Los informes confidenciales que la Unión Soviética
le entregó a la junta Militar de la dictadura durante el conflicto armado de
1982 se convirtieron en el secreto mejor guardado de la guerra. Nadie debía
saber que los soviéticos pasaban información clasificada. La intervención de la
CIA, los espías rusos y cómo los satélites rusos detectaban a los barcos de la
Royal Navy para que fueran atacados por los pilotos argentinos
Por Mariano Sciaroni
El documento secreto de 1982: “Reacción soviética a
la crisis de las islas Falklands”
No se puede definir mejor a la relación que mantuvo
la Argentina con la Unión Soviética durante el Proceso, como lo hizo Tato
Bores. El genial humorista señaló que la Junta Militar era "anticomunista
prosoviética". Ningún analista internacional fue tan preciso.
La dictadura que se inició en el año 1976 tenía una
matriz ideológica de derecha, pero necesitaba de los países del Este como
mercados alternativos para colocar la producción agrícola-ganadera del país,
tanto que hasta motivó parcialmente la negativa del gobierno militar a plegarse
al embargo cerealero que los Estados Unidos realizó sobre la Unión Soviética
con motivo de su intervención en Afganistán.
Con estas contradicciones, el flujo comercial entre
ambos países crecía, Argentina recibía a artistas e intelectuales del bloque
del Este, las selecciones de fútbol de ambos países se visitaban, se permitía
que existiera el Partido Comunista Argentino y que la agencia noticiosa TASS
siguiera teniendo una corresponsalía.
Pero, por otra parte, la Armada Argentina les
disparaba a pesqueros soviéticos, en unos lamentables sucesos ocurridos en el
Mar Argentino en 1977, el país se sumaba al boicot de los Juegos Olímpicos de
Moscú y condenaba ampliamente la invasión de Afganistán.
Se trataba, realmente, de una relación agridulce
entre ambos países.
"Los soviéticos ofrecieron armamentos, barcos,
aviones y misiles, entre otras cosas, además de información de inteligencia.
Las armas nunca llegaron, pero sí los informes de los espías"
El primer contacto con diplomáticos de la Unión
Soviética en lo que hace a la cuestión Malvinas ocurrió el mismo 2 de abril,
día de la recuperación, cuando el embajador Serguei Striganov fue citado por el
Canciller argentino Nicanor Costa Méndez. Ese día también hubo una reunión en
Moscú entre el embajador argentino y altas autoridades soviéticas.
En ese momento se intentaba explicar a las
autoridades del bloque oriental los motivos de la recuperación y,
principalmente, obtener un veto de la Unión Soviética en las Naciones Unidas de
cualquier resolución que intentara privilegiar los intereses británicos.
Claramente, lo último no se logró por una excesiva cautela soviética en un
problema que veía ajeno a su área de interés.
Sin embargo, esas reuniones fueron también el punto
de partida para contactos en altas esferas. A partir de ese momento, y en plena
guerra fría, la Argentina y la Unión Soviética compartieron algo especial: un
enemigo.
Poco después comenzaron a llegar variadas ofertas
soviéticas, tanto de armamentos, barcos, aviones y misiles, entre otras cosas,
como de información de inteligencia.
"La Junta consideró que, si los soviéticos
terminaban interviniendo directamente en el conflicto de Malvinas, también lo
haría los Estados Unidos a favor de Gran Bretaña. Y que eso posiblemente podría
escalar hacia la III Guerra Mundial"
La Cancillería argentina realizó un interesante
análisis de la "alternativa soviética" durante ese mes de abril. Allí
se indicó que "no resulta aconsejable, como estrategia principal",
debido a los riesgos inherentes a la propuesta, se decía, perder la identidad
nacional y posible falta de efectividad de cualquier apoyo de aquel país. Sin
embargo, se indicaba que "no debía ser descartada ni desalentada", en
tanto servía como contrapeso a las presiones de los Estados Unidos y Gran
Bretaña en el tema Malvinas.
La lectura que hacía los Estados Unidos del
acercamiento argentino a la Unión Soviética, tanto por lo que se conocía a
través de los medios de prensa como por lo que obtenía de sus canales de
inteligencia, era que hacía peligrar la seguridad hemisférica.
El 14 de abril, el presidente norteamericano Ronald
Reagan ya había expresado: "Me gustaría que ellos, los soviéticos, dejen
de entrometerse en el conflicto Malvinas".
Al día siguiente, se reunía Lawrence Eagleburger,
Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos y número tres de la Secretaría
de Estado, con el embajador británico Nicholas Henderson. El estadounidense le
señaló los temores de su país de una participación soviética más activa en el
tema Malvinas. Es más, indicó que "temían que los soviéticos participaran
de actividades militares", algo que conmocionó al interlocutor inglés.
