos valores en
común que hacen que la conversación franca sea más fácil entre nosotros",
dijo Galtieri.
Luego realizó una introducción en la que sostuvo,
entre otros conceptos, que "el 2 de abril se recuperó lo que sabemos
legítimo y por más que Gran Bretaña envié la flota naval y 5000 Marines, los
esperaremos con todos los honores. El Reino Unido intenta repetir su actitud
colonial del siglo pasado y como en los años 1806 y 1807, el pueblo argentino
responderá con algo más que aceite hirviendo, ya que lo hará con todo su poder
militar".
Detalle de documento que relataba el encuentro de
Galtieri con Haig
El Secretario de Estado escuchaba atentamente
mientras el General Vernon Walters le traducía. Luego, Alexander Haig comenzó
agradeciendo el recibimiento privado y, según consta en la Memoria de la Junta
Militar, "se refirió a haber comprendido la lucha argentina contra la
subversión que sus predecesores no entendieron; reconoció los sacrificios y
concesiones argentinas; indicó que sabía de las decisiones de la URSS a partir
de 1978 por la debilidad demostrada por los EEUU; agregó que los militares
argentinos condujeron con éxito la lucha antisubversiva a pesar de la
irracional e ilógica crítica internacional; aseguró no haber provisto a Gran
Bretaña de información y se manifestó de acuerdo con la operación argentina
desde el punto de vista militar".
Galtieri manifestó que se había ordenado una
operación incruenta en la medida de lo posible a efectos de evitar daños a
ciudadanos británicos y que por ello las bajas habían sido sólo argentinas.
Margaret Thatcher y Alexander Haig, mediador en el
conflicto entre el gobierno de la Junta Militar y la dama de Hierro de Gran Bretaña
Haig a renglón seguido habló de los problemas
existentes en México, Nicaragua y El Salvador y que apreciaba que la relación
de su país con la Argentina era buena y que no permitiría que "1000
pastores escoceses provocaran una alteración en el continente" y por
último agradeció, en nombre del Presidente Ronald Reagan, la "cooperación
argentino norteamericana".
Sin identificar esa cooperación, está claro que se
refería al grupo militar argentino que "asesoraba" desde Honduras a
los "contras" que peleaban al régimen sandinista.
Galtieri aprovechó para contarle que había llegado
a la Argentina el embajador de Cuba pero que todavía no había conversado con
él, y Haig respondió que el interés cubano por el caso Malvinas "aumentaba
la tragedia" de lo hecho por Margaret Thatcher; que, sin embargo, la
Señora Thatcher era el líder vigoroso que apoya a los EEUU en la actualidad y
que se la había arrinconado en el caso Malvinas.
Luego el Secretario Haig mencionó que la posición
que había adelantado la Señora Thatcher constituía un ultimátum. Que, como
primer paso, era necesario emprender la retirada de las fuerzas argentinas,
pues sin retirada no habría ningún tipo de negociaciones. Adelantó que, frente
a esta postura, él había informado a la Señora Thatcher que EEUU no podía
apoyarla.
Luego, Haig dijo que si la flota británica
continuaba avanzando las emociones crecerían y el conflicto escaparía de todo
control. Asimismo, señaló que él creía tener las bases para la solución del
caso, agregando que no podría volver a Londres con una proposición de soberanía
argentina, pues sería rechazada. Por ello consideró que el tema de la soberanía
no habría que mencionarlo. Galtieri manifestó que no era materia de negociación
la soberanía argentina y que cualquier otra cosa podía ser objeto de ella.
Galtieri adelantó una advertencia: "Le diré
sólo una vez y luego no volveré a repetirlo. En cuanto a la Argentina
concierne, no existe ninguna duda con respecto a nuestra soberanía en las
islas. Estamos dispuestos a negociar sobre cualquier otro punto".