La situación en la Argentina cambió el 1° de mayo
de 1982, cuando los británicos dejaron en claro que combatirían por las islas,
por lo cual se analizaron nuevamente los ofrecimientos de la Unión Soviética.
La Junta militar: el Almirante Jorge Isaac Anaya,
el General Leopoldo Fortunato Galtieri y el Brigadier Basilio Lami Dozo
A mediados de mayo el jefe de la Fuerza Aérea, Brigadier
Basilio Lami Dozo, le dijo a un interlocutor norteamericano que "los
soviéticos ofrecían equipos militares y asistencia a precios moderados, pero el
dinero es sólo parte del precio y la Argentina jamás pagará ese precio".
El "precio" al que se refería Lami Dozo
tenía que ver con la demanda final soviética para proveer armas, la cual había
sido realizada al presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri a principios
de mayo por el embajador Striganov.
La misma consistía en:
- La inmediata retirada de los asesores argentinos de América Central.
- La abstención de vetar contra la Unión Soviética en las Naciones Unidas, cuando se trataran temas como la ocupación de Afganistán.
- Se daría autorización a los soviéticos para construir pesquerías en Ushuaia.
- La Argentina cesaría de apoyar a la junta militar de derecha del General Torello en Bolivia.
El Almirante Jorge Anaya, Jefe de la Armada,
pensaba en términos similares. En abril había expresado que "nunca,
repito, nunca volvería hacia la Unión Soviética. Traicionaría todos los
sentimientos que mantuve durante toda mi vida".
Así, la Junta no pudo más que reiterar la
"imposibilidad política de recurrir a la asistencia militar
soviética", agregando la percepción que, si los soviéticos terminaban
interviniendo directamente, también lo haría los Estados Unidos a favor de Gran
Bretaña. Y que ello posiblemente escalara hacia la III Guerra Mundial.
Más allá de todo, los equipos militares nunca
llegaron. Como escribió el reconocido periodista moscovita Sergei Brilev:
"Nunca llegaron armas soviéticas a la Argentina, eso es un mito".
Pero sí se aceptó, muy disimuladamente, cierta
información de inteligencia.
El "amigo invisible" y el "ojo
mágico"
El problema argentino no era menor, ya que se
carecía de medios efectivos para hacer un seguimiento en alta mar de la flota
británica, algo que resultaba vital para proceder correctamente tanto en el
campo militar como en el diplomático.
Tal es así que dos Brigadieres de la Fuerza Aérea
Argentina habían concurrido a Washington, el 12 y 13 de abril, para pedirle a
los mismos norteamericanos que suministraran esa información. El argumento fue
que sabían que estaban ayudando a los británicos y, en tanto resultaban
neutrales, según afirmaban, debían de alguna forma compensar a la Argentina. Además,
dijeron que si no aceptaban, lo cual fue claramente de ese modo, recurrirían a
la oferta soviética. Y así fue.
"Documentos
muestran cómo se detectó a lo largo de todo el conflicto a los principales
buques británicos, y cómo algunas de las misiones de la guerra, incluso el
ataque al portaaviones Invencible- se apoyaron en datos que la Unión Soviética
suministró"
Poco después, se le suministró al Agregado Militar
de la Embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en Buenos
Aires, Coronel de tanques Valentín Livtonchicov, una de las escasas líneas de
teléfono de la embajada para que pudiera establecer su vínculo con altas
autoridades de la Fuerza Aérea.
La información empezó a fluir.
Desde un Centro de Control en Moscú la información
llegaba al télex de la embajada soviética en Buenos Aires y, en sobres cerrados
y previas coordinaciones dignas de películas de espías, disimuladamente se les
enviaba a oficiales de la aeronáutica.
No se entregaban imágenes, por razones técnicas,
según los soviéticos, sino datos de objetivos de interés militar en cifras
coordenadas.
Las carpetas de la Dirección de Estudios Históricos
de la Fuerza Aérea Argentina muestran hoy cómo se detectó a lo largo de todo el
conflicto a los principales buques británicos, y cómo algunas de las misiones
de la guerra, incluso el ataque al portaaviones británico HMS Invencible, se
apoyaron en datos que la Unión Soviética suministró.
30 de mayo de 1982 por la mañana. Posición real del
PAL Invencible, posición del buque según el “Amigo Invisible” y posición de
diversos buques pesqueros de la URSS y polacos (PL) en la zona de operaciones.