La respuesta del Secretario de Estado fue que, si
insistía en la permanencia de un gobernador argentino en las Malvinas, habría
guerra. Y que en ese caso los británicos "poseían una fuerza mayor que la
de los argentinos y que lograrían una victoria en caso de desatarse las
hostilidades".
Galtieri y Alexander Haig en la reunión donde
conversaron “de General a General” (Foto: Víctor Bugge)
Galtieri previno que el conflicto podía extenderse
porque "comprometía a muchas naciones" y "que habría que
estudiar la posibilidad de supuestos hundimientos por submarinos… siempre sería
adjudicado a Gran Bretaña pese a que lo podría efectuar o la URSS o la
República Popular China".
Esto se dijeron, "de General a General":
Galtieri: Sr. General, hablando como militar le
digo que es conveniente que no nos cerquen. Como profesional usted sabe que si
es cercado deberá romper el cerco.
Haig: Pero yo sé que eso significaría hacer algo de
lo que usted no participa ideológicamente.
Galtieri: Precisamente por eso reitero la necesidad
de que no nos cerquen.
A renglón seguido Nicanor Costa Méndez hizo
referencia a los años de negociación y a que en 1968 se estuvo a punto de
llegar a un acuerdo acerca de la soberanía, pero fue interrumpido por el jefe
de la delegación de los EEUU.
Haig: Nada de esto tiene que ver. El tema es
político tanto en Londres como en Buenos Aires. Es necesario buscar una
solución en ambas capitales. Y agregó: "Los hechos son así".
A las 12.52 en un helicóptero militar que despegó
del helipuerto de la Casa de Gobierno, Haig y Dick Walters se retiraron hacia
el Aeropuerto Metropolitano y de allí en automóvil hasta la residencia del
embajador Schlaudeman.
En el ínterin el piloto sobrevoló la Plaza de Mayo
por "sugerencia" de las autoridades argentinas para que pudieran
observar el apoyo que suscitaba la causa de Malvinas. En el ánimo de Haig el
espectáculo provocó una reacción contraria.
El embrujo del balcón de la Casa Rosada
A las 13.20 Galtieri salió a uno de los balcones de
la Casa de Gobierno, acompañado por sus principales colaboradores y pronunció
un discurso. En un momento, parte de la multitud comenzó a corear:
"A gritar, a gritar, si quieren las Malvinas
que las vengan a buscar".
Y frente a las exigencias de la multitud, Galtieri
atizó el conflicto:
"Si quieren venir que vengan, les
presentaremos batalla. En esto tenemos la solidaridad de varios pueblos
americanos que están decididos a dar batalla con los argentinos".
Galtieri en el balcón de la Casa Rosada saludó a la
multitud que lo vitoreaba
Antes de iniciar sus encuentros en Buenos Aires, la
mirada de Alexander Haig, sobre Galtieri, sus colaboradores, su régimen y la
Argentina era algo que a la distancia tiene mayor valor y ayuda a comprender lo
que habría de suceder.
En pocas palabras, el mediador entendía que el
presidente argentino se encontraba en una posición difícil que trataba de
solucionar una situación que él no había creado. "La aventura de las
Malvinas era una operación eminentemente naval, concebida e impuesta a la
Junta." Una operación planificada secretamente, tal es así que
"cuatro de los cinco comandantes del Ejército no estaban en antecedentes
de la inminente invasión".
"Cuando Galtieri se encontró ante el hecho
consumado, y una situación imposible de mantener, trató de preservar el honor y
la seguridad de su país, cuidando al mismo tiempo de salvar su propia situación
para no perder el poder y caer en desgracia, carecía de autoridad. […] A pesar
de su actitud arrogante no era un hombre libre, ni política ni
diplomáticamente", escribió más tarde el Secretario Haig en sus Memorias.
Las condiciones argentinas
El 10 de abril por la tarde las negociaciones entre
los funcionarios del Palacio San Martín y la delegación estadounidense se
desarrollaron a partir de un documento que elaboró el Departamento de Estado al
iniciar su gestión de buenos oficios.