Esos pesqueros también efectuaban tareas de inteligencia
Pero no fueron todas las misiones: el Jefe de
Inteligencia del Comando de la Aviación Naval (COAN) durante el conflicto,
rebatió enérgicamente un artículo periodístico que indicaba que la información
satelital soviética permitió ciertos hundimientos de buques británicos:
"No hubo participación extranjera en la obtención de las posiciones de los
buques Sheffield, Coventry y Atlantic Conveyor", los cuales terminaron
hundidos.
Para la Fuerza Aérea esta información la daba el
"Amigo Invisible", mientras que en ciertos documentos navales se la
cita como proporcionada por el "Ojo Mágico". Solo un círculo muy
pequeño conocía esta colaboración y jamás se dejaba constancia sobre su origen.
Más críptico aún, a los iniciados se les decía
únicamente que la información provenía de "fuentes confiables". Y
punto.
Los satélites que "espiaban" a la flota
británica
La información recibida era recolectada por
diversos medios que se encontraban muy disimulados en el Atlántico Sur, sea
debajo del mar, submarinos, sobre el mismo, pesqueros, en el aire, aviones de
reconocimiento de largo alcance) y, principalmente, en el espacio.
La Unión Soviética realizó, durante 1982, 101
lanzamientos al espacio de satélites, algunos de los cuales fueron destinados a
seguir el conflicto del Atlántico Sur.
El mismo 2 de abril pusieron en órbita al satélite
Kosmos-1347 y el día 15 el Kosmos-1350, ambos de la serie Yantar de satélites
de reconocimiento, lo que llevó a la Casa Blanca a considerar que el
"grado de cubrimiento fotográfico del área por los soviéticos era
inusual".
El 21 de abril fue puesto en una órbita adecuada
para observar el Atlántico Sur el Kosmos-1352 y, más tarde, el 23 de abril el
Kosmos-1353, ambos de la serie Zenit, con cámaras de alta resolución. Poseían
una vida útil máxima de 14 días en el espacio, por tanto, los últimos
reemplazaban a los primeros.
También debe mencionarse al Kosmos-1368, lanzado el
21 de mayo de 1982 y que pasó a 240 km de altura sobre Malvinas todos los días
a las 11:00 horas hasta el 3 de junio, cuando se terminó su misión.
Representación artística de un satélite radar
soviético, realizada en 1982 (Ronald Wittmann, colección museo Smithsoniano)
Pero la inmensa mayoría de los satélites soviéticos
de reconocimiento espacial por imágenes de ese momento implicaban el uso de
cámaras fotográficas con film, el cual era lanzado una vez que el satélite
pasaba por territorio continental soviético. La demora en el procesamiento de
los datos, entonces, hacía que no fueran especialmente aptos para seguir los
dinámicos movimientos de un teatro aeronaval, amén que no eran ayudados por la
siempre nubosa meteorología malvinense.
Sin embargo, la mejor información la proveyó el
sistema conocido como MKRTs, “Leyenda”, operativo desde el año 1975. Esta
constelación de satélites incluía dos subsistemas, los dos pasando información
a un centro de control en Moscú, o a buques en el mar.
"Los satélites proveyeron la ubicación de los buques
ingleses. Con lo que sabemos hoy, la información no fue muchas veces certera.
Pero allí estaba. Entregada a los argentinos. Y también robada para los
británicos"
El primer subsistema incluía una red de satélites
denominado US-P, que interceptaba señales de radio, de cualquier tipo, que
pudiera emitir un buque enemigo. US significa "Upravlayemyi Sputnik"
o satélite controlado, mientras que la P es por ser el sistema pasivo de
recepción de señales. Es decir, eran satélites de inteligencia electrónica.
El segundo subsistema estaba denominado US-A,
siendo la A por activo, utilizando un radar para localizar buques en el mar.
Estos últimos estaban alimentados por un pequeño reactor nuclear.
De esta constelación y durante el conflicto fueron
puestos con órbitas adecuadas a Malvinas el Kosmos-1355, de inteligencia electrónica
(US-P), que fue lanzado el 29 de abril de 1982, y los Kosmos 1365 el 14 de mayo
y 1372 el 1° de junio, de reconocimiento radar (US-A).
Informe 582, información suministrada por los
soviéticos a las fuerzas argentinas. PAL HOTEL y PAL INDIA son los nombres
dados a los portaaviones ligeros HMS Hermes y HMS Invencible
El sistema se encontraba operativo en 1982 y, en
uno de los escasos reconocimientos de su existencia por parte de los
soviéticos, fuentes oficiales indicaron que "la alta efectividad del
sistema fue demostrada durante el conflicto Anglo-Argentino por las Islas Malvinas
en 1982. El sistema permitió una completa evaluación de la situación en el mar,
y por la información recibida desde el sistema, el Estado Mayor de la Armada
pudo determinar el momento exacto en el cual comenzó el desembarco
británico".