Luego de numerosas horas de reuniones, en el
Palacio San Martín y en la Casa de Gobierno, Alexander Haig dejó Buenos Aires
el domingo 11 a las 9.30 de la mañana, tras escuchar misa en la iglesia del
Santísimo Sacramento. Viajó a Londres para considerar con el gabinete británico
los puntos conversados. Los títulos de los diarios expresaban el momento que se
vivía: "No se llegó a ninguna solución, aunque el diálogo se
mantiene", resaltó La Nación a toda página en su edición del domingo 11 de
abril.
El canciller Nicanor Costa Méndez le entregó un papel
con “las exigencias de la Argentina” al enviado de Reagan. El paper decía todo
lo contrario a lo que se había hablado en la Casa Rosada (Foto: Víctor Bugge)
En Ezeiza el canciller argentino le entregó un
papel que contenía los 5 "puntos básicos" argentinos. Según relató
Alexander Haig en sus Memorias, Costa Méndez "me entregó un papel.
Contenía algunos pensamientos propios, me dijo. Esperaba que los leyera en el
avión. Una vez en el aire, hojeé los papeles que me entregara. Contenían
opiniones contrarias a lo que habíamos logrado en la Casa Rosada la noche
anterior".
Las condiciones argentinas
Las principales exigencias del canciller argentino
eran:
1- El gobernador de las Islas debe ser designado
por el gobierno de la Argentina. La bandera deberá continuar flameando en las
islas.
2- Deberán otorgarse seguridades al gobierno
argentino que al finalizar las negociaciones se reconocerá la soberanía
argentina. Cualquier fórmula que implique que la soberanía está siendo
negociada debe ser evitada.
3- El proyecto de acuerdo debe ser compatible con
los elementos mencionados anteriormente.
Después de leerlos, Haig le dijo a Costa Méndez
telefónicamente que creía que la presente situación podía determinar la caída
tanto del gobierno inglés como del argentino y le reiteró su "grave
preocupación por una posible convocatoria del Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (TIAR) porque esto causaría graves problemas a su
gobierno".
El encuentro de Galtieri con el embajador cubano
El embajador castrista Emilio Aragonés Navarro
llegó a Buenos Aires el 9 de abril y al día siguiente a las 13.45 entró al
despacho personal de Galtieri. Ese día, el presidente de facto había estrenado
su sistema de grabación con grabador de cinta abierta. A pesar del ruido ambiental
y de las bocinas de los automóviles, afuera se encontraba gran parte de la
muchedumbre en la Plaza de Mayo, se pudo escucharlo que hablaron a puertas
cerradas:
Emilio Aragonés Navarro con Ernesto Guevara durante
una visita a la Unión Soviética
Embajador: He venido a decirle que Cuba va a hacer
lo que ustedes determinen, hasta dónde ustedes quieran ustedes llegar va a
llegar Cuba…
Galtieri: Dígale a Castro que más allá de las
diferencias que tenemos se puede conversar. Yo le agradezco este sentimiento y
solidaridad americana, latinoamericana, somos latinos. En buena medida tenemos
diferencias…
Embajador: Somos integrantes de una misma familia,
pero un país diferente.
Galtieri: Tenemos diferencias, pero son todas
discutibles y conversables, pero le agradezco el gesto. Este gesto la Argentina
no lo va a olvidar.
Embajador: Pero este gesto se puede convertir en
hechos. Es lo que yo quiero que usted lleve con toda claridad. Esto es una
proposición muy cuidadosa pero detrás de esto está la voluntad de hacer lo que
haya que hacer…enviarle un submarino y hundirle un barco…cualquier cosa…
Galtieri: la Argentina no lo olvida ni ahora ni lo
va a olvidar por muchos años…
Embajador: Me gusta porque eso obliga… aunque sea
privado nomás…
Fuente: https://www.infobae.com
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