Estos satélites son los que proveían mayormente las
cifras coordenadas con la ubicación de los buques ingleses. Con lo que sabemos
hoy, la información no fue muchas veces certera. Pero allí estaba. Entregada a
los argentinos. Y también robada para los británicos.
La ayuda de Noruega al Reino Unido
En Fauske, Noruega, cerca del círculo polar ártico,
desde 1965 funciona la estación interceptora de señales "Cod Hook" “Anzuelo
de Bacalao”. La ventaja de la estación reside en que se encuentra situada en un
lugar que, a través de enormes antenas, permite captar las emisiones de los
satélites que desde el espacio envían señales al Centro Control Moscú.
Dichas emisiones, en la medida de lo posible y
durante la guerra fría, eran descifradas y/o enviadas directamente a la NSA, Agencia
de Seguridad Nacional, de los Estados Unidos o a la estación de Chicksands en
el Reino Unido, debiendo agregarse que el esfuerzo de los noruegos en recursos
y personal para espiar electrónicamente a los soviéticos era subsidiado en gran
parte por los Estados Unidos.
"La estación interceptora de Noruega en el círculo
polar ártico captaba las emisiones de los satélites soviéticos e informaba a
los británicos sobre la posición de los buques de guerra argentinos"
Los datos interceptados por dicha estación durante
el conflicto habrían sido vitales para el Reino Unido, indicando un oficial de
inteligencia: "Cuando la guerra empezó, nosotros no teníamos ningún tipo
de información de inteligencia sobre el área. Es aquí cuando tuvimos ayuda de
los noruegos, que nos dieron un flujo de información sobre la posición de los
buques de guerra argentinos. La información venía a nosotros todo el tiempo y
directamente a nuestro cuartel general en Northwood. La información era
continuamente actualizada…".
Esto es, los británicos utilizaban los datos
satelitales que recogían los soviéticos y luego estos pasaban a las fuerzas
argentinas.
Dichas actividades se repitieron durante la Guerra
del Golfo (1991), cuando la interceptación de satélites soviéticos permitió
localizar el paradero de un piloto de la coalición que debió eyectarse sobre
territorio iraquí y que no lograba ser ubicado por los satélites
norteamericanos sobre la zona.
Por tanto, puede entenderse que los soviéticos
ayudaron también a sus enemigos, aun cuando involuntaria e inadvertidamente.
Para equilibrar un poco, científicos argentinos
hicieron buen uso de un satélite norteamericano que pasaba por el Atlántico
Sur. Pero esa es otra historia.
La CIA, el Parlamento inglés y las tres negativas soviéticas
La colaboración de inteligencia de la Unión
Soviética con la Argentina pasó mayormente desapercibida en los círculos de las
agencias de inteligencia británicas y estadounidenses, si bien quedaba claro
que aquel país estaba recolectando una cantidad de información de utilidad
militar.
En efecto, para el 26 de mayo de 1982, los
analistas de la CIA indicaban que "no había evidencia que una cantidad
sustancial de inteligencia esté siendo pasada a los argentinos", aun
cuando se sugería que sería lógico que los soviéticos pasen "información
con desinformación, por ejemplo, que tanqueros estadounidenses reabastecen a
los bombarderos Vulcan".
El portaaviones británico HMS Invencible
fotografiado por un avión TU-95RTs de la Aviación Naval de la Unión Soviética
cuando se encontraba regresando de Malvinas
Del otro lado del Océano Atlántico Norte, el 8 de
junio de 1982, interrogado en el Parlamento británico, un alto funcionario del
Ministerio de Defensa de aquel país Mr. Peter Blaker, señalaba que "no
había evidencia que la Unión Soviética esté pasando información derivada de
satélites a la Argentina".
Hay que agregar que el embajador británico en Moscú
inquirió directamente a los soviéticos si estaban pasando información de
inteligencia a la Argentina y, como era de esperarse, estos negaron cualquier
contacto.
No contentos con ello, días después insistieron con
la pregunta: el Secretario de Relaciones Exteriores soviético respondió
"enfáticamente" que no se estaba suministrando inteligencia a Buenos
Aires.
El 6 de mayo, dos fuentes oficiales de la Unión
Soviética fueron nuevamente contactadas por el ya impertinente personal
diplomático británico, para establecer si se estaba suministrando información o
armas a la Argentina. Y, por tercera vez, los soviéticos negaron cualquier
colaboración en dicho sentido.
El "amigo invisible" fue uno de los
secretos mejores guardados del conflicto. Que, aún hoy, es solo comentado entre
susurros.
Fuente: https://www.infobae.com
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